sábado, 28 de febrero de 2009

.ocho bits / lado B

Cuando JIB se subió al auto de su padre y miró por la ventanilla escapando de su hermana molesta, nunca imaginó lo que ese viaje significaría para él. JIB había partido hacia confines inesperados. En el auto sonaba la FM más cercana que después, de a poco, se iría distorsionando con el movimiento del auto.
El día en que llegaron, o sea ese mismo día, 8 horas más tarde, las sierras de Córdoba pronosticaban lluvia y la neblina cubría todo Santa Rosa de Calamuchita. Las vacaciones familiares constaban de: A, JIB el supuesto protagonista de nuestra historia; B, Delfina, su hermana unos años menor que él; C, Ernesto, el padre de ambos dos; y por último Celene, la mujer que los acompañaba con el fin de hacer de comer, lavar, limpiar, cuidar a los chicos, etcétera. Alquilaron un loft muy bonito cerca del río. Era agosto. Nadie sale de vacaciones en agosto. Fueron vacaciones de emergencia. La ferviente vehemencia de Ernesto por el trabajo había encontrado su tope en la locura así que agarro a sus pichones, a Celene y partió hacia 5 días de paz.

Desde el momento en que JIB miró por la ventana supe que tramaba algo. Tiempo después me enteraría de que pasó dos días encerrado en su casa-hotel, otros dos tratando de entablar amistades y otro (el quinto y último día) lo usaría para culminar el juego. El quinto día era el jaque mate de las vacaciones. De su misión
Pasaremos entonces, a lo que realmente me interesa: el quinto día.
JIB se levanta con una sonrisa e impaciente porque sabe que este es el día. Desayuna, se lava los dientes y pasa toda la mañana dibujando planos, mapitas, en su cuaderno. Y piensa. Esas dos horas de mañana las piensa.
Pero JIB no es un ermitaño. JIB trama algo. Almuerza y sale despacio al calor sofocante de la siesta cordobesa bajo el amparo de una gorra con las iniciales NY en color azul. Son las dos de la tarde y el sol que envuelve a JIB no es joda. La plaza del pueblo es el lugar elegido. Es el centro del pueblo. A 1 cuadra la iglesia. A 2 la heladería. A 6 el cementerio. A 4 su casa-hotel. A 5 la escuela. Sus amigos, esos que lo seguirían hasta el fin del mundo porque él en dos días había sabido ganarse su confianza, eran tres y los llamaremos así: uno, dos y tres. Los 5 entonces (JIB, Delfina, uno, dos y tres) se encontraron en la plaza desolada de tanta siesta. Hablaron bajo la sombra de un palo borracho durante un tiempo. El reloj corría. A las siete en punto se acababan sus improvisadas vacaciones.
Son las 4:23 p.m. del 17 de agosto. Ya no hace tanto calor. Es más, un par de nubes pronostican lo que vendrá. La imagen es gris, desahuciada y llena de espasmo. Tenemos 5 soldados de terracota de 12 años frente a una reja que les da la bienvenida. Con la ropa que lleva puesta bien podrían ser los Power Rangers, pero no. Son 5 soldados hechos y derechos. Los espera del otro lado del murallón de ladrillo visto, el cementerio. Un lugar donde todos los muertos generan su propia sociedad, sus propias reglas. Conviven. Sí, los muertos ahí conviven. JIB sale lo que hace. Da una recorrida y ve lápidas, pero sabe que sólo son cadáveres pudriéndose. Unos en la pared, otros en el suelo, otros en pequeñas casitas, como si fueran los muertos más afortunados, los muertos más muertos. Se impresiona con las casitas y entra a una que dice BERTRAKOS, así en mayúsculas, en letras doradas, en la entrada. Ve cómo los cadáveres lo rodean y no se inmuta siquiera. Sus amigos andan por ahí. Su hermana lo espera afuera de la casa de los Bertrakos viendo como las señoras se pasean con ramos de un lado al otro. Prestándoles atención ahora que no les hace falta. Unas llevan muchas flores de colores y otras son más francas y sumisas. Concluyó en que las flores de colores iban a parar a las casitas. Pensó que de muerta se iba a hacer una de esas casitas.
Entonces, JIB está rodeado de personas y se divierte adivinando si los cadáveres se están pudriendo solos, si ya son cenizas o si los gusanos se ocupan de ellos. Encuentra, de repente, uno que le llama la atención en especial, uno con muchas flores y agua, con fotos y pinta de recién muerto: José Imanol Bertrakos. 1798-1899 decía. 3 de enero de 1798 – 16 de agosto de 1899 decía. Su cara ahora era de espanto pero salió con calma. Al verlo Delfina lo siguió y sus amigos uno, dos y tres (que ahora lo estaban esperando) también. Pasaron por varios lugares, el panteón de niños, pasadizos, telas de arañas, montañas y montañas de crisantemos secos, un baño sucio, y, por último, el lugar prohibido, el lugar verdaderos muertos. La fosa común. El lugar donde los muertos cobraban vida. Donde la luz mala había nacido. JIB llegó poseído y se arrodilló bien al borde. Miró al cielo para no vomitar y escuchó las gotas caer sobre sus antepasados. Todos los siguieron. JIB, el mesías del grupo, pidió silencio. Y el rebaño de pastores lo acompañó. Su hermana, orgullosa, hasta sintió una muesca de pútrida alegría. Porque sí, porque nos toca a nosotros rezó JIB en un mantra que hizo eco entre los muertos. Porque nos toca a nosotros repitió el rebaño. Se quedaron así, en sus respectivos mudras, callados, alrededor de dos minutos que parecieron siglos. La llovizna nunca alcanzó a ser lluvia y paró. Vamos, dijo el mesías. Se levantó, le crujieron las piernas, se persignó y salió. Todos lo siguieron. Eran las 6. Había tiempo así que rió. Iba al frente con su escuadrón escoltándolo. Cargando la sonrisa de un gladiador después de una pelea. Salieron del cementerio. De esa sociedad de los muertos vivos. Pasaron por algunas florerías, el murallón de ladrillo visto, las rejas que dicen Q.P.D. y todo. Recién ahí se soltaron y pudieron hablar. Sacándose peso de encima.
Tenemos un dejo de caída de sol entre las nubes y las montañas. Humedad. Todos menos JIB están fuera de foco. Sus amigos de atrás de hacen señas y uno empuja a otro. ¿Y? ¿qué pediste? le pregunta mientras juega con él. JIB sonríe y escucha. La Supernintendo ¡¿qué voy a pedir?! responde el otro.

Autor: Tomás A. (invitado)

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viernes, 27 de febrero de 2009

.ocho bits / lado A

Sabemos que el protagonista de esta historia se llama Julián. También sabemos que Julián decidió ir una noche a pedirle un video-juego a los muertos (no a la muerte), y que esa noche terminó con una serie de sucesos muy extraños. El resto lo suponemos de la siguiente manera:

Julián había agotado todo tipo de recurso posible para obtener un video-juego (y cuando decimos "video-juego" hablamos de una consola misma, no de un cartucho); ya sea Papá Noel, Reyes Magos, Día del Niño y Cumpleaños.
Su padre le había dicho que hasta que no sacara mas de 8 en todas las materias, no iba a tener su videojuego. Ya llevaba dos trimestres falsificando la firma de Padre/Madre/Tutor que la libreta pedía, y el sueño se encontraba cada día mas lejano a la realidad.
Harto de tener que jugar al Monopoly y al futbol, viendo como sus compañeros mas idiotas hablaban de lo bueno que estaba el arma lanzallamas del Contra (también conocida como "la F"), optó por hacer lo que ningún chico de 13 años se animaría a hacer: Escaparse de su casa para ir al cementerio y rogarle a los muertos que le regalaran un videojuego.
Según los diarios, esto pasó el 8 de Febrero del 1994. Reconstruyendo hechos, podemos decir que Julián salió a las 23 horas, por la ventana de su habitación vestido con una bermuda negra, unas topper azules y una remera roja de coca cola. Llevaba con el una grabadora de voz que su tía le había regalado para su cumpleaños. Caminó las 7 cuadras que separaban su casa del lago, y costeó el mismo hasta llegar a un cementerio casero (sin rejas ni portero) en donde habían al rededor de 20 cruces clavadas en el suelo. Se paró en el centro del mismo, rebobinó el cassette, pulsó el botón rojo y dijo en voz alta:



"Amigos muertos, he venido hasta acá para pedirles un favor: NECESITO que me den una consola de 8 bits. No traigo mas que lo que llevo puesto para ofrecerles, pero podemos hacer un trato... el que ustedes crean necesario, estoy dispuesto a aceptar cualquier tipo de canje."

Inicialmente la policía (que había encontrado la grabadora al lado del cuerpo de Julián) dijo que luego de que el gurrubín callara seguía un silencio que solo era interrumpido por el sonido de la respiración del niño. Luego, en un estudio mas meticuloso, se informó a los medios que de fondo de escuchaban sonidos desconocidos al oído humano. Tuvieron que pasar 5 meses para que el caso avanzara, gracias a que un oficial de policía de bajo rango propusiera escuchar la cinta al revés. Los datos arrojados por ese informe fueron espantosos. Estos fueron los dos titulares del diario.

"29-06-1997 - CASO JULIAN MANDABLANCO. Después de 4 meses y medio de incertidumbre, la policía avanzó en el caso de Julián Mandablanco entregando ayer a la noche un informe en el que confirma haber escuchado 3 voces diferentes en el cassette al haberlo girado al revés. Se supone que una de las voces era del niño, pero aún no se sabe quiénes son los dueños de las otras dos. <> Dijo el oficial a cargo de la operación, Jorge Rugula."

"29-06-1997 - CASO JULIAN MANDABLANCO. La policía dió a luz el transcripto del cassette encontrado al lado del cadaver. Aún se desconoce la identidad de las otras dos personas:

NN1-¿Y qué estas dispuesto a dar?
J- No... no, no se. Lo que ustedes pidan.
NN2-Pero lo que nosotros pidamos no es lo que importa, sino lo que vos estes dispuesto a dar... Porque de una u otra manera, nosotros te vamos a quitar todo.
J-¿Cómo? No, no... no entiendo, no entiendo.
NN2- ¿Queres el videojuego o no? Tenés que responder a esa simple pregunta.
NN1- Pero tené cuidado con lo que decis, pensalo bien.
J-No, no se, no se.
NN2- ¡Esa no es una respuesta! ¿Para qué viniste hasta acá? ¿Lo sabes? ¡Claro que sabes! Entonces danos tu respuesta.
J- Ya no se si la quiero...
NN1- ¿No sabes si querés estudiar matemáticas, o si jugar a los videos por el resto de tu vida?
J- Si, creo que quiero jugar a los videos por el resto de mi vida.
NN2- ¿Nada mas?
J- Si, quiero un cartucho con 900 juegos, un joystick para mi solo, y una botella de cindor que no se acabe nunca mas.
NN1- Así lo quisiste.

El informe prosigue diciendo que después de esta última linea de diálogo solo se escucha la risa desaforada del muchachito que tapa una música de fondo. Se seguirá la búsqueda intensa por los sospechosos"

El final ya lo suponemos, y ningún diario, ni ningún informe de la policía nos podrá contradecir al afirmar que Julián debe estar deleitandose con el nivel 6 del bomberman, que es el mejor nivel.

Autor: Nacho B.

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miércoles, 25 de febrero de 2009

I. Veranos (prólogo)

Amores de verano. Que en realidad, no son amores; y pudiendo hacerles honor a su nombre, tampoco duran todo el Verano. Prefieren durar una semana, a lo sumo una quincena, o el tiempo que duren las vacaciones lejos de casa. Y estuve pensando en que, desde hace ya varios Veranos, que tengo una mini-historia que contar. "Mini" por lo que duran, claro.
Titularé cada Verano con el nombre correspondiente.

NOTA: Leer de abajo, hacia arriba. Del primero, al último Leer más...

lunes, 23 de febrero de 2009

I.IV Sabrina

Me había tocado dormir en el sillón. Yo hacía publica mi queja, pero era el único miembro de la familia que podía quedarse viendo televisión hasta las 4 de la mañana. Igual, era eso, o dormir en el departamento de al lado con mi Tía "B"... Y no miento al decir que preferiría dormir en una silla, que convivir con mi Tía "B"
No me voy a poner a contar, pero se que éramos muchos. Todos por parte de mi familia paterna. Siete en el 302 y cinco en el 305. Doce en total. Ok, terminé contando.
Hay varias cosas que me fascinan de Chile, y entre ellas está el clima, el pan, la palta y las golosinas (entiendase chicle, helados y chocolates) o por lo menos eso era lo que recordaba de la última vez que visité al país vecino. En fin, el primer día de playa me la pasé solo, leyendo y tomando mate en el sector 2, que es el sector de la playa que reúne a la gente que no encaja en ninguno de los otros sectores: No hay viejos, no hay familia, no hay niños, no hay populares, ni tampoco surfers. Leía "El informe de Brodie" de Borges (que me habían regalado para Navidad) y rogaba porque terminara. Odio dejar los libros a medio leer, incluso si me parecen excesivamente aburridos. Generalmente trato de terminarlos, pero no siempre puedo. Sabía que en el recurrido Sector 4 iba a encontrar a gente conocida, incluso amigos, pero tenía que terminar el estúpido libro.

"He, gil, te estaba buscando" y ahí se quebraba el 7mo cuento del libro. Era mi amigo Andrés, que había ido con su pseudo-familia (como el solía llamarla) y con quien había quedado en encontrarme. Yo a vos todavía no, le dije mientras cerraba el libro y me paraba para saludarlo. Andrés era un chico "especial", así entrecomillas. Era medio bajo, de pelo largo (aunque amaba amarrarlo con un rodete) y con cuerpo de un niño de 6 años, de esos que son armaditos pero no llegan a ser gordos. Era vegetariano, aunque nosotros le decíamos Vegan, y en vez de hablar, prefería gritar. ¿En donde estas quedando?, Allá, en el edificio amarillo, me señaló. Yo en el azul, le dije.
Andrés ama la lectura, bastante mas que yo, así que no se opuso a mi propuesta de seguir leyendo y no hablar. Habré ido por el 9no cuento, cuando apareció mi hermana en escena. "¡¡¡Andreeeees!!!" gritó haciendo valer cada una de las eses que el grito incluía. Cerré el libro. De todas formas, no lo iba a terminar. Tomamos mates hasta agotar el agua y nos fuimos a caminar hacía la punta de la playa. No debemos haber encontrado a nadie interesante en el camino, porque en la mitad del mismo nos sentamos los 3 solos a charlar de cosas absurdas y sin sentido, mientras mi hermana sacaba fotos con su cámara digital.
Al otro día pensé que sería interesante encontrar a Sofía, una amiga con la que también había quedado en juntarme. Almorcé, me comí dos porciones de helado, y salimos con mi hermana hacia la playa. En el camino pasamos por el edificio amarillo de Andrés y seguimos caminando hacia el Sector 4. No encontramos ni a Sofía ni a nadie conocido. Llegamos a la conclusión de que no eramos tan populares como creíamos. Aunque en realidad, a ningúno de los 3 se le había cruzado por la cabeza semejante estupidez.
Vamos a Valparaíso YA, propuso mi hermana. Andrés hizo ese gesto ridículo de aceptación de idea, y no vi otra salida que acompañarlos. Pasamos por el departamento, me puse un jean, busqué mi camara de foto y mi reproductor de música y fuimos a tomar el colectivo.
Me detendría a describir Valparaíso, pero tendré la oportunidad de hacerlo mas adelante, cuando cuente la segunda vez que volví, la vez que conocí a Sabrina.
"¡Nacho!" Sofía agitaba los brazos entre la multitud de rugbiers con torso desnudo en la playa. Sofía era bastante baja, rubia de ojos marrones. Creo que es la 4ta mujer mas graciosa de Mendoza, pero no porque busque serlo; lo cual la hace mas graciosa aún. ¿Cuánto hace que estás acá? Te estuvimos buscando en el Sector 2. Hace 3 días, le dije. Me preguntó qué hice esos 3 días sin ella, le dije que el primer día estuve leyendo, el segundo en Valparaíso, y el 3ro con mi familia. También le dije que ella no era el eje de mi diversión. No entendió. Bueno, quedate con nosotras a ver el último atardecer del año. Me quedé un rato, hasta que el frío me obligó a volver a mi casa. Nos juntamos esta noche en nuestro departamento, el edificio se llama PALMERAS y el departamento es el 4to, del piso 7.
Los 23 minutos de fuegos artificiales fueron fantásticos. Volvimos al departamento y tomamos algo en familia, comimos turrón de almendras y escuchamos tango. Mi primo mas grande me había invitado a tomar algo con ellos, y le dije que si pero que me iba temprano porque había quedado con unos amigos.
¡Puta madre! ¡Son las 4 de la mañana! Me voy YA. Saludé a mis primos y me fui caminando rápido al edificio amarillo a buscar al Vegan. De haber venido conmigo mi hermana me hubiese advertido de la hora, pero se sentía demasiado descompuesta como para salir. Yo había tomado bastante Campari que mis primos me habían convidado... get a picture.
Luces apagadas, obvio que Andrés dormía. Me fui directo al edificio PALMERAS con la esperanza de que las chicas estuvieran ahí, pero el resultado fue el mismo que el obtenido con el edificio amarillo. Por primera vez en mi vida iba a pasar un año nuevo solo. Consideré, al fin y al cabo, podía ser una experiencia nueva, así que me fui a la playa, me saqué las zapatillas y me puse a caminar. De ida vi un grupito que estaba feliz tocando la guitarra. Feliz... Ja! A la vuelta, decidí acercarme. Me miraron como Forest a Jenny, y les dije "Me quedé solo en año nuevo, ¿Puedo quedarme acá? Se un par de canciones..." Se rieron y me dijeron que me sentara. Una de las chicas que estaban ahí, me parecía lo suficientemente linda como para mirarla cada 37 segundos. El único problema era su novio, que además de ser demasiado amable conmigo, era el foco de atención de la ronda. Mejor no competir. Además la chica ni me miraba.
Al otro día conté mi percance a Andrés, que no se mostraba ofendido por no haber llegado, y después le conté a Sofía y cia. Pero ella no entiendo, ¿Te quedaste con ese grupo toda la noche? - Si, ¿Qué tiene? - No, nada, que se yo... Sos medio raro vos también. Pffff...
Nadie interesante en la playa, ya era el 5to día y no encontraba mujer que captara mi atención. Andrés me prestó un libro cuando le confesé que no podía seguir leyendo el que tenía. A mi tampoco me gusta Borges, ¿qué tiene? A toda Argentina le gustan los Redondos y no por eso los escucho, me dijo. El libro que me prestó era bastante mas leíble. Era de un tal Casas, el cual encontré bastante entretenido. Entre cuento y cuento, Sofía me pasaba un mate y yo aprovechaba para preguntarle si ya me había encontrado novia. No, son todas iguales acá en la playa. Ninguna de tu estilo. Seguí leyendo mejor, Nico.
Esa noche salimos a un canto-bar a tomar algo, y terminé en el escenario cantando "Vete y pega la vuelta" con mi hermana, que bastante floja estuvo al tentarse y no cantar. Después me subí con una de las amigas de Sofía, y cantamos "Querída" de Juan Gabriel. Andrés cantó "El gato que esta triste y azul" y una de las amigas de Sofía hizo la peor versión de la peor canción disponible. Pero al momento de reclamar el premio (4 tragos) el aplausometro humano que sostenía el micrófono, la eligió a ella. Los tragos los tomamos todos.
6to día, Andrés ya se había ido y mi hermana había preferido quedarse en familia. Esta vez me quedé unos pasos atrás de Sofía y su grupo de amigas, cuando me encontré a mis "amigos" de año nuevo. Me quedé toda la tarde tocando la guitarra con ellos, incluso después de que mis amigas se sumaran. Mirando bien a la muchachita que había captado mi atención esa noche, me di cuenta que los fuegos artificiales, el maquillaje y el Campari, la habían beneficiado bastante.
Mañana vamos a Valparaíso a hacer unos trámites al consulado, me dijo Sofía a las 4 de la mañana, cuando nos ibamos del bar. Pensé que te interesaría venir, teniendo en cuenta que desde que estamos acá, Valparaíso es de lo único que hablas. Le dije que si, que obvio. Pero a las 9:30 estás acá, porque sino nos vamos, ¿he?
Salgo del baño, y le grito a mi Tía "J" que me hiciera un café, que estaba apurado. ¡Que cara! me dijo mientras me servía el café en la mesa. Es que dormí un par de horas nomás, me esperan unas amigas para ir a Valparaíso. Me dijo que mis primos también se iban a Valparaíso, que me podía ir con ellos, pero le dije que mis amigas me estaban esperando que ya había arreglado con ellas. ¿Pero volves a almorzar? ¡OBVIO! le grité mientras agarraba mi bolso.
"No atienden porque se han ido todas" me dijo el portero con cara de como quien disfruta la situación. Andrés lo había apodado "Pinochet" porque decía que era un "facho hijo de puta" al no dejarnos subir al departamento de las chicas un par de noches atrás. Fui corriendo a la parada del colectivo a ver si estaban ahí, pero no tuve éxito. Volví al departamento pensando en que tal vez mis primos seguían ahí, pero mi tía me contó que se acababan de ir. Pensé en volver a acostarme, pero al fin decidí en ir solo a sacar fotos. Le pedí a mi tía que me prestara un libro, porque ya había terminado el de Andrés. "Tomá este, te va a gustar a vos"
Le pasé 500 pesos chilenos al colectivero y me senté. Me puse los auriculares. Escuchaba Car Power, Feist y Regina Spektor, porque era música que me dejaba leer. El libro se llamaba "Historia de un fotógrafo en La Plata" y era de Bioy Casares. Era la historia, justamente, de un fotógrafo que viajaba a la gran ciudad por trabajo, y que una vez en ella, conoce a una familia un poco rara. La hija menor (no recuerdo el nombre) era, además de hermosa, simpática. Tanto, que se ofrece a acompañarlo a sacar fotos. Pensé en que me encantaría que me pasara algo por el estílo, y me di cuenta de que la historia se parecía mucho a la mía, a diferencia de que yo no iba por trabajo, y que tampoco había conocido a ninguna chica con esas cualidades.
Lo primero que hice al llegar fue ir a esas casuchas que informan al turista, y le dije a la chica que atendía que necesitaba un mapa, y que me dijera que lugares eran peligrosos debido a que tenía conmigo una camara de fotos. El calor era infernal. Pero no me impidió al momento de fotografiar cualquier graffiti que encontrara en la pared. Una amiga me dijo hace poco que Valparaíso es arte puro, y estoy completamente de acuerdo. Cada vez que gatillaba la camara, veía una foto hermosa en la pantalla (si, me digné a usar camara digital debido al alto costo de revelado que se maneja hoy en día)
Estuve toda la mañana caminando solo, sentandome cada 10 minutos para descansar (Valparaíso está lleno de subidas, y de ningúna bajada) y para tomar el fresco aire de puerto pitada tras pitada de cigarrillo argentino. Al terminar la mañana, pensé en ir por un café en un lugar al que ya había ido el día que fui con mi hermana y con Andrés. Además, mi tía no me esperaría a almorzar hasta las 2:30.
"Última subida, Nico" pensé mientras sentía que el corazón se me salía por la boca. En eso, veo a una chica de hippies pantalones leyendo un cartel en un poste. "Linda", pensé. Seguí caminando hasta llegar al poste en cuestión, y miré el cartel que la muchacha había estado viendo hacía no mas de 30 segundos: "Pensión. Habitación cama compartida. Desayuno incluido..." Perdoname, te hago una pregunta. Me di vuelta, era la chica que se había vuelto a hablarme. ¿No sabes donde esta la calle El Peral? Le dije que creía que si, que me siguiera. Subimos 2 cuadras y yo seguía agitado. Se debe haber dado cuenta que le mentí cuando una señora me delató diciendole que era 4 calles mas abajo. Me confundí, le dije. Está bien, yo estoy perdida desde las 11 de la mañana, es fácil perderte acá con todas estas subidas y bajadas... ¿vos no ibas para arriba? Me preguntó al ver que la acompañaba hacía la calle El Peral. Si, pero en realidad me estaba yendo a un café que queda a un par de cuadras, se llama Café Con Letras. Me dijo que ella también quería ir que le habían dicho que era muy lindo, y le pregunté ¿Querés ir? - Bueno dale - Digo, pero AHORA, ¿querés ir? - Si si, ahora. Dejame que encuentre el hostel así dejo la mochila y vamos.
Eran unas escaleras muy angostas, que (bajaban!) al hostel. Te espero acá, le dije cuando abrieron la puerta. Saqué el libro, prendí un cigarrillo y me puse a leer. La historia había tomado un giro bastante bizarro, pero no pude evitar relacionarlo con lo que estaba viviendo. Era genial. Debo haber leído como 4 capítulos, porque salió con otra muda de ropa completamente diferente a la primera. Si bien mantenía el estílo, ya no parecía hippie. Subimos las escaleras infernales, y fuimos directo al café. Hacía ya media hora del momento en que la vi por primera vez, que se me ocurrió preguntarle ¿Cómo te llamás? Sabrina, me dijo. Ha, como la bruja adolescente; pensé que estaba siendo original y gracioso. Si, me lo dice todo el mundo, me respondió confirmandome que estaba terriblemente equivocado. ¿Y qué estudias, Sabrina? Letras, me dijo. Te llevarías bien con mi amigo Andrés. Se rió, no indagó.
Nos sentamos en el café, después de caminar durante 15 largos y calurosos minutos. Pedí un Once Letras (Once se les llama a los desayunos-almuerzos. Ni tan flojo como un desayuno, ni tan violento como un almuerzo) Y ella se pidió, luego de pensarlo un largo rato, un simple café (mentira, no era simple, era café "zkdbjgbzoubf" o algo muy extravagante) ¿Y vos cómo te llamás? Nico, y estudio Publicidad, menos mal que terminaste preguntando. Rió y me dijo que parecía de 21 años, le dije que tenía 20 recién cumplidos y que ella también. Me dijo que no, que tenía 21 y que no había necesitado autorización para salir del país. Dato inútil con aire burlesco.

-¿Queres probar mi tostado? (Ave-palta, el mejor invento de Chile)
-Si, claro.
-Toma la mitad. Yo te dije que te pidieras algo de comer.
-Es que mucho no me gusta el pollo, pero este esta genial. Bah, el pollo. No como mucha carne, soy mas de comidas vegetarianas aunque no lo soy en su plenitud, claro esta.
-Te llevarías bien con mi amigo Andrés.
-....
-Muy lindo el café, ¿no? Pero que libros del culo que tienen. Pocos zafan.
-Comparto.
-Soy un anti-best-seller. Es un rechazo natural que les tengo. Igual que al reggaeton.
-Comparto.
-No hablas mucho, ¿no?
-Es que estoy comiendo. A parte de eso: no, no hablo mucho. Soy bastante tímida en realidad.
-Se nota.
-¿Se nota qué...?
-No, digo, que sos tímida. Se nota que sos tímida.
-Así que odias el reggaeton, ¿Y qué música escuchas?
-(Bla bla bla bla y bla)
-Yo soy mas nacional. ¿Spinetta escuchás?
-Si, me gusta mucho Almendra. Me resulta como la Velvet Underground argentina. Sacando Almendra de lado, mucho no he escuchado.
-Tenés que escuchar Pescado Rabioso.
-¿Qué disco decís...?
-Artaud. Se pronuncia "artó" pero de escribe "auuuudd".
-Vamos a fumar a las mesas de afuera.

Me fumé dos cigarrillos, ella uno. Fumaba Marlboro Light. Hablamos. Entre las cosas que teníamos en común se encontraban el rechazo hacia los boliches, el gusto por la fotografía, el chocolate y el café. Me contó que escribía, le dije que yo también, pero que lo que yo hacía lo denominaba "basura" (no a modo descalificativo, no no, por favor) Ella me dijo que escribía poesía. Le dije que se llevaría bien con mi amigo Andrés. Por otro lado, habían varias cosas que nos hacían notar lo diferente que éramos, lo diferente que habíamos sido criados, y el diferente ambiente en el que nos movíamos. En otras palabras: De no se por Valparaíso, jamás hubiese conocido a Sabrina.
"Mi mamá me recomendó, antes de salir, que en Valparaíso fuera a los paseos en lancha del mar. Así que me voy a cambiar (si, de nuevo, las zapatillas le eran incómodas) para ir. Me queres acompañar o te vas...?" Le dije que me tenía que ir a almorzar con mi tía, que la acompañaba al hostel, y de ahí bajaríamos al centro. Ella podía ir al puerto, y yo a la parada de colectivo.
La esperé afuera del hostel una vez mas, con un cigarrillo prendido en la mano y con el libro abierto en la otra. Ahora el libro se dedicaba a un eje mas misterioso, sobre los extraños sucesos que estaba viviendo Nicolasito Almanza. Ha, no lo dije, el personaje del libro se llamaba igual a mi. Ya me imaginaba "Las Aventuras de un Fotógrafo en Valparaíso". Hauugh! Eso me había hecho acordar que la llegada de Sabrina a mi aventura, había interrumpido mis fotografías. Cuando salió le dije que antes de bajar, fuéramos a dar una vuelta. Eso me daría la oportunidad de terminar de sacar fotos en los lugares donde no había llegado. Cuando llegamos al centro, me di cuenta que eran las 4 de la tarde. No se cómo, ni en qué momento, pasó tan rápido el tiempo. Fui a una cabina telefónica y llamé al teléfono del departamento que tenía agendado. Mi tía me atendió desesperada: "¡Nicooooo! ¡Mi vida! ¿Dónde te habías metido? ¡Por Dios! No tenía forma de comunicarme con vos!" Le expliqué la situación, y le dije que no se preocupara que ya iba para allá, que la veía en la playa.
Cuando llegamos al puerto, me estoy a punto de despedir pero ella me dice "vamos..." No sabía que responderle, porque por un lado quería quedarme, pero por otro quería disfrutar mi penúltimo día de playa. "¡Arriba todos! ¡Este es el último bote!" gritó el capitán, o lo que fuese, de la lancha. Me agarró de la mano y me llevó entre la gente. Cuando subo le pregunto al hombre gritón: ¿Cuánto es? - No, esta vuelta es gratis. Ya les explico el motivo. Nos sentamos, y mientras la gente se subía, Sabrina me dijo que ella no pensaba quedarse en Valparaíso. Me dijo que tenía planeado llegar hasta el sur de Chile a dedo. Me dieron ganas de darle un beso, obviamente no lo hice.
Una vez navegando, entre 20 lanchas aproximadamente, todas llenas de gente, e hombre contó que hacía dos días había muerto un compañero de ellos, y esta era su forma de rendirle honores. Cuando terminó de contar esto, las lanchas empezaron a tocar esa bocina de aire que tienen. Los barcos grandes del puerto, y los que estaban en mar adentro hicieron lo mismo. Fue un momento bastante emotivo. Llegamos, después de unos 20 minutos, al puerto de nuevo. Todas las lanchas se pusieron como en una especie de "filita india" y dieron lugar al mas grande de todos: La lancha en donde iba la familia del difunto. Todos tocaban su bocina. Todos aplaudían: Desde los que estaban arriba de los barcos, de las lanchas hasta los que se habían arrimado al puerto para ver qué pasaba. Insisto: Muy emotivo.
Cuando la acompañaba al ascensor que la llevaría cerca de su hostel (son subidas tan pronunciadas, que Valparaíso tiene ascensores públicos de unos 80 años de antigüedad) Sabrina se dignó a hablar:

-¿Vas a volver mañana?
-No, me voy después de almorzar.
-¿Te volves?
-Si. Me encantaría quedarme, pero tengo que trabajar.
-...
-Este es el ascensor. Una vez que estés arriba, doblas a la derecha, ahí te vas a ubicar. Es el mirador donde te saqué la foto.
-Si si.
-Bueno...
-¿Me vas a pasar tu blog? Quiero leerte.
-No. Preferiría que no. Si alguna vez lo lees, será de mera casualidad. Lo mismo que si alguna vez nos llegamos a encontrar.
-Por lo visto no me vas a dejar ni siquiera tu apellido.
-Ni vos el tuyo.
-Entiendo.
-Tiene poesía, ¿no?
-En cierta forma... Pero no deja de ser una estupidez.
-Nos veremos, seguro. Mendoza es muy chico.
-Eso teoría quedará sujeta a futura comprobación. En caso de no encontrarnos jamás, podrás entender que estabas equivocado. Caso contrario, cuando te vea me vas a escribir en mi muñeca la dirección de tu blog.
-Y te vas a encontrar en el... Nos vemos Sabrina, la pasé muy bien con vos.
(este es el momento del beso Nico... vamos... ¡vamos!)
-Chau Nicolás, lo mismo digo...
(beso en la mejilla)

Nunca tuve ese valor que tienen los hombres en las películas para dar un primer-o-último-beso, ya sea mientras hablan, mientras se despiden; al mejor estilo de Perdidos En Tokio. No, a diferencia de BIll Murray, yo termino dando los besos en la mejilla. Soy mas bien Rick Blaine viendo a Ilsa subiendose al avión con Lazlo. Como podrán imaginar, me arrepiento y me maldigo a mi mismo (¡Puaj me!) luego de dar mas de 3 pasos. Pero algunos hombres nacen con el valor de dar los primeros besos, o los últimos, o cortar una relación, o el de comprar un alfajor terrabusi azucarado; y otros nacimos con el valor de gritarle a los vecinos o de animarse a mezclar coca-cola con café (una mezcla espantosa de hecho, no recomendada)
Hasta el día de hoy, sigo sin ver a Sabrina; y lo mas seguro es que no lo vuelva a hacer. Parece que estaba equivocado al final. "Louis, creo que este es el principio de una gran amistad"

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