jueves, 29 de enero de 2009

I.III Paula

Ya estaba arriba del colectivo cuando me arrepentí de haber aceptado la propuesta de mi madre. O sea, era la primera vez en mi vida que estaba por hacer estas tres cosas: 1. Viajar a Buenos Aires - 2. Conocer a mi primo - y 3. Dormir fuera de mi casa por mas de 7 días. Yo creo que ningún muchacho de (casi) 17 años alcanza ese nivel de madurez absoluto con el cual el temor desaparece. En realidad creo que ninguna persona lo llega a alcanzar. Ninguna persona llega a desprenderse del temor (por mas mínimo que sea) de alejarse de algún lugar. Y ahora que lo pienso, tal vez no se deba a un tema de madurez. Bueno, ya dejé en claro que estaba asustado, y que cualquier estupidez sería valida para ponerme los pelos de punta; y hablo de ¿Y si mi tía no estaba en la terminal como habíamos quedado? ¿Y si en vez de las 9 de la noche, fuera a buscarme a las 9 de la mañana del otro día? ¿Dónde dormiría? ¿Y qué si mi primo me caía como el culo? ¿Y si sus amigas fueran todas feas? ¿Y si me robaban? Buenos Aires es peligroso, me tengo que cuidar permanentemente. ¿Y si me raptan? En los noticieros vi como se manejaban los criminales para obtener dinero fácil ¿Y si mi tía cocinaba mal? ¿Qué haría si me hiciera todos los días arroz blanco? ¿Y si mis tíos se odiaban y mi llegada servía como motivo de separación? ¡Mi familia me odiaría! ¿Y si odiaban a mis padres? ¿Y si me odiaban a mi? ¿Y si yo los odiaba a ellos sin saberlo? Claramente tenía miedo.

Llegué a las 9 de la noche y ahí estaba mi tía Analía, flaca y cuidada como la última vez que la vi. "¡Nico! ¡Mi amor, que grande estás! ¿Se te hizo largo el viaje? Y si, casi un día entero en el colectivo... ¡debes estar cansadisimo! ¿Esos son tus únicos bolsos? Tenemos que apurarnos porque hoy vienen todos a cenar a casa, porque venís a visitarnos ¿viste? Tengo que preparar todo ¿Te gusta la humita? Es mi especialidad, dale vamos. Pasame el bolso negro que lo meto acá..." Tengo que decir que todo eso lo dijo en menos de 7 segundos, mientras me agarraba el cachete derecho como si fuera el nuevo-bebé de la familia (Digo "nuevo bebé" porque siempre que una familia trae un recién nacido a casa, pasa a ser como la nueva atracción del parque de diversiones. Una especie de Trencito del Terror Reload, o Montaña Rusa Doble Tirabuzón) y sin darme espacio para responder alguna de sus tediosas preguntas me agarró del brazo y me metió al auto. Mujer loca.

"Subí, el primer cuarto a la derecha es el de Dani, deja los bolsos ahí y recostate si querés. Yo te despierto cuando el llegue de inglés" Seguí instrucciones al pié de la letra. Soñé que estaba en Mendoza.
Nico, despertate mi cielo (era mas cariñosa que mi madre) El es Daniel, tenía muchas ganas de conocerte. ¡Mamá! ¡Callate! Dijo con la boca entrecerrada, rojo y furioso por la vergüenza que le estaba haciendo pasar. Bueno, los dejo solos, bajen en 20 minutos que ya casi esta la comida y ya llega la tía Bety con las chicas.

Ni pensar en hielos rotos, charla fría:

- Y... ¿es la primera vez que venís a Capital?
- Si
- ¿Y qué te gusta hacer?
- No se, de todo
- Ha... ¿Te gusta el fútbol?
- Si, mas o menos. ¿Esta es tu pieza?
- Si, ahora está así porque la tuve que pintar, pero en realidad está llena de pósters que tengo que volver a colgar
- ¿Pósters de qué?
- De música. O sea, de bandas de música. ¿Qué escuchas vos?
- De todo. Me gustan los Clash y los Ramones. También la música británica como Blur y Oasis. ¿Los conoces?
- Si, me encanta Blur. ¿Conoces The Verbe?
- No, no.
- Tenes que escuchar, seguro conoces una canción que es re conocida, dice así PAM, PAM PAM, PAM PAM PAAAAM, PAM PAM PAAAAM, PAM PAM PAAAAM...
- Si, si, la tengo.
- Bueno, esa es malísima, es como la mas conocida, tenes que escuchar el disco entero.
- También escucho los Guns, y Led Zeppelin y Los Beatles, y los Stones.
- ¡Led Zeppelin es lo mas!
- ¡De una! Yo espero poder tocar la guitarra como Jimmy Page alguna vez.
- ¿Hace mucho que tocas la guitarra?
- No, me la compraron hace dos semanas para mi cumpleaños, pero como regalo adelantado, yo cumplo en Enero, pero siempre pido mi regalo en Diciembre porque en Enero nadie tiene plata y esta todo cerrado, por lo menos en Mendoza es así.
- Yo toco la batería desde chico, y algún día voy a tocar como John Boham, y vamos a poder armar una banda cover de Led Zeppelin. Tenés 17, ¿no?
-Si, bah, los cumplo dentro de poco. ¿Vos?
-También, o sea, este año cumplo 18. Te llevo 8 meses.


Charla tibia interrumpida por el clásico grito de la madre reina de mesa, ese que dice "¡Chicooos, a comeeeeeeeeerrr!" Bajemos, porque sino se pone insoportable, me dijo Daniel mientras se levantaba del puf rojo en donde se había sentado.
Bajamos las escaleras y saludé uno por uno a todos los que estaban sentados en la mesa, mientras mi tía gritaba "¡Es el hijo de la Vivi! ¿Vieron que grande está?" Todos los adultos me saludaban con una sonrisa, como que si estuvieran orgullosos de mi. Uno por uno, dije: Tío Daniel, papá de primo Daniel (la ORIGINALIDAD no se aprecia mucho en mi familia. Mi papá también se llama Nicolás) era calvo y medio gordo. Apretaba la mano muy fuerte y hablaba bajo. Tenía el tic nervioso de pestañar 2 o 3 veces seguidas cada vez que alguien decía su nombre, o el de su hijo, que para el caso era lo mismo. Seguía mi tía Bety, que no era tan tía. De baja estatura y mucho maquillaje. Voz aguda y finita, que perforaba los oídos como el sintetizador de la canción The Final Countdown de Europe. Su esposo, Raul creo. Sin mucha información. Debe haber sido un tipo aburrido, porque sino me acordaría algo sobre el. Ok, y acá viene la parte interesante: Paula. Paula era la hija de Bety. Bety era hermana de Daniel Padre. Daniel Padre era el esposo de tía Analía, por ende, cuñado (no hermano) de mi mamá. Paula era hermosa, y no era prima mía.
Me gusta tu prima, le dije a Daniel cuando me acompañó al fondo de la casa para mostrarme a dónde quedaba el baño. ¿Qué? Que me gusta tu prima, creo que estoy enamorado. ¡Jaja! ¿Cómo podes haberte enamorado sin siquiera haberla conocido? ¿Qué tiene? Es amor a primera vista. Si, si, dale, anda al baño que tengo hambre.
Terminamos de comer y Daniel le preguntó a Paula ¿Vamos afuera a charlar? Si dale, vamos; le respondió ella. Se levantaron, Daniel me miró y me dijo ¿Venís o qué? Salimos, caminamos 2 cuadras y nos sentamos en un cordón. Daniel sacó de su bolsillo un paquete de Marlboro`s, me ofreció uno y le dije sorprendido "NO FUMO", luego señaló con el paquete abierto a Paula, que delicadamente (Dios, la amaba) sacó uno. Daniel la imitó y sacó del otro bolsillo una cajita de fosforos. Prendió dos al mismo tiempo, encendió su cigarrillo y le pasó los fosforos prendidos a Paula. Ella exhaló el humo con tal placer, que cualquiera podría haberse imaginado que estaba comiendo Oreos Bañadas Blancas en vez de estar fumando un cigarrillo. Nos quedamos ahí los tres, sentados y hablando sobre música. Paula sabía qué era el Album Blanco, y que el punk estaba compuesto (generalmente) de 3 notas tónicas. Tocaba la guitarra...
A ver, cómo explicar esto: Mi ideal de mujer tiene que ser, entre otras cosas, "amante" (siempre odié esa palabra) de la música. De ahí en mas a tocar un instrumento, puede llegar a opacar los otros requisitos. Y ni hablar si canta. Ok: Paula cantaba. Paula era hermosa, fumaba, tocaba la guitarra y cantaba (y no era mi prima) Buenos Aires era increíble.
Daniel y Paula iban juntos a la escuela. Mas que primos parecían hermanos. Vivían a una cuadra de distancia, por lo que se puede decir que se criaron juntos. Era Jueves, y les quedaban un día de escuela. Esa noche Daniel me propuso lo mas Sex Pistols que podría haber hecho el Diciembre de ese año: Había conseguido un uniforme de un compañero (que por alguna razón tenía uno de mas) para mi. La idea era que fuera un alumno de su colegio por un día. Corrección: Por EL ÚLTIMO día de clases, que es totalmente diferentes al resto del ciclo electivo. Además, Daniel egresaba de la secundaria. Mas que claro.
El plan era perfecto, y lo tenía planeado desde hacía bastante tiempo. Su padre se levantaba a las 6:30 de la mañana para irse a la oficina que quedaba bastante lejos. En cuanto a la tía Analía, no sería un problema: A las 7:30 abandonaba la casa para no volver hasta las 13. El horario del colegio era de 8 a 12:30, pero al tratarse de los últimos días, había un horario-tolerancia un poco mas extenso. Eso nos permitía esperar a que se fueran mis tíos para poder levantarme de la cama y poder volver del colegio antes de que llegaran y me descubrieran con el uniforme puesto.
¡Dios, que nervioso estaba esa mañana! Daniel, mientras prendía su primer cigarrillo del día, me contaba que la primera hora iba a ser complicada, porque nos tocaba con la peor profesora de toda la secundaria. Se la hizo llevar a casi todos la vieja culiada, me dijo. Pasamos a buscar a Paula, que salió con una chocolatada Cindor de caja chica sostenida con los dientes mientras cerraba la puerta con llave. Jaja, que gracioso te ves, me dijo; después me dio un rápido beso en la mejilla, y repitió acción con Daniel. Empezamos a caminar y nos reímos pensando en qué hacer en el caso de que nos descubrieran. Optamos, por decisión unánime, que la mejor opción sería CORRER. Como alguna vez Jenny le dijo a Forest, Paula me lo diría a mi desde la ventana del curso que daba a la calle: "¡Corre Nico, corre!"
Entré con la cabeza baja, tratando de no llamar la atención. Iba entre Daniel y Paula. Dani, mejor me vuelvo al carajo. No, dale, no seas cagón, ya estas adentro no pasa nada; me dijo agarrando mi brazo. Fuimos directo al curso. Llegábamos después del himno, por lo que el curso ya estaba completo. No habían profesores, solo alumnos, así que Daniel (con una habilidad sorprendente para hablar a multitudes) captó la atención de todos y a modo de vendedor ambulante de colectivo, dijo: "Buenos días estimados compañeros, estimadas compañeras... Si ustedes pensaban que se iban a tener que tragar el último día de secundaria aguantando y hablando con los mismos pelotudos que hace 5 años conocen... ¡entonces les traigo la solución! He aquí, el grosso... el maestro... el único... ¡NICOLÁS BARRIAGA! ¡Directamente traído de Mendoza! ¡Con la ya reconocida sangre que nos caracteriza a todos los Barriagas! Enjoy...!" Mientras todos se reían (porque el no era Barriaga) Daniel aprovechó y de un empujón me largó cual medio kilo de entraña asada a los barrabravas de Boca.
De manera inmediata, todos se me acercaron. Me puse colorado, y el corazón me latía de un modo espantoso. Pero esa sensación con los años iba desapareciendo (¡jamás del todo!) y esta vez no duró mucho. Preguntas que se tapaban con otras, las tape yo con un grito: "¡Buenos días compañeros! Dejenme presentarme, mi nombre es Nicolás Barriaga, me gusta mucho la música y los Simpsons. Vengo de Mendoza Capital, y me pareció injusto que yo empezara las vacaciones una semana antes que ustedes, así que con un poco de empatía resolví acompañarlos en esta breve actividad escolar..." Sonreí, no reí, aunque todos empezaran a hacerlo.
En todo ese despliegue de festejos-a-Nico (admito, era la primera vez que convocaba la risa de tanta gente) entró una señora de, aproximadamente, un metro y medio; con lentes oscuros y los ceños fruncidos. Daba miedo. Todos se callaron y uno de los chicos me tiró hacia un banco que daba a la pared. Acto seguido, se sentó al lado mío. Había perdido de vista a mi primo y a mi potencial novia. Mi compañero de banco me dijo en voz baja "quedate en el molde". El de atrás me pedía que levantara la mano para ir al baño."No jodas Echebú, que la vieja se va a dar cuenta". Los de atrás se reían, mi compañero no. Yo menos que menos.
Bueno chicos, esta es mi última clase con ustedes, y quisiera saber que opinan sobre lo que vivimos a lo largo del año, dijo la profesora con una voz irritable. Que es una vieja de mierda, dijo mi compañero en voz baja. Yo me reí lo mas despacio que pude. Quiero que antes del recreo me anoten en un papel lo que piensan, siendo sinceros. Debajo del mismo me escriben nombre y apellido, ¿entendido? En el segundo modulo los voy a leer en voz alta para compartir opiniones. Me llamo Martín, vos sos Nicolás, ¿no? Me preguntó en voz baja. Si, sos amigo de Daniel. No, Daniel es amigo mío. Me volví a reír. El que tenes puesto es mi uniforme. Gracias entonces. Luego la señora se puso a hablar de que en la Facultad no la íbamos a pasar tan bien como la veníamos pasando hasta el momento, y que nos esperaba lo peor. Realmente una pesada. Habló, habló y habló, hasta que nos dijo que era momento de reflexionar sobre el papel. Este fue el comienzo de mi popularidad en el barrio. Corté un pedazo de papel, y escribí las sabias palabras de mi compañero de banco Martín: "QUERIDA SEÑORITA, YO PIENSO QUE USTED ES UNA VIEJA DE MIERDA. ATTE: EL INTRUSO" Le di mi papel doblado a la compañera que se encargó de recolectarlos y listo, ya lo había hecho. No había vuelta atrás. A simple vista las hojas de Rivadavia dobladas a la mitad parecían todas iguales, pero la mía era diferente. Estaba asustado. Timbre: ¡Recreo!
La profesora fue la primera en salir, por lo que nos dio la oportunidad de quedarnos todos en el curso. Mejor dicho, les dio la oportunidad a "mis" compañeros para arrimarse a hablar conmigo, con "el nuevo". Las chicas eran, en promedio, bastantes lindas. Aproveché para hablar con todas ellas. Supuse que Paula me miraba, y eso me terminó de dar valentía para lo que pensaba hacer luego del recreo. Cuando sonó el timbre, me paré en un banco y dije en voz alta: "Amigos, para que vean que soy un buen compañero, en los próximos diez minutos me voy a encargar de hacer justicia por todos ustedes" Nadie entendió, y creo que escuché un que otro "Que nabo" "Que gil" que venían de la mesa de adelante de la primera fila. Me dio vergüenza y me bajé justo cuando llegaba la profesora. Bueno alumnos, vamos a leer lo que escribieron. "Muy bien dada la materia, profe - Ana María Brastó" "Media dificil en el año, que no lo sea así en Diciembre profe. Yo a usted la quiero una banda - Gonzalo Echebú" Todos se rieron. Cada vez me ponía mas nervioso, necesitaba que llegara el mío. Para pasar el rato y los nervios, agarré una hoja a rallas y empecé a recortarla con la mano en pequeños pedacitos. "A mi la química no me copa tanto, pero que se yo - Gabriela Santos" "Ayude en Diciembre profe, usted a mi me quiere - Gastón Romera" y así siguió hasta que llegó el mío (pretendo volver a escribirlo) Ese que decía "QUERIDA SEÑORITA, YO PIENSO QUE USTED ES UNA VIEJA DE MIERDA. ATTE: EL INTRUSO" Risa multitudinal. Entre esas, la mía. Cuando levanto la vista para ver la reacción de la profesora, escucho el primer grito (que no calmó todas las risas) "¿!¿QUIÉN HA SIDO EL INSOLENTE?!?! ¡¡¡SILENCIO!!!" Furiosa daba bastante mas miedo que seria. Se sacó los anteojos oscuros solamente para revelar esa maligna mirada. Segundo grito (y este si llegó a calmar la risa en su totalidad) "¡¡¡RESPONDANME QUIÉN HA SIDO EL INSOLENTE, QUE DE ACÁ NO SALE NADIE SI NO HAY CULPABLE!!!" Los de la primer fila ya me estaban mirando. Me quedaba poco tiempo, así que agarré el puñado de papel que yo mismo había picado por los nervios, y fui caminando hacia la profesora. Silencio en la sala. Me paré en frente de ella, mirandola desde arriba claro, y me gritó en la cara "¡¿Y USTED QUIÉN CARAJO ES?!" Miré por última vez al curso, volví mi mirada hacia ella. Silencio. Cuando estaba a punto de gritarme de nuevo, agarré mi puñado de papel y lo arrojé hacia arriba, después grité: "¡YO SOY EL INTRUSO, VIEJA!" La señora, asustada, empezó a gritar. Salí corriendo esquivando al preceptor que no entendía que sucedía. Escuché el coro, que eran las risas. Corrí sin parar. Crucé por la plaza, di vuelta en la iglesia y seguí derecho hasta llegar al kiosco. Por acá era. Ahí esta, por acá pasamos esta mañana. Corrí hasta pasar por la bicicletería que ahora estaba abierta. Llegué en unos 10 minutos a la casa de mi tía, solo para darme cuenta que no tenía llave. Me senté en el cordón y esperé durante 3 horas reloj.
Pensé que me había zarpado, no tenía que haberlo hecho. ¿Y si descubrían que yo era primo de Daniel? Se la iban a agarrar con el. Dios. Que estupidez lo que hice. Pero por otro lado, ese acto de rebeldía innecesaria cambiaría por completo mi forma de ser de ahí en adelante. No digo que me hice punk, sino que esa mañana me comparé con el "Nico de 15 años" y saqué la conclusión de que ese Nico había quedado atrás. El de ahora era mas espontáneo, mas dado, mas suelto, mas impulsivo. El de ahora era un idiota, sin duda alguna; pero un idiota que caía bien.
"¡TE ZARPASTE!" me despertó el grito de Daniel. Me había quedado dormido en el cordón con la cabeza apoyada sobre mis brazos, que a su vez, se apoyaban sobre mis rodillas. Levanté la cabeza, lo miré y esperé que me dijera algo. "¡LO QUE NOS REÍMOS CHABÓN! ¡TE ZARPASTE!" Huuuffffff, que tranquilizador fue escuchar decir eso. ¿Pero no hubo bardo? Mirá si el director se da cuenta que soy tu primo. ¿Qué tiene gil? -me preguntó. ¡Hoy fue el último día de la escuela, y yo a esa materia no me la llevo. No pienso ver nunca mas a la vieja Contreras. Además el director no la banca, así que ni le da bola en los reclamos. Me tranquilicé mas aún. "Te zarpaste, pero admito que fue muy gracioso." Di vuelta la cabeza, era Paula con un cigarrillo en la mano. Me miraba con una sonrisa. Por Dios, que linda era. ¿Me convidas? le pregunté estirando la mano hacia ella. ¿Seguro? me respondió preguntando. Apoyé la colilla mojada sobre mis labios, sin soltarlo con la mano. Cerré la boca dejando al objeto cilíndrico apretado entre labio inferior y labio superior. Aspiré. Aspiré todo lo que pude. Sentí que mi pecho iba a reventar, y sin saber en qué momento (cuestiones de milésimas) me vi obligado a expulsar el aire por el mismo lugar por donde entró. El cigarrillo cayó torpemente en mis pantalones (o los pantalones del amigo de mi primo) mientras yo tosía. Los ojos me lloraban mientra escuchaba como reía Daniel. Ay! de mi. Me quemaba, los ojos me lloraban y el pulmón me explotaba. Paula comenzó a darme unas palmadas en la espalda. El cigarrillo lo sacudió con un ágil movimiento de muñeca. Pasaron dos minutos y la mano seguía acariciandome la espalda. Ya esta bien, le traté de decir, pero la voz me salía entre cortada, como si tuviera eso que le dicen "nudo en la garganta", previo al llanto. Pero esto era diferente. Ya, ya esta bien Paula, pude decirle. Levanté la cabeza para verla. La tenía muy cerca. Nos miramos a los ojos, hasta que ella se rió (sospeché que fue una maniobra evasiva para escapar de la situación) y dijo "No tenes que aspirar tan fuerte la primera vez, bobo." Hey, tórtolos, entremos a casa que tengo calor. ¡Daniel saboteando!
Esta noche esta la fiesta de egresados, vos vas a ir con mis viejos y mis tíos y te vas a sentar con ellos. Te comes el garrón, pero después la vas a pasar muy bien, ya te ganaste el respeto de casi todo el curso, me dijo Daniel después de almorzar. Esa tarde lo acompañé a ver camisas. Pasamos por la casa del Echebú, que ahí están los vagos y vamos, ¿si? Si, le dije. Me senté en el cordón mientras mi primo tocaba el timbre. Salieron gritando 3 chicos. "¡Noooo! ¡Mira a quien trajiste!" Me levanté y con una sonrisa les tendí la mano.
-Buenas... yo soy Gonza.
-Pero le decimos Echebú. El es Gastón y yo Martín, ya nos presentamos esta mañana.
-Mucho gusto- Les di la mano a todos.
-Lo que hiciste hoy, pasó a la historia chabón- dijo Echebú.
-Te zarpaste, de una. ¿De dónde eras? - Preguntó Gastón.
-De Mendoza.
-No, pero muy bueno lo de hoy. Esta noche festejamos tu acto justiciero con muchos tragos.

Nos sentamos un rato y todos prendieron un cigarrillo. Martín me pasó la caja para que sacara uno y Daniel dijo "No, ni le des, al mediodía casi se me muere" Contradiciendo lo que mi primo acababa de decir, saqué uno. Lo prendí y esta vez aspiré un poco menos. Tosí un poco, pero hice un esfuerzo para seguir aspirando. La quinta pitada ya era bastante mas placentera que la primera. Terminamos nuestros respectivos cigarrillos y fuimos a tomarnos el colectivo que nos iba a llevar a la tienda de ropa. Una vez ahí, compraríamos la camisa de Daniel, tomaríamos una cerveza en un kiosco que quedaba frente a una plaza y nos volveríamos a "nuestras" respectivas casas a bañarnos y cambiarnos. Entre todas esas actividades, yo hablaría mucho con Martín, un chico alto, de ojos verdes y pelo negro. Tal vez el mas maduro de los cuatro, y por lo que pude ver, líder natural del grupete junto a mi primo (porque a esa edad siempre hay uno o dos líderes, quieran o no) En cuanto a Echebú, me daría la impresión de ser el bufón del grupo, el que siempre decía chistes (malos en su mayoría) y hacía reír a los demás. Ya en su aspecto se le notaba que era del tipo cómico. Un metro sesenta, pelo negro y ojos marrones. Cara de viejo. En cuanto a Gastón, no me relacionaría mucho, por lo menos en esa tarde, sino recién un año después. Pero ese sería mi quinto viaje a Buenos Aires, y ya sería otra historia. Sigamos con esta:
Sentado en la mesa con mis tíos y con los padres de Paula me sentía no muy bien. Decir ABURRIDO sería poco. Así que no pienso escribir sobre ello. Tampoco escribiré sobre cuando vi a Paula entrar en el salón después de ser nombrada. Además no me quiero poner cursi, ni recurrir a clichés tales como "parecía que caminaba en cámara lenta" o "el vestido estaba hecho para ella, y ella para el vestido" o, el peor de todos, "era la mas bella de la noche". Así que saltaremos toda la parte previa y el durante de la cena (comí un horrible pollo relleno que parecía lo hubiese hecho mi hermana con lo que había en la heladera)
He, Justiciero, vamos afuera a pedirnos un fernet, me dijo Echebú que fue el primero en levantarse de la mesa donde todos los egresados habían cenado. Ella es Tatiana, ella Gabriela y ella María. Son amigas nuestras y de Paula, me comentó cuando estábamos en la barra. Las saludé a todas, y me dijeron que lo que había hecho ese día en la mañana había sido genial. Esto se repitió toda la noche, y para los 30 chicos que egresaban esa noche, yo no era Nico, tampoco Barriaga ni mucho menos "El primo de Daniel". Esa noche me llamaba "Justiciero". Un nombre poco humilde, bastante heroico, y ahora que lo pienso, un poco ridículo. Me puse a hablar con una chica que se llamaba María (pero no la amiga de mis amigos, esta era otra María) y noté que Paula me miraba mientras simulaba escuchar a sus amigas. Sentí que tenía que ir a hablarle, le pedí disculpas a esta tal María y fui caminando hacia donde estaba la bellísima y perfecta y única de Paula. ¿Vamos un rato afuera? le pregunté. Me agarró de la mano y me llevó para la puerta. Nos sentamos en el cordón y se prendió un cigarrillo. Le dio cuatro pitadas y me lo pasó. Esta vez no tosí. De hecho, esta vez lo disfruté.
-¿Qué hablabas con la Brastó?
-¿Con quién?
-Con la tarada de María Brastó.
-Ha, nada. Qué se yo.
-Es una tarada. No se que hacías hablando con ella.
-Estas celosa.
-¡¿Qué?!
-Que estas celosa. Fácil.
-Bueno, tampoco te hagas la gran idea solo porque le gritaste a una profesora y ahora fumas.
-Estas ofendida.
-Pffff...
-Si estas ofendida, es porque tengo razón: Estas celosa.
-¿Para eso querías venir afuera? ¿Para hablar estupideces? ¿Por qué estaría celosa yo? A ver, decime.

La miré, me reí, di una pitada mas al cigarillo (esta vez mas larga) y le di un beso. Un beso que habrá durado no se, mucho. El resto de la noche nos quedamos los dos abrazados y sentados en el cordón. Si no fue ese el día que mas tiempo pasé sentado en cordones de vereda, pasa raspando.

Pasé el resto de los días (que eran pocos) con Paula. A veces estabamos con Danie, Martín Echebú y Gastón, pero la mayoría del tiempo solos. Echebú me decía que era un "trifón" entre otros términos que aprendí en ese viaje.
Seguí relacionandome con todos por chat. Y como ya dije, ese año volví a ir por lo menos unas 6 veces a Buenos Aires , y seguí estando con Paula hasta mi 5to regreso. El 6to fue un fiasco. Luego de eso, no volví a ir hasta un año y medio después. A Paula la vi hace 3 meses. Iba caminando sola con su guitarra y un cigarrillo en la mano.
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viernes, 16 de enero de 2009

I.II Lucía

No creo equivocarme al decir que los 14 fueron una de las peores épocas de mi vida. No es que tuve una infancia dura ni nada por el estilo, pero es esa etapa en la que uno empieza a desarrollarse como hombre, y se siente torpe ante cualquier movimiento que realice, por mas estúpido que sea. Por dar un ejemplo, tomarme el colectivo a la vuelta del colegio era un infierno. Llevaba en una mano la mochila (con ruedas), en la otra unas carpetas que no habían entrado en ella, y en el espacio que deja el brazo entre la mano y la axila, llevaba la campera con la que me había abrigado a las 6 de la mañana, pero que terminaba siendo totalmente obsoleta a las 12:45 un día de Septiembre. En fin, levantaba la mano como podía, haciendo señas para que parara el colectivo, y casi siempre lo hacía unos metros mas adelante, lo que me obligaba a correr antes de que se fuera. Subir las escaleras y tratar de agarrar las monedas en del bolsillo (teniendo las manos ocupada, como ya nombré) era la peor parte. Siempre se caía algo, y casi nunca encontraba asiento disponible, por ende, en cada esquina que el colectivo frenaba bruscamente (como les encanta frenar) lo que se caía, era yo.



Pero en fin, ese maldito año concluyó en Diciembre, y mi mamá me dio la noticia: "Nos vamos de vacaciones a Monte Hermoso el 29, decile a tu papá que no organice nada porque este año les toca conmigo"
El año anterior, no habíamos podido ir a ningún lugar por el problema que mi mamá adelantaba: Ambos habían organizado sin previo aviso, y al momento de elegir con quién íbamos a viajar, decidieron que lo justo sería que no fuéramos a ninguno de los dos posibles destinos. Pequeñas y comunes idioteces que suelen cometer los recién-divorciados.
Pero este año mi papá lo entendió. Así que el 29 a la mañana el auto ya estaba en viaje, cargado con bolsos, revistas, mi hermanita, mi mamá y su nuevo novio (y el único que he conocido hasta el día de hoy). Y claro, yo, que iba completamente desconectado del viaje: Tenía revistas, un tetris de mano de esos que vendían en calle Catamarca por $20, un libro de Elsa Bornemann, y un nuevo Discman que había recibido como regalo de cumpleaños adelantado (cumplo en Enero). Escuchaba Andrés Calamaro, Nirvana, Blur, Oasis, y El Otro Yo. (Ok, y Mambrú)
Realmente no me acuerdo cuanto tardamos en llegar, pero si recuerdo que fue un viaje por demás tedioso. Para colmo, Luis odiaba parar, ya que "mínima parada a la estación de servicio, nos demorará una hora Nico". Luis era el novio de mi mamá. Un hombre alto, de ojos verdes y grandes dientes. Parecía siempre decidido al momento de actuar, y parecía saber de todo. Y me explayo "en todo": Idiomas, Geografía, Literatura, Matemáticas, Cine, entre muchas cosas mas. El Fútbol le era completamente indiferente, y creo que por eso me cayó bien de entrada... Nunca había conocido algún hombre tan valiente como para decir que el Fútbol le chupaba un huevo.
Me despierto con la mano de mi mamá sacandome el auricular de la oreja derecha, diciendome de manera muy suave "Nicoooo, despertate que llegamos dale..." Abrí los ojos, me los froté como haría cualquier persona del mundo al ver la incandilante luz del sol, y alcancé a leer un cartel que decía "BIENVENIDO A COMPLEJO TURISTICO AMERICANO". Que nombre de mierda, pensé yo.
Olvidé decir que Luis era un aficionado a la montaña, y a todo eso. Por ende, al lado de todas las cabañas con todo tipo de comodidades, armamos las carpas. "Las carpas son para machos, las cabañas para viejos" me dijo al ver mi cara de chico de favela. Una vez armada las carpas (una para mi hermana y para mi, y otra para Luis y mamá) fuimos a recorrer el complejo de nombre estúpido.
Mi hermana me agarró del hombro y me dijo, ¡nico, nico! ¡vamos para la pile, mira allá! no dije nada y me di vuelta. Si mi verano se iba a basar en dormir en carpa, pileta y la compañía de mi hermana... pues prefería ir a dormir a la carpa, con permiso.
"¡Que buena malla!" sentí una voz por detrás de mi hombro. Yo soy Pablo, ¿dónde compraste esa malla? ¿cómo te llamas? ¿hace mucho que estás acá? me aturdió un gordo grandote, de un metro ochenta aproximadamente, morocho y con cara de bonachón. No, acabo de llegar, y me parece una mierda. Si, a mi también, pero solamente fui a la pileta, mi papá me dijo que por allá atrás está la playa. Lo acompañé, y le conté quien era, y en dónde me había comprado la malla. El parecía ponerle especial atención a todas mis palabras, y siempre con cara de sorprendido. Hacía muchas preguntas. Al principio pensé que me estaba tomando el pelo, pero no tuvieron que pasar 5 minutos para darme cuenta de que, simplemente, el era así.
La playa me gustó menos que la pileta: Estaba toda llena de piedras y la arena era sucia (o sea, con ramas y hojas) y seguía pensando en que la mejor opción era ir y acostarme en la carpa. Che Pablo, me voy a acostar, sigo pensando que esto es una mierda. No para, me dijo como asustado de quedar solo, vamos a la pileta dale. La cara de bueno (y su gran cuerpo) me impedía decirle que no jodiera, así que le dije "Bueno, vamos..."
Me senté en la reposera, a la sombra, y me arrepentía de haber ido. Dios, que mal humor con el que lidiaba. Necesitaba un libro, o música. ¡Metete Nico, veni! El gordo pesadeaba constantemente. Yo me hacía el dormido. En eso, me cae una pelota (de esas que pica) en la cara. "¡Perdoname loco!" escuché mientras me tapaba el ojo. Todo bien, dije. Me llamo Martín, pero el que tiró la pelota es el idiota aquel; señaló a un chico flaco y alto. Incluso mas flaco que yo, de lentes. No se qué haría con lentes en la pileta, pero por un momento pensé que tendría problemas mentales. No dije nada, y Martín siguió hablando: "Venite así jugamos a la pelota en el agua, nos haría falta uno mas" Le dije que yo estaba con el gordo que salpicaba a las señoras cada vez que se tiraba de bombita, que ahí íbamos.
Nunca fui bueno para los deportes, pero por alguna extraña razón, ese día les gané a los dueños de la pelota (digo "les gané", porque Pablo no se movía ni porque se jugara una Cindor) Creo que por eso les caí tan bien, a los 3. Quedamos en encontrarnos después de cenar en la plaza.
Me voy con unos amigos, le dije a mi mamá. ¿Viste que te ibas a hacer amigos? ¿Qué te dije yo?
Pasé por Pablo que estaba a dos carpas de la mía, y nos encontramos con los otros dos en los columpios. El flaco se llamaba Joaquín, y era la persona mas rara que había conocido hasta ese entonces. Se vestía con pantalones cortos, que terminaban considerablemente arriba de las rodillas. Tenía un corte tasa, y los lentes no se los sacaba jamás. Hablaba con una voz muy grave, que parecía de adulto, y usaba palabras tales como "choclero" "merlillero" y "sucucho". Martín, por otro lado, era bastante mas bajo, ni flaco ni gordo, ojos verdes y pelo negro. Hablaba mucho. Tenían la misma edad que yo. Gordo, ayudame a subir al árbol, le dijo Martín. No me digas gordo, decime Pablo. Dale gordo, no te hagas el idiota y ayudame. Me volves a decir gordo, y te cago a piñas. Bueno, no te enojes... ¡GORDO! Creo que verlo a Pablo corretear a Martín fue lo único divertido de esa noche.
Al otro día, mi mamá me despierta diciendome "Nico, hay un amiguito tuyo que te ha venido a buscar, despertate" Era Pablo, y no entendía qué hacía despierto tan temprano. Vamos a la pile, dale. Rascandome los ojos, le dije: Espera que coma algo y que me lave la cara. Me esperó y nos fuimos directamente al agua. Habrá pasado una hora para que llegaran los otros dos muchachos. "Nico, mira esa mina, esta re fuerte" Alta, de pelo rubio y ojos celestes. Quien la acompañaba debía ser su hermana mas chica, sin duda alguna, y su madre. Se sentaron las 3, en dos reposeras. La madre se puso a leer y a tomar mates, mientras que sus hijas se metieron al agua. Acerquemonos un poco a ver si le podemos hablar, dijo Martín. Le hice caso y para allá fuimos.
Tenemos una pelota, y nos faltan dos, ¿quieren jugar con nosotros? (cuando dijo eso, no pude evitar pensar que era el filo de Martín para conseguir amigos) Si, claro; contestó la mas grande. Bueno, vos sos con el y vos conmigo. Martín me había mandado, amablemente, a la mas grande a mi. Jugamos sin hablar, hasta que aparecieron Pablo y Joaquín. ¿Podemos jugar? No jodan, dice Martín, ya somos 4. La chica que estaba conmigo dijo que ella ya se había cansado, que podía meterse uno. Sobre la misma, yo repetí. Salimos los dos a la orilla de la pileta mientras Pablo y Martín se peleaban, en vez de jugar. Yo soy Nico, ¿vos? - Lucía, ¿sos chileno? - No, mendocino (años después, esa confusión me hubiese molestado) Tengo 14 años - Yo 13, y Mica 12. Somos de Comodoro Rivadavia. Y así hablamos por un rato bien largo. No recuerdo mas que eso, lo que si me acuerdo es que cuando las chicas se fueron, Martín me decía "¡Bueeenaaa chamuyerooo!" Era la primera vez que hablaba así con una chica, así que no me molestaba en lo mas mínimo que me dijeran "chamuyero".
Esa noche nos juntamos con las chicas en el pool, a jugar y a escuchar una banda que se llamaba "EUFORIA" y hacían covers de La Renga. Debe haber sido el primer recital que vi, porque desde ese momento, quise aprender a tocar la guitarra.
La noche anterior habíamos quedado en ir a hacer Sandboard, que era como el Snowboard, pero como bien indica el nombre, en vez de deslizar en nieve, esta vez era en arena. Alquilamos una tabla para los 4 y nos fuimos a las dunas. ¡Que cosa horrible, por Dios! En las dunas no hay telesillas, o pomas. No. En las dunas uno se tira por una bajada que dura, como mucho, 27 segundos, y la cual se termina bajando la mitad de la misma rodando. Al llegar a base, uno agarra la tabla y empieza a caminar hacia arriba, hacia donde están los que también pusieron plata para la tabla, hacía donde estábamos 2 minutos antes, hacia la cima. Con arena en la boca, y el corazón en la garganta, uno pasa la tabla y se sienta con el fin de descansar, mientras el sol pega de lleno en la nuca y no hay otra salida que eliminar toxinas a través de la transpiración, que es mucha. Eso, durante 3 horas (que era lo que duraba el alquiler) Como se desea la pileta en esos momentos.
Otro grupo de chicos, que estaban a 20 metros, se reían cada vez que nos caíamos. Martín estaba de los pelos, y decía "Vamos a cagarlos a trompadas, qué se ríen estos putos" Yo le paraba el carro, porque ellos eran 5, nosotros 4. La cosa se tornó un poco mas violenta, cuando empezaron a gritarnos, a través de un pegajoso cántico, "son de goma, la puta que los parió..." Martín estaba rojo. Se acaba el tiempo de alquiler, volvamos; dijo Joaquín. Dale, le dije yo, agarrando a Martín del codo.
¿Y como la pasaron con la tabla? Preguntó curiosa Lucía cuando nos vio llegar a la pileta. De 10, le dije. Aprendimos a saltar y a hacer piruetas, ya vamos a ir con vos para que nos veas. Mentira, no pensaba volver al infierno arenoso ese. Sentía que había sido la mañana mas calurosa que un chico de 14 años pudiera aguantar. Esa tarde jugamos a la pelota en el agua, y a las cartas en las reposeras. Joaquín había llevado un budín que había hecho su mamá en casa, 4 días atrás. Tenía frutas abrillantadas, por ende nadie quiso. Sigo sin saber quién mierda inventó lo de las frutas abrillantadas, y mucho menos, a quién mierda le gustan las frutas abrillantadas. Sostengo hasta el día de hoy, que deben ser (acompañado de las galletas PEPAS que vienen en el paquete de Diversión) el peor invento que el hombre creó en el ámbito culinario (dulce)
Ahí están los mariquitas, dijo uno de los pibes en voz alta refiriendose claramente a nosotros. Los voy a matar, decía Martín. Tranquilo, le dije, ya va a haber ocasión.
Esa noche salimos los 7 (mi hermana incluida) y fuimos al pool. Las chicas se fueron temprano a dormir (mi hermana incluida) y con los chicos nos fuimos a caminar. Yo no podía dejar de pensar en Lucía, y en lo linda que era, que pim, que pum. En eso, me pasa una piedra por al lado de la cabeza. "¡La puta madre!" grito, me doy vuelta y veo al grupo de imbéciles de las dunas. Esta vez eran mas. La pregunta fue clara: "¿Quieren piña, putos?" En eso, Martín les grita "Vengan, si se la aguantan". 7 chicos de 14 a 16 años corriendo hacia nosotros no era la postal mas agradable de Monte Hermoso. Esperé con el codo hacia atrás, y el puño cerrado, pensando en lo mucho que me iba a doler lo que recibiera. De frente mar, en la cara del que me tocaba a mi. Cayó y no se volvió a levantar. "Wooow, que fácil" pensé, y en eso me cae un escuálido encima, se me cuelga del cuello y empieza a patalear. Yo no llegaba a pegarle, así que me fui corriendo de espaldas hacia el árbol mas cercano hasta chocarlo. Gritó como nena, eso me acuerdo. Joaquín estaba mano a mano con uno, Martín pegando patadas en el piso, y Pablo (haciendo valen su cuerpo) se había cargado a dos, y me ayudó con el de la espalda (que no se había soltado) agarrandolo de los pelos y tirandolo al suelo. Algunos estaban llorando, Martín le había hecho salir sangre de la nariz a su contrincante, y (no se ni como ni en qué momento ocurrió) Joaquín le pegaba patadas a su enemigo que estaba en el piso gritando. Fui, lo frené y nos fuimos (caminando) para la pileta. Al principio nos reíamos, de que "los habíamos matado". Todos les festejábamos a Pablo que se había cargado a 3, y todo eso. Después Joaquín pensó en voz alta que podían tener hermanos mas grandes. Nos preocupamos, pero no tanto. Si tienen hermanos, ¡pues que vengan con hermanos! dijo Martín. Nos fuimos a dormir.
El sol de las 3 de la tarde nos pegaba en la cara, que hacía hermosas sombras sobre las mismas. Creo que caminábamos en cámara lenta con los pelos a viento, y de fondo debe haber sonado Back In Black de Ac/Dc. Eramos temidos. Jodidos. Los mas malos de la quincena. ¡El complejo de nombre idiota era nuestro!
Tomamos un jugo en la barra de la pileta, y nos fuimos a la playa. Sentíamos que la gente nos miraba con admiración, como si todos se hubiesen enterado de la batalla campal de la noche anterior. Joaquín había escuchado, mientras almorzaba, que Lucía (se quedaba en la carpa de al lado) y su hermana iban a alquilar un cuatriciclo para andar por la playa. Tenemos que hacernos los que no sabíamos nada, nos ven, nos llaman, y andamos en cuatri toda la tarde, dijo. Y así fue. Cuando me tocó subirme al cuatriciclo, Lucía me preguntó si podía ir conmigo. ¡Claro! le dije. Fue muy raro. Me sentía como acalorado mientras aceleraba el móvil. No se si era por como calentaba el motor, que pegaba directamente sobre mi flaca y pelada pierna desnuda de pantalón, o si por lo mucho que apretaba Lucía mi estomago con sus brazos cada vez que aceleraba mas de la cuenta. Así por media hora, fácil. Últimos días.
Yo quería quedarme, pero Luis dijo que tenía que volver de urgencia, porque no se qué había pasado en la oficina. ¡Aughh! Esa era la última noche. Envidiaba vilmente a los chicos, que se quedaban 3 días mas. ¿Pero no te quedabas hasta el Martes? me preguntó Martín. Si, pero el novio de mi mamá se tiene que volver porque tuvo un problema en la oficina, no se que mierda. Bueno, esta noche es tu despedida entonces, me dijo. Tenemos que avisarle a Lucía, si o si. No había entendido ese "si o si", pero estaba completamente de acuerdo.
Esa tarde estuvimos en la pileta, en la playa, en las dunas, en la plaza y en la barra. Había que recorrer todo el último día, según Martín. A la noche, la idea era ir a jugar al pool, porque además tocaba una banda cover de Los Rodriguez.
Terminamos de cenar, y nos juntamos (mi hermana incluida) en la entrada del bar. No pudimos jugar porque estaba lleno, pero disfrutamos de la banda. El cantante se parecía mucho a Egon, de los cazafantasmas. Incluso llegaba a tener el mismo pelo. Le faltaba la mochila. Con Lucía nos reíamos de eso.
Después nos fuimos todos a charlar a la pileta. Martín contaba (por decimoctava vez) como le había "roto la cara" a ese chico, días atrás. Después adulaba a Pablo, y ahí todos le gritábamos "¡TITÁN!" y el gordo se ponía rojo. En esos momentos, en donde sus de sorprendido y su inocente sonrisa gobernaban su cara, nadie se podría imaginar que era una maquina de moler idiotas. ¡Ja!
Bueno, nos vamos a dormir. Eso dijo Lucía mientras se paraba. ¡Aughhh! Me gustaba y no había tenido posibilidad de decirle (en realidad la tuve un montón de veces, eso era lo peor) Nos saludaron y se fueron. ¡Anda y decile pelotudo! me dijo Martín en voz baja. Le dije que no jodiera. Que no quería. No me animaba en realidad. Mi hermana se fue a dormir y nos quedamos los 4 sentados al costado de la pileta. Los chicos me trataban de convencer de que fuera. No quería. Les decía que no. No podía dejar de pensar en qué hubiese pasado. Estaba triste. No la iba a ver mas. Supongamos que pasó media hora. Ok. Ahí recién me terminaron de convencer. Les dije que ya no podía que estaban durmiendo. Martín se enojó, se paró y dijo "Gordo, ayudame" Esta vez Pablo no se quejó por su apodo, se paró y entre los dos me agarraron y me llevaron para la carpa. Joaquín se reía y yo los insultaba de una manera desquiciada. Me dejaron al lado de la carpa y salieron corriendo. Yo intenté hacer lo mismo que ellos pero torpemente me tropecé con una estaca de la carpa. Se movió toda...
"¡¿Quién es?!" preguntó susurrando Lucía, que claramente estaba asustada. Me quedé mudo. Se abrió el cierre. Atiné a correr, pero di dos pasos y me volví. No se por qué. Soy yo, le dije. Nico, ¿qué pasó? Podrías haber dicho mi nombre y salía, casi despertás a mi mamá. Perdón, le respondí, es que necesito hablar con vos. Salió, le pedí disculpas por haberla despertado pero me dijo que no dormía, que hablaba con su hermana. ¿De qué hablabas a esta hora? Se quedó callada, y se río (risa incomoda) Le volví a preguntar: Dale, ¿de qué hablabas? - De vos, me dijo. ¿De mi? - Si, de vos. - ¿Qué hablabas de mi? - No se, qué se yo... de que en Comodoro no hay muchos chicos como vos... no se Nico, que se yo. - Mi estúpido sistemita cardiovascular me delataba a ruidos como de costumbre... "¡CLUM CLUM, CLUM CLUM!" - ¿Chicos "así"? le pregunté - ¡Ay si! - me dijo, enojada por la incomodidad. Ok, era mi oportunidad: Torpe y velozmente acerqué mis labios a los de ella, y le di un beso. Era mi primer beso, y francamente no sabía como dar uno. Así que me dejé guiar por lo que había visto en películas de comedia romántica británicas, como en las que suele actuar Hugh Grant. Agarré con un brazo su cintura, y con el otro su nuca. Ella hizo lo mismo. Duró como 2 minutos. Cuando separé su cara de la mía, me dijo "Te voy a extrañar, pedile mi mail a los chicos" y me dio un pre-mini-beso de despedida. Se estaba metiendo a la carpa, cuando se volvió y me dio el último y definitivo beso de despedida (no tan mini). Salí caminando a la calle, y mis amigos empezaron a gritar y a aplaudir. Les pedía que se callaran, que Lucía iba a escuchar, pero no me hicieron caso, así que me alejé lo antes que pude de la escena.
Nos volvimos a la pileta, les conté lo sucedido. Yo estaba muy contento. Se notaba, lógicamente. Anoté en un papel los mails de Martín y de Joaquín (Pablo no tenía) y me despedí de ellos. Nunca mas los volví a ver.
Habré chateado (Messenger 4.1) firmemente con Lucía durante 7 meses. Después la conexión fue mas vaga, y se deterioró al punto de no hablar mas al cabo de un año.
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miércoles, 14 de enero de 2009

I.I. Carolina

Era la segunda vez (y la última, hasta el día de hoy) que había visitado Brasil, pero la primera en tener "contacto" con alguna chica. Y al decir "contacto" entiendase un mínimo acercamiento a alguien del sexo opuesto que no haya sido madre, hermana, tía o prima.
Yo tenía 12 años y mi papá nos había llevado a mi y a mi hermana, de viaje. Mis viejos se habían divorciado hacía poco, y era la primera vez que íbamos a viajar los 3 solos. Cuando fuimos a comprar los pasajes a la agencia de viajes que queda en Peatonal, entre 9 de Julio y España, no podía dejar de sentir en el pecho esa horrible sensación de que me iba aburrir olímpicamente; y que mi única diversión iba ser pelear con mi hermana hasta que mi papá nos retara, solamente para volver a aburrirme.
Sin embargo, al subirme por primera vez en mi vida a un avión, experimenté una especie de temor que divertía. Y sin tener que pelear con mi hermana, me entretuve durante todo el viaje (Mendoza-Chile / Chile-Brasil) mirando la ventanilla y escuchando música en mi walkman. Escuchaba The Offspring y Green Day. Me divertí incluso en las 2 horas de espera en el aeropuerto de Chile leyendo El Condorito De Oro que mi papá me compró para que no rompiera las pelotas como lo hacia de costumbre. ¡Plop!

Cuando llegamos al hotel en Florianopolis, unos botones (como los de las películas) nos recibieron los bolsos y uno de ellos me miró y me dijo: "¡Boa tarde menino!" Pensé en lo poco que me había costado entender lo que me dijo, y supuse que tal vez era una especie de "niño-genio" y que recién, a los 12 años, lo estaba descubriendo. Fantaseé con eso hasta llegar a la habitación. Nos acomodamos y mi papá nos dijo que se iba a "tirar a dormir una siesta", que fuéramos a la pileta. Pero yo quiero ir a la playa, le dije, cuando me despierte, me respondió.
Nos sentamos en las reposeras y mi hermana (en ese entonces, hermanita) me invitó a sumergirme en la pileta, como si fuera de ella. Le dije que no jodiera, que me iba a poner a escuchar música y que si me llegaba a salpicar le iba a dejar el ojo morado. Debo haberme quedado dormido como media hora, porque cuando abrí los ojos, en la pileta (antes desierta) habían como unos 7 niños jugando, entre ellos, mi hermanita; que cuando me vio levantarme me gritó a viva voz "¡Nico! ¡Veni que te presento a mis amigos!" Sentí mucha verguenza, y opté por dar vuelta el cassette, y volver a recostarme. Tenía muchas ganas de ir, pero no me animaba, y estaba rogando que mi hermana volviera a llamarme. Pero no lo hacía. ¡Niña idiota! Me di vuelta y me convencí de que cualquiera que entablara amistad con mi hermanita, debía de ser alguna especie de infradotado o algo por el estílo.
Sentí en la espalda que una mano mojada me palpaba, lleno de furia me di vuelta para gritarle "¡Pendeja de mierda, te dije que no me mojaras!", pero antes de poder hacerlo, vi unos dientes con aparatos que se movían para arriba y para abajo, como queriendo decir algo. ¿Perdón? pregunté al no entender nada, Dije que si vos sos Nico, el hermano de Dani, yo soy Carolina, pero podés decirme Caro... Dale, veni a jugar a la pileta con nosotros. La niña en cuestión, agarró mis dedos con su ya nombrada mano mojada y me llevó hacia el grupo de chicos.
Todos hablaban sentados en el borde de la pileta, y ni bien llegamos, Carolina me dijo el es Mati y su hermano Facu, son de Bahía Blanca, el es Rodrigo y es de Buenos Aires, ella es Clara, mi hermana mas chica, nosotros somos de Cordoba por eso tenemos este acento ¿viste? Y bueno, tu hermana Dani ya nos dijo que eran de Mendoza. Yo sin emitir ningúna palabra me senté. ¿Cuantos años tenes? me preguntó el tal Mati con cara de curioso. 12 le dije timidamente. Yo también pibe. El tiene 11 (dijo señalando a su hermano) y Rodrigo 13. Nosotros estamos acá hace 3 días, así que ya somos amigos. ¡Ella tiene 10, como yo Nico! Me dijo mi hermana abrazando a Clarita. Y yo tengo 13, me dijo Carolina, tocandome la cabeza, y llegamos ayer. En ese momento quedé congelado y sentí que mi corazón latía mucho mas rápido de lo normal. Carolina era alta, flaca, de pelo negro y ojos verdes. Debe haber sido la única chica que vi que los aparatos la hacían, incluso, mas linda de lo que era.
No hablas mucho, ¿verdad? me preguntó Rodrigo, con un tono medio molesto al oído (o por lo menos, a MI oído) Si, pero le cuesta agarrar confianza respondió mi hermana por mi. En cualquier otra situación, le hubiese dado un chirlo en la cabeza, pero esta vez la verguenza me ganaba.
A los 20 minutos ya había podido entablar lo que se conoce como "una conversación" con el grupo de niños. Miraba a todos a los ojos, excepto a Carolina. Ella y Rodrigo eran los mas grandes del grupo, así que hablaban de cosas mas importantes. Yo había pegado buena onda con Matías y su hermano, mientras que Dani jugaba en la pileta con Clarita. Matías tenía una cara realmente de niño-loco, flaco (aunque no tanto como yo) rubio y de grandes ojos verdes/amarillos. Hablaba mucho, y todo lo que decía me causaba gracia; ya sea por LO QUE DECÍA, o por la manera en que lo hacía. Su hermano era mas callado, me hacía acordar a John Connor de Terminator II, porque se le caía un mechón de pelo a la cara. Lo imaginaba diciendo "Hasta la vista, baby" y me reía por adentro. Tenía puesta una a malla a cuadritos, muy cortita y su piel era blanca-blanca, lo cual no era muy coherente teniendo en cuenta que llevaban ahí 3 días.
En el momento mas divertido, apareció mi padre con un bolso en la mano y nos gritó "¡Chicos, vamos!" Yo no quería irme, pero me levanté sin protestar. Carolina me miró y me preguntó ¿A dónde van? No se, a la playa con mi papá. Ha, bueno, nosotras ya vamos, estamos esperando que mis papás se levanten de la siesta. Nos vemos allá, nosotras estamos siempre al lado del cartel rojo de coca-cola.
Cuando llegué a la playa (estaba a una cuadra) no encontraba ningún cartel rojo, o sea, ¿era un cartel clavado en la arena, o colgado de un árbol? Tendría que haberle preguntado, soy un tarado, ¿Ahora qué mierda hago? Me recorrí la playa de punta a punta, protestando en mi mente y maldiciendo ese supuesto cartel rojo. Cuando volvía sentí que gritaban mi nombre. Ahí estaba Matías, Facu, Clarita, Carolina y mi hermana (que sin moverse del lugar donde se había quedado mi papá, fue encontrada por el clan antes que yo) Me senté y Caro me dijo ¡Te estabamos buscando! ¿Dónde te habías metido? No se, me había ido a caminar por ahí, que se yo; le dije haciendome el desinteresado. Jugamos a la casita robada con Matías, Facundo y Carolina. Menos mal que no estaba el pesado ese de Rodrigo, no lo toleraba. Pero como todo lo bueno, dura poco. "¡Caro!" Y la puta madre, ahí venía el pesado a molestar a Carolina, que tan bien la estaba pasando conmigo. Encima, vivo porteño, se sentó entre ella y yo. De haber sido mas grandote, lo hubiese embocado, pero la diferencia de edad me dejaba en desventaja. Rodrigo era alto, de grandes rulos y ojos marrones. Flaco y canchero (insoportablemente canchero) al momento de hablar. Usaba ropa muy grande para lo que era su cuerpo. Si el era talla "M", seguro compraba "L". Caro, ¿vamos a jugar al bolley? le preguntó, Si dale. ¡Encima se hace el deportista, el imbécil! Seguro que ella le dijo que si para no hacerlo sentir mal, pero prefiere estar acá conmigo jugando a la casita robada.
"Chicas, vamos que papá nos espera para salir a comer" gritó la madre de Caro. ¡Como les gustaba a los padres gritar, en vez de acercarse a decir las cosas como la gente! Caro dejó la pelota, y se vino hacia donde estábamos sentados nosotros. Rodrigo la siguió. Esta noche nos vamos a juntamos en el lugar de anoche a jugar al metegól, ¿no? Si, obvio, dijo Mati. Ok, nos vemos a las 11 entonces, es acá a la vuelta... sabés? Nos vemos ahí, me dijo, y me dio un beso en la mejilla. Otra vez ese molesto latido. ¡Clum clum! ¡Clum clum!
Terminamos de comer en el resto del hotel, y Matías (que estaba a dos mesas de la nuestra) se paró y me dijo "Nico, vamos que allá deben estar los chicos" Le pregunté a mi papá si podía ir, y me dijo que solo si llevaba a mi hermanita y que no le sacara el ojo de encima. "Solo si llevas a tu hermanita y no le sacas el ojo de encima" Le pedí plata, agarré a Dani de la mano y me fui con el otro par de hermanos. Era a la vuelta. Llegamos y ahí estaba ella, gritando alegre mientras jugaba al metegól con Clarita. Rodrigo no va a poder venir porque mañana se tiene que levantar temprano para ir al shopping con la familia, dijo cuando nos vio. Y después me preguntó "¿Jugas?" Le dije que si y nos quedamos jugando como 3 fichas seguidas al metegol. No quería que se acabara, por eso cuando estaba a punto se llegar al arco, la tiraba para atrás haciendo de cuenta que era un accidente. Ella se burlaba jocosamente, pensando que no sabía jugar, pero en el barrio yo era conocido como "El Matador". Para el metegól, claro, porque para los deportes verdaderos (especialmente para el fútbol) era de madera.
Volvimos a las 12:30, creo que fue una de las primeras veces que volvía tan tarde a mi casa... bah, "a mi casa"... una forma de decir; a mi habitación.
Linda Carolina, ¿no?, me preguntó mi hermana con cara de viva. Si, que se yo, le respondí haciéndome "el otro".
A la mañana siguiente me desperté de un extraño buen humor, desayunamos y nos fuimos para la playa. Cuando llegué estaba Matías tirandose arena con Facundo. Me saludó, y ahí recordé que Rodrigo estaba en el shopping con su familia, por ende, iba a tener la posibilidad de estar toda la mañana con Carolina, sin interrupciones.
Nos sentamos y le pregunté por las chicas, me dijeron que no las habían visto. Estuve nervioso hasta el momento en que llegaron a la playa. Ella tenía cara de dormida, me saludó y me dijo "Perdón por la cara, no me podía levantar, mi mamá tuvo que tirarme de la cama" nos pusimos a jugar a la casita robada, y como a las 11:30, Matías propone ir a meternos al mar. Aceptamos y nos fuimos corriendo. "Chapoteamos", como decía Facundo, como hasta las 12. Ahí estaban las voces de los padres de nuevo, a gritos, que era la hora de comer.
La tarde preferimos pasarla en la pileta, tomando helados. Rodrigo seguía sin llegar.
A la noche, en el resto del hotel, estábamos todos, y le preguntamos a nuestros padres si podíamos sentarnos todos los niños juntos en una mesa. Nos dijeron que si, y copiando y pegando, ellos juntaron mesas y comieron juntos. Al principio pensé que mi papá podría llegar a aburrirse, pero lo vi muy entretenido hablando con la tía de Matías y Facundo. No sentí celos.
Esa noche estábamos muy cansados para ir a jugar al metegól, así que preferimos quedarnos al costado de la pileta, con los pies en el agua, charlando. Tipo 10:30 aparece por el patio Rodrigo, y Matías le grita. Estuve todo el día en el centro, me compré ropa y me hice un tatuaje miren. Pero es temporal, dura como 15 días. Todos estábamos sorprendidos, incluso yo, aunque disimulé mi sorpresa preguntando "¿No habían otros diseños mas copados? Es que a mi no me gustan los dragones" Mentira, amaba los dragones.
Como al 5to día de la misma rutina, mi papá nos dijo: "Mañana vamos a ir temprano al Shopping, así que a las 11:30 tienen que estar en la cama"
En esa época, todo estaba muy barato en Brasil, así que mi papá me compró 3 cassettes, uno viejo de The Offspring que nunca había escuchado (ni sabía que existía) que se llamaba "Smash", "Dookie" de Green Day, y "Sgt. Pepper..." de Los Beatles; este último lo elegí por descarte (Llevando 2, regalaban uno) y lo vine a escuchar, recién, 2 años después.
Hacía ya 8 días que estábamos en Brasil, y nos quedaban 2. Yo me quería quedar mas tiempo, y le rogaba a mi papá que lo hiciéramos. ¿Pero vos te pensas que yo no tengo que trabajar? me preguntó medio enojado. Me voy a la pile, si me quedan dos días, prefiero disfrutarlo con los chicos, que escuchar a mi papá. "¡Nico!" Haaaaa... hermosa voz. Vamos a la playa dale, rápido. Me agarró la mano, y fuimos caminando rápido hasta el cartel rojo (que por primera vez, pude reconocer) Mi hermana nos seguía atrás, hablando con Clarita. Mañana nos vamos, me dijo. ¡¿Qué?! No podía creerlo. Este es nuestro último día de playa, y esta noche hacemos la despedida en el metegól, vas a ir... ¿no? Si, si, claro. Seguía sin poder creer que fuera mi último día con Carolina. ¡Tenía que hacer algo! Decirle lo mucho que me gustaba, o algo, pero si ella me decía que yo no le gustaba, lo que quedaba del día sería un momento muy incomodo, y ni hablar de ir a su despedida.
Los estuvimos buscando en la pile, ¿Cuánto hace que están acá? Era Matías, que atrás traía a Facundo, y al perrito guardián, o sea, Rodrigo. Menos de 20 minutos, le dijo Caro.
Ese día jugamos a las cartas, nos metimos al mar, no hubo volley (ja!) y comimos unos de esos choclos con manteca que venden en la playa.
"¡Apuráte que nos tenemos que bañar todos nene!" Estaba muy nervioso, y mi hermana no me dejaba tranquilo. Me puse 4 veces shampoo, 2 enjuague y le robé un poco de perfume a mi papá. Una vez en el resto, fui con mi hermanita directo a "La mesa joven" como la llamaba Matías. ¿Vos también te vas mañana? Me preguntó Rodrigo con cara de preocupado. No, me voy pasado. Ha, yo también, me dijo. Nosotros nos vamos mañana a la tarde, así que tenemos la mañana para estar en la pile, me dijo Facundo. Carolina propuso intercambiar correos (no, en esa época no usábamos e-mail) anoté las 3 direcciones en una servilleta, y quedamos en volver a juntarnos al siguiente verano, ya sea en Mendoza, en Bahía Blanca, en Buenos Aires, en Córdoba, o en Brasil.
Esa noche en el metegól, gané 2 veces contra Facundo y Rodrigo (yo era con Matías) y perdí 2. "Empate, loco" dijo Matías. Yo me reí. Hablaba de una manera tan graciosa. Creo que me dejé de reír cuando volví del baño y vi a Rodrigo hablando con Carolina muy de cerca. ¡Se hace el vivo, si la música no esta tan fuerte! Puede hablar a una distancia normal. Cuando me voy a donde esta Matías, Carolina me agarra la mano y me pide que la acompañe un segundo a ver por última vez la playa. Dios, era ese latido, mas violento que nunca. Rodrigo debía estar muriendo de envidia. ¡Ja!
Caminamos la playa hasta el final, sin decir una palabra y de la mano, al punto que nos transpiraba. No quería que la playa terminara nunca. Cuando volvíamos, me dijo que estaría "re-bueno" que nos escribiéramos durante el año, y arreglar para el año que viene en poder juntarnos. Me metí la mano en mi bolsillo, saqué un chocolate a medio derretir que traía de la noche anterior y le dije "¿nos sentamos y lo comemos?" Me dijo que no, que estaba apurada, tenía que buscar a Clarita en el metegól y estar antes de las 12 en la habitación porque se iban muy temprano. ¿A qué mierda quería que la acompañe entonces? pensé. No, bueno, dale, mejor si; me dijo. Nos sentamos, partí el chocolate en dos, y le di la mitad-mas-grande. Lo comimos, me volvió a agarrar la mano y me dijo: "La pasé muy bien con vos Nico, espero volver a verte alguna vez" y me dio un beso en la mejilla. Inexplicablemente, luego del beso, mi corazón volvió a su estado natural. Me sentía cómodo. Seguimos de la mano hasta llegar al metegól. Ella saludó con un abrazo y un beso a todos, lo mismo hizo Clarita. Yo fui el último en ser saludado, y no es por ser charlatán, pero mi abrazo fue considerablemente mas largo que el de los demás, y puedo estar seguro también, de que apretó mas fuerte conmigo que con los otros.
A la mañana siguiente me sentía feliz por lo de la noche anterior, pero vacío al saber que ella se había ido. Pasé por su puerta del 203 (su habitación), por las dudas de que la madre sospechara de lo nuestro, y que, con un poco de empatía, optara por quedarse un día mas para no hacernos sufrir. No escuché ningún ruido, tampoco golpeé, me fui a la pileta. Ahí estaban los chicos. Nos vamos a las 12 loco, me dijo con cara triste Matías. Parecía que todo se derrumbaba, primero Carolina, después los hermanos Facu y Mati, y al otro día yo. Yo hubiese preferido irme esa misma tarde, no podía soportar estar en la playa sin la gente con la que estuve casi 10 días. Me quería ir.
Matías empezó a hablar, que pim, que pum, yo le festejaba todo con una risa mas que natural. No es que no me sintiera mal, sino que era muy cómico escucharlo. Bueno, chicos, estuvo muy bueno ser amigo de ustedes. ¿Se estaba despidiendo? Mas le vale que escriban loco, dijo mientras se paraba. Si, se estaba despidiendo. Nos paramos, nos dimos un abrazo y se fueron a dentro del hotel. Su familia estaba armando los bolsos arriba. Supuse que mi papá estaría despidiendose de la tía. Acto seguido, mi hermanita dijo "Me voy a jugar a la habitación".
Y ahí estaba yo, sentado con Rodrigo. No hablamos. Nos miramos de vez en cuando. Así por 5 minutos, hasta que el rompió el silencio diciendo "Menos mal que te quedas hasta mañana, no se que hubiese hecho si me quedaba solo" La verdad es que yo pensaba lo mismo... Aunque claro, hubiese preferido que fuera Caro la que se quedara, o en todo caso, Matías. Pero era verdad: Menos mal que estaba el. Fuimos a la playa.
Te gustaba Carolina... ¿no? le pregunté. No, ni ahí. Yo tengo novia en Buenos Aires. Ni, nada que ver. - 30 segundos de silencio incómodo - ...además, ella gustaba de vos... ¿De quién te crees que fue la idea de que fueran a la playa? Cuando me dijo eso, me quedé helado. ¡Como no le dije a Caro lo que sentía el día anterior en la playa! Me detuve: Era lamentarse, o alegrarse. Llorar o reír. Opté por lo segundo, me alegré... ¡Yo le había gustado!
Ese día me di cuenta que Rodrigo era "re-copado". ¿Quién iba a pensarlo? Me entró a caer muy bien, justo el último día. Estuvimos hasta las 9:30 en la playa. Ya era de noche, pero la seguía pasando bien. Ya no quería irme. Terminamos jugamos al volley.
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