miércoles, 14 de enero de 2009

I.I. Carolina

Era la segunda vez (y la última, hasta el día de hoy) que había visitado Brasil, pero la primera en tener "contacto" con alguna chica. Y al decir "contacto" entiendase un mínimo acercamiento a alguien del sexo opuesto que no haya sido madre, hermana, tía o prima.
Yo tenía 12 años y mi papá nos había llevado a mi y a mi hermana, de viaje. Mis viejos se habían divorciado hacía poco, y era la primera vez que íbamos a viajar los 3 solos. Cuando fuimos a comprar los pasajes a la agencia de viajes que queda en Peatonal, entre 9 de Julio y España, no podía dejar de sentir en el pecho esa horrible sensación de que me iba aburrir olímpicamente; y que mi única diversión iba ser pelear con mi hermana hasta que mi papá nos retara, solamente para volver a aburrirme.
Sin embargo, al subirme por primera vez en mi vida a un avión, experimenté una especie de temor que divertía. Y sin tener que pelear con mi hermana, me entretuve durante todo el viaje (Mendoza-Chile / Chile-Brasil) mirando la ventanilla y escuchando música en mi walkman. Escuchaba The Offspring y Green Day. Me divertí incluso en las 2 horas de espera en el aeropuerto de Chile leyendo El Condorito De Oro que mi papá me compró para que no rompiera las pelotas como lo hacia de costumbre. ¡Plop!

Cuando llegamos al hotel en Florianopolis, unos botones (como los de las películas) nos recibieron los bolsos y uno de ellos me miró y me dijo: "¡Boa tarde menino!" Pensé en lo poco que me había costado entender lo que me dijo, y supuse que tal vez era una especie de "niño-genio" y que recién, a los 12 años, lo estaba descubriendo. Fantaseé con eso hasta llegar a la habitación. Nos acomodamos y mi papá nos dijo que se iba a "tirar a dormir una siesta", que fuéramos a la pileta. Pero yo quiero ir a la playa, le dije, cuando me despierte, me respondió.
Nos sentamos en las reposeras y mi hermana (en ese entonces, hermanita) me invitó a sumergirme en la pileta, como si fuera de ella. Le dije que no jodiera, que me iba a poner a escuchar música y que si me llegaba a salpicar le iba a dejar el ojo morado. Debo haberme quedado dormido como media hora, porque cuando abrí los ojos, en la pileta (antes desierta) habían como unos 7 niños jugando, entre ellos, mi hermanita; que cuando me vio levantarme me gritó a viva voz "¡Nico! ¡Veni que te presento a mis amigos!" Sentí mucha verguenza, y opté por dar vuelta el cassette, y volver a recostarme. Tenía muchas ganas de ir, pero no me animaba, y estaba rogando que mi hermana volviera a llamarme. Pero no lo hacía. ¡Niña idiota! Me di vuelta y me convencí de que cualquiera que entablara amistad con mi hermanita, debía de ser alguna especie de infradotado o algo por el estílo.
Sentí en la espalda que una mano mojada me palpaba, lleno de furia me di vuelta para gritarle "¡Pendeja de mierda, te dije que no me mojaras!", pero antes de poder hacerlo, vi unos dientes con aparatos que se movían para arriba y para abajo, como queriendo decir algo. ¿Perdón? pregunté al no entender nada, Dije que si vos sos Nico, el hermano de Dani, yo soy Carolina, pero podés decirme Caro... Dale, veni a jugar a la pileta con nosotros. La niña en cuestión, agarró mis dedos con su ya nombrada mano mojada y me llevó hacia el grupo de chicos.
Todos hablaban sentados en el borde de la pileta, y ni bien llegamos, Carolina me dijo el es Mati y su hermano Facu, son de Bahía Blanca, el es Rodrigo y es de Buenos Aires, ella es Clara, mi hermana mas chica, nosotros somos de Cordoba por eso tenemos este acento ¿viste? Y bueno, tu hermana Dani ya nos dijo que eran de Mendoza. Yo sin emitir ningúna palabra me senté. ¿Cuantos años tenes? me preguntó el tal Mati con cara de curioso. 12 le dije timidamente. Yo también pibe. El tiene 11 (dijo señalando a su hermano) y Rodrigo 13. Nosotros estamos acá hace 3 días, así que ya somos amigos. ¡Ella tiene 10, como yo Nico! Me dijo mi hermana abrazando a Clarita. Y yo tengo 13, me dijo Carolina, tocandome la cabeza, y llegamos ayer. En ese momento quedé congelado y sentí que mi corazón latía mucho mas rápido de lo normal. Carolina era alta, flaca, de pelo negro y ojos verdes. Debe haber sido la única chica que vi que los aparatos la hacían, incluso, mas linda de lo que era.
No hablas mucho, ¿verdad? me preguntó Rodrigo, con un tono medio molesto al oído (o por lo menos, a MI oído) Si, pero le cuesta agarrar confianza respondió mi hermana por mi. En cualquier otra situación, le hubiese dado un chirlo en la cabeza, pero esta vez la verguenza me ganaba.
A los 20 minutos ya había podido entablar lo que se conoce como "una conversación" con el grupo de niños. Miraba a todos a los ojos, excepto a Carolina. Ella y Rodrigo eran los mas grandes del grupo, así que hablaban de cosas mas importantes. Yo había pegado buena onda con Matías y su hermano, mientras que Dani jugaba en la pileta con Clarita. Matías tenía una cara realmente de niño-loco, flaco (aunque no tanto como yo) rubio y de grandes ojos verdes/amarillos. Hablaba mucho, y todo lo que decía me causaba gracia; ya sea por LO QUE DECÍA, o por la manera en que lo hacía. Su hermano era mas callado, me hacía acordar a John Connor de Terminator II, porque se le caía un mechón de pelo a la cara. Lo imaginaba diciendo "Hasta la vista, baby" y me reía por adentro. Tenía puesta una a malla a cuadritos, muy cortita y su piel era blanca-blanca, lo cual no era muy coherente teniendo en cuenta que llevaban ahí 3 días.
En el momento mas divertido, apareció mi padre con un bolso en la mano y nos gritó "¡Chicos, vamos!" Yo no quería irme, pero me levanté sin protestar. Carolina me miró y me preguntó ¿A dónde van? No se, a la playa con mi papá. Ha, bueno, nosotras ya vamos, estamos esperando que mis papás se levanten de la siesta. Nos vemos allá, nosotras estamos siempre al lado del cartel rojo de coca-cola.
Cuando llegué a la playa (estaba a una cuadra) no encontraba ningún cartel rojo, o sea, ¿era un cartel clavado en la arena, o colgado de un árbol? Tendría que haberle preguntado, soy un tarado, ¿Ahora qué mierda hago? Me recorrí la playa de punta a punta, protestando en mi mente y maldiciendo ese supuesto cartel rojo. Cuando volvía sentí que gritaban mi nombre. Ahí estaba Matías, Facu, Clarita, Carolina y mi hermana (que sin moverse del lugar donde se había quedado mi papá, fue encontrada por el clan antes que yo) Me senté y Caro me dijo ¡Te estabamos buscando! ¿Dónde te habías metido? No se, me había ido a caminar por ahí, que se yo; le dije haciendome el desinteresado. Jugamos a la casita robada con Matías, Facundo y Carolina. Menos mal que no estaba el pesado ese de Rodrigo, no lo toleraba. Pero como todo lo bueno, dura poco. "¡Caro!" Y la puta madre, ahí venía el pesado a molestar a Carolina, que tan bien la estaba pasando conmigo. Encima, vivo porteño, se sentó entre ella y yo. De haber sido mas grandote, lo hubiese embocado, pero la diferencia de edad me dejaba en desventaja. Rodrigo era alto, de grandes rulos y ojos marrones. Flaco y canchero (insoportablemente canchero) al momento de hablar. Usaba ropa muy grande para lo que era su cuerpo. Si el era talla "M", seguro compraba "L". Caro, ¿vamos a jugar al bolley? le preguntó, Si dale. ¡Encima se hace el deportista, el imbécil! Seguro que ella le dijo que si para no hacerlo sentir mal, pero prefiere estar acá conmigo jugando a la casita robada.
"Chicas, vamos que papá nos espera para salir a comer" gritó la madre de Caro. ¡Como les gustaba a los padres gritar, en vez de acercarse a decir las cosas como la gente! Caro dejó la pelota, y se vino hacia donde estábamos sentados nosotros. Rodrigo la siguió. Esta noche nos vamos a juntamos en el lugar de anoche a jugar al metegól, ¿no? Si, obvio, dijo Mati. Ok, nos vemos a las 11 entonces, es acá a la vuelta... sabés? Nos vemos ahí, me dijo, y me dio un beso en la mejilla. Otra vez ese molesto latido. ¡Clum clum! ¡Clum clum!
Terminamos de comer en el resto del hotel, y Matías (que estaba a dos mesas de la nuestra) se paró y me dijo "Nico, vamos que allá deben estar los chicos" Le pregunté a mi papá si podía ir, y me dijo que solo si llevaba a mi hermanita y que no le sacara el ojo de encima. "Solo si llevas a tu hermanita y no le sacas el ojo de encima" Le pedí plata, agarré a Dani de la mano y me fui con el otro par de hermanos. Era a la vuelta. Llegamos y ahí estaba ella, gritando alegre mientras jugaba al metegól con Clarita. Rodrigo no va a poder venir porque mañana se tiene que levantar temprano para ir al shopping con la familia, dijo cuando nos vio. Y después me preguntó "¿Jugas?" Le dije que si y nos quedamos jugando como 3 fichas seguidas al metegol. No quería que se acabara, por eso cuando estaba a punto se llegar al arco, la tiraba para atrás haciendo de cuenta que era un accidente. Ella se burlaba jocosamente, pensando que no sabía jugar, pero en el barrio yo era conocido como "El Matador". Para el metegól, claro, porque para los deportes verdaderos (especialmente para el fútbol) era de madera.
Volvimos a las 12:30, creo que fue una de las primeras veces que volvía tan tarde a mi casa... bah, "a mi casa"... una forma de decir; a mi habitación.
Linda Carolina, ¿no?, me preguntó mi hermana con cara de viva. Si, que se yo, le respondí haciéndome "el otro".
A la mañana siguiente me desperté de un extraño buen humor, desayunamos y nos fuimos para la playa. Cuando llegué estaba Matías tirandose arena con Facundo. Me saludó, y ahí recordé que Rodrigo estaba en el shopping con su familia, por ende, iba a tener la posibilidad de estar toda la mañana con Carolina, sin interrupciones.
Nos sentamos y le pregunté por las chicas, me dijeron que no las habían visto. Estuve nervioso hasta el momento en que llegaron a la playa. Ella tenía cara de dormida, me saludó y me dijo "Perdón por la cara, no me podía levantar, mi mamá tuvo que tirarme de la cama" nos pusimos a jugar a la casita robada, y como a las 11:30, Matías propone ir a meternos al mar. Aceptamos y nos fuimos corriendo. "Chapoteamos", como decía Facundo, como hasta las 12. Ahí estaban las voces de los padres de nuevo, a gritos, que era la hora de comer.
La tarde preferimos pasarla en la pileta, tomando helados. Rodrigo seguía sin llegar.
A la noche, en el resto del hotel, estábamos todos, y le preguntamos a nuestros padres si podíamos sentarnos todos los niños juntos en una mesa. Nos dijeron que si, y copiando y pegando, ellos juntaron mesas y comieron juntos. Al principio pensé que mi papá podría llegar a aburrirse, pero lo vi muy entretenido hablando con la tía de Matías y Facundo. No sentí celos.
Esa noche estábamos muy cansados para ir a jugar al metegól, así que preferimos quedarnos al costado de la pileta, con los pies en el agua, charlando. Tipo 10:30 aparece por el patio Rodrigo, y Matías le grita. Estuve todo el día en el centro, me compré ropa y me hice un tatuaje miren. Pero es temporal, dura como 15 días. Todos estábamos sorprendidos, incluso yo, aunque disimulé mi sorpresa preguntando "¿No habían otros diseños mas copados? Es que a mi no me gustan los dragones" Mentira, amaba los dragones.
Como al 5to día de la misma rutina, mi papá nos dijo: "Mañana vamos a ir temprano al Shopping, así que a las 11:30 tienen que estar en la cama"
En esa época, todo estaba muy barato en Brasil, así que mi papá me compró 3 cassettes, uno viejo de The Offspring que nunca había escuchado (ni sabía que existía) que se llamaba "Smash", "Dookie" de Green Day, y "Sgt. Pepper..." de Los Beatles; este último lo elegí por descarte (Llevando 2, regalaban uno) y lo vine a escuchar, recién, 2 años después.
Hacía ya 8 días que estábamos en Brasil, y nos quedaban 2. Yo me quería quedar mas tiempo, y le rogaba a mi papá que lo hiciéramos. ¿Pero vos te pensas que yo no tengo que trabajar? me preguntó medio enojado. Me voy a la pile, si me quedan dos días, prefiero disfrutarlo con los chicos, que escuchar a mi papá. "¡Nico!" Haaaaa... hermosa voz. Vamos a la playa dale, rápido. Me agarró la mano, y fuimos caminando rápido hasta el cartel rojo (que por primera vez, pude reconocer) Mi hermana nos seguía atrás, hablando con Clarita. Mañana nos vamos, me dijo. ¡¿Qué?! No podía creerlo. Este es nuestro último día de playa, y esta noche hacemos la despedida en el metegól, vas a ir... ¿no? Si, si, claro. Seguía sin poder creer que fuera mi último día con Carolina. ¡Tenía que hacer algo! Decirle lo mucho que me gustaba, o algo, pero si ella me decía que yo no le gustaba, lo que quedaba del día sería un momento muy incomodo, y ni hablar de ir a su despedida.
Los estuvimos buscando en la pile, ¿Cuánto hace que están acá? Era Matías, que atrás traía a Facundo, y al perrito guardián, o sea, Rodrigo. Menos de 20 minutos, le dijo Caro.
Ese día jugamos a las cartas, nos metimos al mar, no hubo volley (ja!) y comimos unos de esos choclos con manteca que venden en la playa.
"¡Apuráte que nos tenemos que bañar todos nene!" Estaba muy nervioso, y mi hermana no me dejaba tranquilo. Me puse 4 veces shampoo, 2 enjuague y le robé un poco de perfume a mi papá. Una vez en el resto, fui con mi hermanita directo a "La mesa joven" como la llamaba Matías. ¿Vos también te vas mañana? Me preguntó Rodrigo con cara de preocupado. No, me voy pasado. Ha, yo también, me dijo. Nosotros nos vamos mañana a la tarde, así que tenemos la mañana para estar en la pile, me dijo Facundo. Carolina propuso intercambiar correos (no, en esa época no usábamos e-mail) anoté las 3 direcciones en una servilleta, y quedamos en volver a juntarnos al siguiente verano, ya sea en Mendoza, en Bahía Blanca, en Buenos Aires, en Córdoba, o en Brasil.
Esa noche en el metegól, gané 2 veces contra Facundo y Rodrigo (yo era con Matías) y perdí 2. "Empate, loco" dijo Matías. Yo me reí. Hablaba de una manera tan graciosa. Creo que me dejé de reír cuando volví del baño y vi a Rodrigo hablando con Carolina muy de cerca. ¡Se hace el vivo, si la música no esta tan fuerte! Puede hablar a una distancia normal. Cuando me voy a donde esta Matías, Carolina me agarra la mano y me pide que la acompañe un segundo a ver por última vez la playa. Dios, era ese latido, mas violento que nunca. Rodrigo debía estar muriendo de envidia. ¡Ja!
Caminamos la playa hasta el final, sin decir una palabra y de la mano, al punto que nos transpiraba. No quería que la playa terminara nunca. Cuando volvíamos, me dijo que estaría "re-bueno" que nos escribiéramos durante el año, y arreglar para el año que viene en poder juntarnos. Me metí la mano en mi bolsillo, saqué un chocolate a medio derretir que traía de la noche anterior y le dije "¿nos sentamos y lo comemos?" Me dijo que no, que estaba apurada, tenía que buscar a Clarita en el metegól y estar antes de las 12 en la habitación porque se iban muy temprano. ¿A qué mierda quería que la acompañe entonces? pensé. No, bueno, dale, mejor si; me dijo. Nos sentamos, partí el chocolate en dos, y le di la mitad-mas-grande. Lo comimos, me volvió a agarrar la mano y me dijo: "La pasé muy bien con vos Nico, espero volver a verte alguna vez" y me dio un beso en la mejilla. Inexplicablemente, luego del beso, mi corazón volvió a su estado natural. Me sentía cómodo. Seguimos de la mano hasta llegar al metegól. Ella saludó con un abrazo y un beso a todos, lo mismo hizo Clarita. Yo fui el último en ser saludado, y no es por ser charlatán, pero mi abrazo fue considerablemente mas largo que el de los demás, y puedo estar seguro también, de que apretó mas fuerte conmigo que con los otros.
A la mañana siguiente me sentía feliz por lo de la noche anterior, pero vacío al saber que ella se había ido. Pasé por su puerta del 203 (su habitación), por las dudas de que la madre sospechara de lo nuestro, y que, con un poco de empatía, optara por quedarse un día mas para no hacernos sufrir. No escuché ningún ruido, tampoco golpeé, me fui a la pileta. Ahí estaban los chicos. Nos vamos a las 12 loco, me dijo con cara triste Matías. Parecía que todo se derrumbaba, primero Carolina, después los hermanos Facu y Mati, y al otro día yo. Yo hubiese preferido irme esa misma tarde, no podía soportar estar en la playa sin la gente con la que estuve casi 10 días. Me quería ir.
Matías empezó a hablar, que pim, que pum, yo le festejaba todo con una risa mas que natural. No es que no me sintiera mal, sino que era muy cómico escucharlo. Bueno, chicos, estuvo muy bueno ser amigo de ustedes. ¿Se estaba despidiendo? Mas le vale que escriban loco, dijo mientras se paraba. Si, se estaba despidiendo. Nos paramos, nos dimos un abrazo y se fueron a dentro del hotel. Su familia estaba armando los bolsos arriba. Supuse que mi papá estaría despidiendose de la tía. Acto seguido, mi hermanita dijo "Me voy a jugar a la habitación".
Y ahí estaba yo, sentado con Rodrigo. No hablamos. Nos miramos de vez en cuando. Así por 5 minutos, hasta que el rompió el silencio diciendo "Menos mal que te quedas hasta mañana, no se que hubiese hecho si me quedaba solo" La verdad es que yo pensaba lo mismo... Aunque claro, hubiese preferido que fuera Caro la que se quedara, o en todo caso, Matías. Pero era verdad: Menos mal que estaba el. Fuimos a la playa.
Te gustaba Carolina... ¿no? le pregunté. No, ni ahí. Yo tengo novia en Buenos Aires. Ni, nada que ver. - 30 segundos de silencio incómodo - ...además, ella gustaba de vos... ¿De quién te crees que fue la idea de que fueran a la playa? Cuando me dijo eso, me quedé helado. ¡Como no le dije a Caro lo que sentía el día anterior en la playa! Me detuve: Era lamentarse, o alegrarse. Llorar o reír. Opté por lo segundo, me alegré... ¡Yo le había gustado!
Ese día me di cuenta que Rodrigo era "re-copado". ¿Quién iba a pensarlo? Me entró a caer muy bien, justo el último día. Estuvimos hasta las 9:30 en la playa. Ya era de noche, pero la seguía pasando bien. Ya no quería irme. Terminamos jugamos al volley.

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