domingo, 8 de noviembre de 2009

Miércoles de Bombal

"¡Se me va YA a la concha de su madre!" parece que le dijo el taxista desde el volante. El otro hombre, por simple lógica, reaccionó mal y le respondió cualquier grosería. El taxista, que era un intolerante neonazi, quería dejar bien en claro su postura: No llevaría al pasajero al barrio Bombal ni por $17 el kilómetro.
"Mire, tachero estúpido, yo voy al barrio Bombal y USTED me va a llevar" La situación se tornaba densa. El Taxista soltó la palanca de cambio, abrió la guantera y sacó una Smith & Wesson 1917 americana calibre .45. Apuntando a la cabeza del pasajero, dijo: "Tenemos un pequeñísimo problema, vos y yo" El hombre del asiento, que no le temía a nada, le volvió a responder guarangadas. "Andate a la concha de tu madre", le debe haber dicho; porque en ese instante, y sin dudarlo un segundo, el tachero jaló del gatillo, haciendo que el martillo percutor del revolver impulsara velozmente la vaina de la .45 long colt, dando como resultado un proyectil de 240 gramos que volaría la cabeza de nuestro desafortunado protagonista.
"Todo los miércoles el mismo chiste, pelotudo" dijo el taxista mientras -entre movimientos bruscos- se disponía a limpiar la sangre del asiento trasero. Al mismo tiempo, la cabeza del pasajero se armaba de nuevo, como una película en rewind. "Entendelo de una buena vez: yo al Bombal, entre-semana, NO VOY" decía el conductor, un poco más calmado, mientras limpiaba el asiento de cuero con una Balerina roja -que alguna vez fue amarilla-.
El pasajero, que ahora se bajaba del auto, cerró la puerta con amor (sic) y dijo -entre el pequeño espacio que dejaba de la ventanilla semiabierta- con tono suave y sosegado, "Te odio, hijo de puta."
Extravagancias de un inmortal. Leer más...

jueves, 9 de julio de 2009

.she is in low-fi

-Hola. ¿Qué necesitas?
-Hola. Conocerte.
-¡Wacaleeee!
-¿Wacaleeee?
-Si. Dijiste la cuarta frase mas asquerosa de nuestro idioma.
-¿Qué frase?
-"Quiero conocerte"
-Yo no dije eso. Solo dije "Conocerte"
-Es lo mismo. Vos resumís, pero quisiste decir lo mismo.
-Puede ser. ¿Y cuáles son las tres primeras?
-¿Las tres primeras qué?
-Digo, la tres primeras frases mas asquerosas de nuestro idioma.
-¿Ves? Resumís. No puedo decirte. Son demasiado asquerosas.
-Insisto.
-Te digo la tercera, pero me niego a pronunciar las dos primeras.
-Creo que con la tercera puedo conformarme.
-Ok. "Gracias por existir"
-Ah... Verdad. Asquerosa.
-Te lo dije.
-No quiero pensar cómo serán las dos primeras.
-Ni lo intentes.
-Ya nos estamos conociendo, ¿Viste?
-Disculpame, pero creo que tu concepto de CONOCER difiere un poco al de la realidad.
-¿Qué decís?
-Conocerme sería saber qué color es el que mas me gusta, qué pido en McDonalds o que canción me hace feliz o triste... lleva tiempo.
-Boludeces.
-¿Perdón?
-Según lo que me decís, CONOCER lleva tiempo. Boludeces, digo yo. Yo ya te conozco.
-Pero si es la primera vez que hablamos, mentiroso.
-Soy tu groupie, ¿Sabías?
-Pensé que groupies eran solo mujeres.
-Solo cuando los rockeros son hombres.
-Yo no soy rockera.
-¡Sos popera!
-Me calza mejor ese. De todas formas, odio las etiquetas.
-¿De cigarrillo?
-Las de cerveza.
-No hay que odiarlas.
-¿Vos no odias nada, acaso?
-En lo absoluto.
-Mentís de nuevo. También mentís al decir que sos mi groupie o al decir que nos conocemos. Sos un MENTIROSO.
-Y odias las etiquetas.
-Las de cerveza.
-Soy tu groupie.
-¿Mío o de mi música?
-Mas tuyo que de tu música.
-Mi música no te gusta.
-Claro que si. Pero vos me gustas mas.
-¡Hijo de puta!
-¿Qué pasó?
-Esa es la sexta... no, perdón, la séptima frase mas asquerosa de nuestro idioma: "Me gustas"
-Pfffff. No comparto. Me parece una frase genial. Simple y concisa. Me encanta. Es mas; se estaría hablando, incluso, de la frase MENOS asquerosa de nuestro idioma.
-Ja! Sabes que es mentira.
-Imposible, yo no miento.
-Si. Estas lleno de frases asquerosas, y mentirosas.

-Asquerosas, puede ser. Mentirosas... ¡jamás!
-¿Te gusto en serio, entonces?
-Si.
-Pero no nos conocemos.
-Y pero yo soy tu groupie.
-Pero creo que los groupies están medios enfermos, o algo por el estilo.
-...
-Por favor, no digas esa. Esa es la segunda.
-¿Perdón?
-"Enfermo..."
-...por vos?"
-¡Puaj you!
-Perdón. De todas formas, no pensaba decirla.
-Que flojo.
-¿Perdón? ¿Me repetís lo que dijiste?
-Que flojjjo.
-Ja! Pronuncias la J de una manera muy graciosa.
-¿Cómo?
-No se. Es que tengo que confesar que tu voz (y ruego, no te enojes) me resulta chistosísima.
-Risa fácil, vos.
-No en serio. Si cierro los ojos, y te escucho hablar, pienso en un nene, o una nena, o un Daniel Johnston.
-¿UUUNNN Daniel Johnston?
-Si.
-¿Uno solo?
-Si.
-¿Tan low-fi sueno al hablar?
-Si. Como cassette.
-Oh.
-Me gusta tu buzo.
-Gracias.
-Lo vi hace rato. Antes de venir a hablarte.
-Ah.
-¿Te enojaste?
-No, por favor.
-El buzo es de tu infancia.
-De la infancia de una amiga. Se lo robé recién del placard.
-Sabia decisión.
-...
-...
-No voy a darte un beso, ¿Sabés?
-No esperaba que lo hicieras.
-¿Porque soy Low-fi?
-Porque sos popstar.
-"Popera" me sentaba mejor, querido desconocido.
-"Conocido" me sienta mejor, querida popera.
-Tengo la sensación de que nos vamos a ver seguido.
-Vivimos a dos cuadras y esta fiesta no significa nada. Te espero mañana.
-Lindo volver a verte.
-Esa es la primera. ¿Viste?
-¿La primera qué?
-La primera frase mas asquerosa de nuestro idioma.
-Ya se. No tuve opción.
-Hasta mañana.
-Hasta el Viernes.

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jueves, 7 de mayo de 2009

.pills

Al principio me dijo que era Prozac. Un día dijo me tomo el Yasmin y vuelvo. Pero a las 3 semanas descubrí que lo que tomaba, realmente, eran pastillas para volar. Y cuando digo "volar" no hablo del estado que te producen las drogas. No, yo digo "volar" literalmente. Tardaba 4 minutos de su casa a la mía, porque en el aire no hay tanto tráfico como en la calle, a lo sumo habrán siete u ocho personas flotando al pedo; y son re-fáciles de esquivar.
Nunca pude saber el nombre de esa estúpida pastilla. ¡Y justo ahora que necesito estar en Bosnia! Leer más...

domingo, 1 de marzo de 2009

.muerte una noche de Enero

Era de noche y estaba completamente encerrado en una encrucijada de vida o muerte, esa estúpida encrucijada que alguna vez en la vida le termina llegando a todo el mundo. Se sentía acorralado en la pared, en el vértice de la pared, pero no quería moverse... no vaya a ser cosa que despertara a la víctima.
La víctima en cambio (o mejor dicho, la potencial-víctima) parecía dormir plácidamente en su cama, con la cabeza apoyada en la almohada húmeda de la transpiración propia de una noche de Enero.
Era momento de decidir qué hacer. De todas formas, iba a morir: ya sea de hambre, o en su intento de alimentarse. Porque su dieta no consiste en lo que se conoce como "normal". No, el preferiría alimentarse de sangre; una elección para algunos bastante idiota y asquerosa, pero para otros placentera. Para el, por ejemplo, placentera. Pero esto iba a otro nivel que sobrepasaba el placer, esto iba directamente a la supervivencia, al no morir. Porque el se crió así, chupando a oscuras la sangre de los demás, y así lo hizo desde niño. Así lo criaron, o mejor dicho, así se crió. Porque nadie lo ayudó. Al encontrarse solo en el mundo, no hubo otra alternativa que dejarse guiar por el instinto. Ese instinto de prevalecer con el que todos nacen. Pero volvamos a lo que importa: La decisión.

Por un lado sería completamente cruel abusarse del dueño de casa, que ningún reproche le hizo por pasar la noche ahí, sin siquiera preguntarle si podía. Pero por otro lado, estaba a punto de morir. Moriría de hambre, o de viejo. Porque el ya estaba en la etapa final de su vida. No pasaría de esta noche, lo sabía perfectamente. La muerte estaba cerca, acechando en esa calurosa habitación de 4x4. ¡Y antes que morir de (o con) hambre, preferible irse con las necesidades básicas satisfechas! Despidiendo al mundo que lo vió nacer y crecer, con la actividad que mas placer le generaba: Clavar sus dientes (que eran muchos) y zambullirse de lleno sobre el cuello lleno de sangre. ¡Festín culinario, sin duda alguna!
Primero dió vueltas alrededor de la cama, como meditando por última vez si lo que iba a hacer sería lo correcto. Luego, se arrimó hacia la víctima y le dijo suavemente en el oído: "Perdón por lo que estoy a punto de hacer, pero lo necesito. Espero, sepas comprenderme". No lo despertó, por suerte. De todas formas, despierto o dormido, ese hombre sería incapaz de entenderlo; ni por mayor esfuerzo que hiciera. Ya era hora de morder.
Puso sus manos sobre el cuello (estaba mojado) y lenta pero decididamente agujereó la arteria que lo atravesaba. No había vuelta atrás, ahora era cuestión de succionar y sentir el placer de tibia sangre ajena entrando en su frío cuerpo. Y ahí estaba. Placer extremo. ¡Peligro! Movimiento: La mano de la víctima tratando de espantar eso que tanto inquietaba su sueño, por suerte se corrió justo a tiempo y el golpe solo terminó en el aire. Era un acto reflejo, por ende seguía dormido.
El principal problema de la sangre, es que después de probarla, uno siempre quiere mas. Y así fue con nuestro protagonista: Quería mas. Era insaciable. No había podido alimentarse lo suficientemente bien como para dejar de molestar durante toda la noche. Quería mas. Mas y mas. Esta vez fue un poco mas brusco y clavó sus dientes torpemente sobre el cuello de nuevo. Succionó, pero de manera desesperada, con mucha fuerza, como si estuviera famélico. Ahora si, la víctima despertó y lo sorprendió con los dientes en sus venas. Gritó de rabia y trató de pegarle. Volvió a escapar, pero no tan lejos como para desaparecer de la habitación. La luz se acababa de prender, y ahora los enemigos se enfrentaban cara a cara: El trató de salir por la puerta, pero la víctima (ahora agresor) se interpuso, obligandolo a retroceder hacia la esquina donde se encontraba inicialmente. No había salida. Iba a morir. No de hambre. No con hambre. No de viejo. Iba a morir porque estaba a punto de ser asesinado. Tal vez se lo merecía. Tal vez no. Iba a morir igual. Retrocedió hasta toparse con la pared, y fue ahí cuando el agresor alzó su brazo bien alto, y avanzó con toda la fuerza posible aplastando y destruyendo a mano abierta su cabeza; manchando así de sangre la pared. A esto le siguió el grito de victoria, como de guerra "¡Mosquito del orto!"

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sábado, 28 de febrero de 2009

.ocho bits / lado B

Cuando JIB se subió al auto de su padre y miró por la ventanilla escapando de su hermana molesta, nunca imaginó lo que ese viaje significaría para él. JIB había partido hacia confines inesperados. En el auto sonaba la FM más cercana que después, de a poco, se iría distorsionando con el movimiento del auto.
El día en que llegaron, o sea ese mismo día, 8 horas más tarde, las sierras de Córdoba pronosticaban lluvia y la neblina cubría todo Santa Rosa de Calamuchita. Las vacaciones familiares constaban de: A, JIB el supuesto protagonista de nuestra historia; B, Delfina, su hermana unos años menor que él; C, Ernesto, el padre de ambos dos; y por último Celene, la mujer que los acompañaba con el fin de hacer de comer, lavar, limpiar, cuidar a los chicos, etcétera. Alquilaron un loft muy bonito cerca del río. Era agosto. Nadie sale de vacaciones en agosto. Fueron vacaciones de emergencia. La ferviente vehemencia de Ernesto por el trabajo había encontrado su tope en la locura así que agarro a sus pichones, a Celene y partió hacia 5 días de paz.

Desde el momento en que JIB miró por la ventana supe que tramaba algo. Tiempo después me enteraría de que pasó dos días encerrado en su casa-hotel, otros dos tratando de entablar amistades y otro (el quinto y último día) lo usaría para culminar el juego. El quinto día era el jaque mate de las vacaciones. De su misión
Pasaremos entonces, a lo que realmente me interesa: el quinto día.
JIB se levanta con una sonrisa e impaciente porque sabe que este es el día. Desayuna, se lava los dientes y pasa toda la mañana dibujando planos, mapitas, en su cuaderno. Y piensa. Esas dos horas de mañana las piensa.
Pero JIB no es un ermitaño. JIB trama algo. Almuerza y sale despacio al calor sofocante de la siesta cordobesa bajo el amparo de una gorra con las iniciales NY en color azul. Son las dos de la tarde y el sol que envuelve a JIB no es joda. La plaza del pueblo es el lugar elegido. Es el centro del pueblo. A 1 cuadra la iglesia. A 2 la heladería. A 6 el cementerio. A 4 su casa-hotel. A 5 la escuela. Sus amigos, esos que lo seguirían hasta el fin del mundo porque él en dos días había sabido ganarse su confianza, eran tres y los llamaremos así: uno, dos y tres. Los 5 entonces (JIB, Delfina, uno, dos y tres) se encontraron en la plaza desolada de tanta siesta. Hablaron bajo la sombra de un palo borracho durante un tiempo. El reloj corría. A las siete en punto se acababan sus improvisadas vacaciones.
Son las 4:23 p.m. del 17 de agosto. Ya no hace tanto calor. Es más, un par de nubes pronostican lo que vendrá. La imagen es gris, desahuciada y llena de espasmo. Tenemos 5 soldados de terracota de 12 años frente a una reja que les da la bienvenida. Con la ropa que lleva puesta bien podrían ser los Power Rangers, pero no. Son 5 soldados hechos y derechos. Los espera del otro lado del murallón de ladrillo visto, el cementerio. Un lugar donde todos los muertos generan su propia sociedad, sus propias reglas. Conviven. Sí, los muertos ahí conviven. JIB sale lo que hace. Da una recorrida y ve lápidas, pero sabe que sólo son cadáveres pudriéndose. Unos en la pared, otros en el suelo, otros en pequeñas casitas, como si fueran los muertos más afortunados, los muertos más muertos. Se impresiona con las casitas y entra a una que dice BERTRAKOS, así en mayúsculas, en letras doradas, en la entrada. Ve cómo los cadáveres lo rodean y no se inmuta siquiera. Sus amigos andan por ahí. Su hermana lo espera afuera de la casa de los Bertrakos viendo como las señoras se pasean con ramos de un lado al otro. Prestándoles atención ahora que no les hace falta. Unas llevan muchas flores de colores y otras son más francas y sumisas. Concluyó en que las flores de colores iban a parar a las casitas. Pensó que de muerta se iba a hacer una de esas casitas.
Entonces, JIB está rodeado de personas y se divierte adivinando si los cadáveres se están pudriendo solos, si ya son cenizas o si los gusanos se ocupan de ellos. Encuentra, de repente, uno que le llama la atención en especial, uno con muchas flores y agua, con fotos y pinta de recién muerto: José Imanol Bertrakos. 1798-1899 decía. 3 de enero de 1798 – 16 de agosto de 1899 decía. Su cara ahora era de espanto pero salió con calma. Al verlo Delfina lo siguió y sus amigos uno, dos y tres (que ahora lo estaban esperando) también. Pasaron por varios lugares, el panteón de niños, pasadizos, telas de arañas, montañas y montañas de crisantemos secos, un baño sucio, y, por último, el lugar prohibido, el lugar verdaderos muertos. La fosa común. El lugar donde los muertos cobraban vida. Donde la luz mala había nacido. JIB llegó poseído y se arrodilló bien al borde. Miró al cielo para no vomitar y escuchó las gotas caer sobre sus antepasados. Todos los siguieron. JIB, el mesías del grupo, pidió silencio. Y el rebaño de pastores lo acompañó. Su hermana, orgullosa, hasta sintió una muesca de pútrida alegría. Porque sí, porque nos toca a nosotros rezó JIB en un mantra que hizo eco entre los muertos. Porque nos toca a nosotros repitió el rebaño. Se quedaron así, en sus respectivos mudras, callados, alrededor de dos minutos que parecieron siglos. La llovizna nunca alcanzó a ser lluvia y paró. Vamos, dijo el mesías. Se levantó, le crujieron las piernas, se persignó y salió. Todos lo siguieron. Eran las 6. Había tiempo así que rió. Iba al frente con su escuadrón escoltándolo. Cargando la sonrisa de un gladiador después de una pelea. Salieron del cementerio. De esa sociedad de los muertos vivos. Pasaron por algunas florerías, el murallón de ladrillo visto, las rejas que dicen Q.P.D. y todo. Recién ahí se soltaron y pudieron hablar. Sacándose peso de encima.
Tenemos un dejo de caída de sol entre las nubes y las montañas. Humedad. Todos menos JIB están fuera de foco. Sus amigos de atrás de hacen señas y uno empuja a otro. ¿Y? ¿qué pediste? le pregunta mientras juega con él. JIB sonríe y escucha. La Supernintendo ¡¿qué voy a pedir?! responde el otro.

Autor: Tomás A. (invitado)

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viernes, 27 de febrero de 2009

.ocho bits / lado A

Sabemos que el protagonista de esta historia se llama Julián. También sabemos que Julián decidió ir una noche a pedirle un video-juego a los muertos (no a la muerte), y que esa noche terminó con una serie de sucesos muy extraños. El resto lo suponemos de la siguiente manera:

Julián había agotado todo tipo de recurso posible para obtener un video-juego (y cuando decimos "video-juego" hablamos de una consola misma, no de un cartucho); ya sea Papá Noel, Reyes Magos, Día del Niño y Cumpleaños.
Su padre le había dicho que hasta que no sacara mas de 8 en todas las materias, no iba a tener su videojuego. Ya llevaba dos trimestres falsificando la firma de Padre/Madre/Tutor que la libreta pedía, y el sueño se encontraba cada día mas lejano a la realidad.
Harto de tener que jugar al Monopoly y al futbol, viendo como sus compañeros mas idiotas hablaban de lo bueno que estaba el arma lanzallamas del Contra (también conocida como "la F"), optó por hacer lo que ningún chico de 13 años se animaría a hacer: Escaparse de su casa para ir al cementerio y rogarle a los muertos que le regalaran un videojuego.
Según los diarios, esto pasó el 8 de Febrero del 1994. Reconstruyendo hechos, podemos decir que Julián salió a las 23 horas, por la ventana de su habitación vestido con una bermuda negra, unas topper azules y una remera roja de coca cola. Llevaba con el una grabadora de voz que su tía le había regalado para su cumpleaños. Caminó las 7 cuadras que separaban su casa del lago, y costeó el mismo hasta llegar a un cementerio casero (sin rejas ni portero) en donde habían al rededor de 20 cruces clavadas en el suelo. Se paró en el centro del mismo, rebobinó el cassette, pulsó el botón rojo y dijo en voz alta:



"Amigos muertos, he venido hasta acá para pedirles un favor: NECESITO que me den una consola de 8 bits. No traigo mas que lo que llevo puesto para ofrecerles, pero podemos hacer un trato... el que ustedes crean necesario, estoy dispuesto a aceptar cualquier tipo de canje."

Inicialmente la policía (que había encontrado la grabadora al lado del cuerpo de Julián) dijo que luego de que el gurrubín callara seguía un silencio que solo era interrumpido por el sonido de la respiración del niño. Luego, en un estudio mas meticuloso, se informó a los medios que de fondo de escuchaban sonidos desconocidos al oído humano. Tuvieron que pasar 5 meses para que el caso avanzara, gracias a que un oficial de policía de bajo rango propusiera escuchar la cinta al revés. Los datos arrojados por ese informe fueron espantosos. Estos fueron los dos titulares del diario.

"29-06-1997 - CASO JULIAN MANDABLANCO. Después de 4 meses y medio de incertidumbre, la policía avanzó en el caso de Julián Mandablanco entregando ayer a la noche un informe en el que confirma haber escuchado 3 voces diferentes en el cassette al haberlo girado al revés. Se supone que una de las voces era del niño, pero aún no se sabe quiénes son los dueños de las otras dos. <> Dijo el oficial a cargo de la operación, Jorge Rugula."

"29-06-1997 - CASO JULIAN MANDABLANCO. La policía dió a luz el transcripto del cassette encontrado al lado del cadaver. Aún se desconoce la identidad de las otras dos personas:

NN1-¿Y qué estas dispuesto a dar?
J- No... no, no se. Lo que ustedes pidan.
NN2-Pero lo que nosotros pidamos no es lo que importa, sino lo que vos estes dispuesto a dar... Porque de una u otra manera, nosotros te vamos a quitar todo.
J-¿Cómo? No, no... no entiendo, no entiendo.
NN2- ¿Queres el videojuego o no? Tenés que responder a esa simple pregunta.
NN1- Pero tené cuidado con lo que decis, pensalo bien.
J-No, no se, no se.
NN2- ¡Esa no es una respuesta! ¿Para qué viniste hasta acá? ¿Lo sabes? ¡Claro que sabes! Entonces danos tu respuesta.
J- Ya no se si la quiero...
NN1- ¿No sabes si querés estudiar matemáticas, o si jugar a los videos por el resto de tu vida?
J- Si, creo que quiero jugar a los videos por el resto de mi vida.
NN2- ¿Nada mas?
J- Si, quiero un cartucho con 900 juegos, un joystick para mi solo, y una botella de cindor que no se acabe nunca mas.
NN1- Así lo quisiste.

El informe prosigue diciendo que después de esta última linea de diálogo solo se escucha la risa desaforada del muchachito que tapa una música de fondo. Se seguirá la búsqueda intensa por los sospechosos"

El final ya lo suponemos, y ningún diario, ni ningún informe de la policía nos podrá contradecir al afirmar que Julián debe estar deleitandose con el nivel 6 del bomberman, que es el mejor nivel.

Autor: Nacho B.

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miércoles, 25 de febrero de 2009

I. Veranos (prólogo)

Amores de verano. Que en realidad, no son amores; y pudiendo hacerles honor a su nombre, tampoco duran todo el Verano. Prefieren durar una semana, a lo sumo una quincena, o el tiempo que duren las vacaciones lejos de casa. Y estuve pensando en que, desde hace ya varios Veranos, que tengo una mini-historia que contar. "Mini" por lo que duran, claro.
Titularé cada Verano con el nombre correspondiente.

NOTA: Leer de abajo, hacia arriba. Del primero, al último Leer más...

lunes, 23 de febrero de 2009

I.IV Sabrina

Me había tocado dormir en el sillón. Yo hacía publica mi queja, pero era el único miembro de la familia que podía quedarse viendo televisión hasta las 4 de la mañana. Igual, era eso, o dormir en el departamento de al lado con mi Tía "B"... Y no miento al decir que preferiría dormir en una silla, que convivir con mi Tía "B"
No me voy a poner a contar, pero se que éramos muchos. Todos por parte de mi familia paterna. Siete en el 302 y cinco en el 305. Doce en total. Ok, terminé contando.
Hay varias cosas que me fascinan de Chile, y entre ellas está el clima, el pan, la palta y las golosinas (entiendase chicle, helados y chocolates) o por lo menos eso era lo que recordaba de la última vez que visité al país vecino. En fin, el primer día de playa me la pasé solo, leyendo y tomando mate en el sector 2, que es el sector de la playa que reúne a la gente que no encaja en ninguno de los otros sectores: No hay viejos, no hay familia, no hay niños, no hay populares, ni tampoco surfers. Leía "El informe de Brodie" de Borges (que me habían regalado para Navidad) y rogaba porque terminara. Odio dejar los libros a medio leer, incluso si me parecen excesivamente aburridos. Generalmente trato de terminarlos, pero no siempre puedo. Sabía que en el recurrido Sector 4 iba a encontrar a gente conocida, incluso amigos, pero tenía que terminar el estúpido libro.

"He, gil, te estaba buscando" y ahí se quebraba el 7mo cuento del libro. Era mi amigo Andrés, que había ido con su pseudo-familia (como el solía llamarla) y con quien había quedado en encontrarme. Yo a vos todavía no, le dije mientras cerraba el libro y me paraba para saludarlo. Andrés era un chico "especial", así entrecomillas. Era medio bajo, de pelo largo (aunque amaba amarrarlo con un rodete) y con cuerpo de un niño de 6 años, de esos que son armaditos pero no llegan a ser gordos. Era vegetariano, aunque nosotros le decíamos Vegan, y en vez de hablar, prefería gritar. ¿En donde estas quedando?, Allá, en el edificio amarillo, me señaló. Yo en el azul, le dije.
Andrés ama la lectura, bastante mas que yo, así que no se opuso a mi propuesta de seguir leyendo y no hablar. Habré ido por el 9no cuento, cuando apareció mi hermana en escena. "¡¡¡Andreeeees!!!" gritó haciendo valer cada una de las eses que el grito incluía. Cerré el libro. De todas formas, no lo iba a terminar. Tomamos mates hasta agotar el agua y nos fuimos a caminar hacía la punta de la playa. No debemos haber encontrado a nadie interesante en el camino, porque en la mitad del mismo nos sentamos los 3 solos a charlar de cosas absurdas y sin sentido, mientras mi hermana sacaba fotos con su cámara digital.
Al otro día pensé que sería interesante encontrar a Sofía, una amiga con la que también había quedado en juntarme. Almorcé, me comí dos porciones de helado, y salimos con mi hermana hacia la playa. En el camino pasamos por el edificio amarillo de Andrés y seguimos caminando hacia el Sector 4. No encontramos ni a Sofía ni a nadie conocido. Llegamos a la conclusión de que no eramos tan populares como creíamos. Aunque en realidad, a ningúno de los 3 se le había cruzado por la cabeza semejante estupidez.
Vamos a Valparaíso YA, propuso mi hermana. Andrés hizo ese gesto ridículo de aceptación de idea, y no vi otra salida que acompañarlos. Pasamos por el departamento, me puse un jean, busqué mi camara de foto y mi reproductor de música y fuimos a tomar el colectivo.
Me detendría a describir Valparaíso, pero tendré la oportunidad de hacerlo mas adelante, cuando cuente la segunda vez que volví, la vez que conocí a Sabrina.
"¡Nacho!" Sofía agitaba los brazos entre la multitud de rugbiers con torso desnudo en la playa. Sofía era bastante baja, rubia de ojos marrones. Creo que es la 4ta mujer mas graciosa de Mendoza, pero no porque busque serlo; lo cual la hace mas graciosa aún. ¿Cuánto hace que estás acá? Te estuvimos buscando en el Sector 2. Hace 3 días, le dije. Me preguntó qué hice esos 3 días sin ella, le dije que el primer día estuve leyendo, el segundo en Valparaíso, y el 3ro con mi familia. También le dije que ella no era el eje de mi diversión. No entendió. Bueno, quedate con nosotras a ver el último atardecer del año. Me quedé un rato, hasta que el frío me obligó a volver a mi casa. Nos juntamos esta noche en nuestro departamento, el edificio se llama PALMERAS y el departamento es el 4to, del piso 7.
Los 23 minutos de fuegos artificiales fueron fantásticos. Volvimos al departamento y tomamos algo en familia, comimos turrón de almendras y escuchamos tango. Mi primo mas grande me había invitado a tomar algo con ellos, y le dije que si pero que me iba temprano porque había quedado con unos amigos.
¡Puta madre! ¡Son las 4 de la mañana! Me voy YA. Saludé a mis primos y me fui caminando rápido al edificio amarillo a buscar al Vegan. De haber venido conmigo mi hermana me hubiese advertido de la hora, pero se sentía demasiado descompuesta como para salir. Yo había tomado bastante Campari que mis primos me habían convidado... get a picture.
Luces apagadas, obvio que Andrés dormía. Me fui directo al edificio PALMERAS con la esperanza de que las chicas estuvieran ahí, pero el resultado fue el mismo que el obtenido con el edificio amarillo. Por primera vez en mi vida iba a pasar un año nuevo solo. Consideré, al fin y al cabo, podía ser una experiencia nueva, así que me fui a la playa, me saqué las zapatillas y me puse a caminar. De ida vi un grupito que estaba feliz tocando la guitarra. Feliz... Ja! A la vuelta, decidí acercarme. Me miraron como Forest a Jenny, y les dije "Me quedé solo en año nuevo, ¿Puedo quedarme acá? Se un par de canciones..." Se rieron y me dijeron que me sentara. Una de las chicas que estaban ahí, me parecía lo suficientemente linda como para mirarla cada 37 segundos. El único problema era su novio, que además de ser demasiado amable conmigo, era el foco de atención de la ronda. Mejor no competir. Además la chica ni me miraba.
Al otro día conté mi percance a Andrés, que no se mostraba ofendido por no haber llegado, y después le conté a Sofía y cia. Pero ella no entiendo, ¿Te quedaste con ese grupo toda la noche? - Si, ¿Qué tiene? - No, nada, que se yo... Sos medio raro vos también. Pffff...
Nadie interesante en la playa, ya era el 5to día y no encontraba mujer que captara mi atención. Andrés me prestó un libro cuando le confesé que no podía seguir leyendo el que tenía. A mi tampoco me gusta Borges, ¿qué tiene? A toda Argentina le gustan los Redondos y no por eso los escucho, me dijo. El libro que me prestó era bastante mas leíble. Era de un tal Casas, el cual encontré bastante entretenido. Entre cuento y cuento, Sofía me pasaba un mate y yo aprovechaba para preguntarle si ya me había encontrado novia. No, son todas iguales acá en la playa. Ninguna de tu estilo. Seguí leyendo mejor, Nico.
Esa noche salimos a un canto-bar a tomar algo, y terminé en el escenario cantando "Vete y pega la vuelta" con mi hermana, que bastante floja estuvo al tentarse y no cantar. Después me subí con una de las amigas de Sofía, y cantamos "Querída" de Juan Gabriel. Andrés cantó "El gato que esta triste y azul" y una de las amigas de Sofía hizo la peor versión de la peor canción disponible. Pero al momento de reclamar el premio (4 tragos) el aplausometro humano que sostenía el micrófono, la eligió a ella. Los tragos los tomamos todos.
6to día, Andrés ya se había ido y mi hermana había preferido quedarse en familia. Esta vez me quedé unos pasos atrás de Sofía y su grupo de amigas, cuando me encontré a mis "amigos" de año nuevo. Me quedé toda la tarde tocando la guitarra con ellos, incluso después de que mis amigas se sumaran. Mirando bien a la muchachita que había captado mi atención esa noche, me di cuenta que los fuegos artificiales, el maquillaje y el Campari, la habían beneficiado bastante.
Mañana vamos a Valparaíso a hacer unos trámites al consulado, me dijo Sofía a las 4 de la mañana, cuando nos ibamos del bar. Pensé que te interesaría venir, teniendo en cuenta que desde que estamos acá, Valparaíso es de lo único que hablas. Le dije que si, que obvio. Pero a las 9:30 estás acá, porque sino nos vamos, ¿he?
Salgo del baño, y le grito a mi Tía "J" que me hiciera un café, que estaba apurado. ¡Que cara! me dijo mientras me servía el café en la mesa. Es que dormí un par de horas nomás, me esperan unas amigas para ir a Valparaíso. Me dijo que mis primos también se iban a Valparaíso, que me podía ir con ellos, pero le dije que mis amigas me estaban esperando que ya había arreglado con ellas. ¿Pero volves a almorzar? ¡OBVIO! le grité mientras agarraba mi bolso.
"No atienden porque se han ido todas" me dijo el portero con cara de como quien disfruta la situación. Andrés lo había apodado "Pinochet" porque decía que era un "facho hijo de puta" al no dejarnos subir al departamento de las chicas un par de noches atrás. Fui corriendo a la parada del colectivo a ver si estaban ahí, pero no tuve éxito. Volví al departamento pensando en que tal vez mis primos seguían ahí, pero mi tía me contó que se acababan de ir. Pensé en volver a acostarme, pero al fin decidí en ir solo a sacar fotos. Le pedí a mi tía que me prestara un libro, porque ya había terminado el de Andrés. "Tomá este, te va a gustar a vos"
Le pasé 500 pesos chilenos al colectivero y me senté. Me puse los auriculares. Escuchaba Car Power, Feist y Regina Spektor, porque era música que me dejaba leer. El libro se llamaba "Historia de un fotógrafo en La Plata" y era de Bioy Casares. Era la historia, justamente, de un fotógrafo que viajaba a la gran ciudad por trabajo, y que una vez en ella, conoce a una familia un poco rara. La hija menor (no recuerdo el nombre) era, además de hermosa, simpática. Tanto, que se ofrece a acompañarlo a sacar fotos. Pensé en que me encantaría que me pasara algo por el estílo, y me di cuenta de que la historia se parecía mucho a la mía, a diferencia de que yo no iba por trabajo, y que tampoco había conocido a ninguna chica con esas cualidades.
Lo primero que hice al llegar fue ir a esas casuchas que informan al turista, y le dije a la chica que atendía que necesitaba un mapa, y que me dijera que lugares eran peligrosos debido a que tenía conmigo una camara de fotos. El calor era infernal. Pero no me impidió al momento de fotografiar cualquier graffiti que encontrara en la pared. Una amiga me dijo hace poco que Valparaíso es arte puro, y estoy completamente de acuerdo. Cada vez que gatillaba la camara, veía una foto hermosa en la pantalla (si, me digné a usar camara digital debido al alto costo de revelado que se maneja hoy en día)
Estuve toda la mañana caminando solo, sentandome cada 10 minutos para descansar (Valparaíso está lleno de subidas, y de ningúna bajada) y para tomar el fresco aire de puerto pitada tras pitada de cigarrillo argentino. Al terminar la mañana, pensé en ir por un café en un lugar al que ya había ido el día que fui con mi hermana y con Andrés. Además, mi tía no me esperaría a almorzar hasta las 2:30.
"Última subida, Nico" pensé mientras sentía que el corazón se me salía por la boca. En eso, veo a una chica de hippies pantalones leyendo un cartel en un poste. "Linda", pensé. Seguí caminando hasta llegar al poste en cuestión, y miré el cartel que la muchacha había estado viendo hacía no mas de 30 segundos: "Pensión. Habitación cama compartida. Desayuno incluido..." Perdoname, te hago una pregunta. Me di vuelta, era la chica que se había vuelto a hablarme. ¿No sabes donde esta la calle El Peral? Le dije que creía que si, que me siguiera. Subimos 2 cuadras y yo seguía agitado. Se debe haber dado cuenta que le mentí cuando una señora me delató diciendole que era 4 calles mas abajo. Me confundí, le dije. Está bien, yo estoy perdida desde las 11 de la mañana, es fácil perderte acá con todas estas subidas y bajadas... ¿vos no ibas para arriba? Me preguntó al ver que la acompañaba hacía la calle El Peral. Si, pero en realidad me estaba yendo a un café que queda a un par de cuadras, se llama Café Con Letras. Me dijo que ella también quería ir que le habían dicho que era muy lindo, y le pregunté ¿Querés ir? - Bueno dale - Digo, pero AHORA, ¿querés ir? - Si si, ahora. Dejame que encuentre el hostel así dejo la mochila y vamos.
Eran unas escaleras muy angostas, que (bajaban!) al hostel. Te espero acá, le dije cuando abrieron la puerta. Saqué el libro, prendí un cigarrillo y me puse a leer. La historia había tomado un giro bastante bizarro, pero no pude evitar relacionarlo con lo que estaba viviendo. Era genial. Debo haber leído como 4 capítulos, porque salió con otra muda de ropa completamente diferente a la primera. Si bien mantenía el estílo, ya no parecía hippie. Subimos las escaleras infernales, y fuimos directo al café. Hacía ya media hora del momento en que la vi por primera vez, que se me ocurrió preguntarle ¿Cómo te llamás? Sabrina, me dijo. Ha, como la bruja adolescente; pensé que estaba siendo original y gracioso. Si, me lo dice todo el mundo, me respondió confirmandome que estaba terriblemente equivocado. ¿Y qué estudias, Sabrina? Letras, me dijo. Te llevarías bien con mi amigo Andrés. Se rió, no indagó.
Nos sentamos en el café, después de caminar durante 15 largos y calurosos minutos. Pedí un Once Letras (Once se les llama a los desayunos-almuerzos. Ni tan flojo como un desayuno, ni tan violento como un almuerzo) Y ella se pidió, luego de pensarlo un largo rato, un simple café (mentira, no era simple, era café "zkdbjgbzoubf" o algo muy extravagante) ¿Y vos cómo te llamás? Nico, y estudio Publicidad, menos mal que terminaste preguntando. Rió y me dijo que parecía de 21 años, le dije que tenía 20 recién cumplidos y que ella también. Me dijo que no, que tenía 21 y que no había necesitado autorización para salir del país. Dato inútil con aire burlesco.

-¿Queres probar mi tostado? (Ave-palta, el mejor invento de Chile)
-Si, claro.
-Toma la mitad. Yo te dije que te pidieras algo de comer.
-Es que mucho no me gusta el pollo, pero este esta genial. Bah, el pollo. No como mucha carne, soy mas de comidas vegetarianas aunque no lo soy en su plenitud, claro esta.
-Te llevarías bien con mi amigo Andrés.
-....
-Muy lindo el café, ¿no? Pero que libros del culo que tienen. Pocos zafan.
-Comparto.
-Soy un anti-best-seller. Es un rechazo natural que les tengo. Igual que al reggaeton.
-Comparto.
-No hablas mucho, ¿no?
-Es que estoy comiendo. A parte de eso: no, no hablo mucho. Soy bastante tímida en realidad.
-Se nota.
-¿Se nota qué...?
-No, digo, que sos tímida. Se nota que sos tímida.
-Así que odias el reggaeton, ¿Y qué música escuchas?
-(Bla bla bla bla y bla)
-Yo soy mas nacional. ¿Spinetta escuchás?
-Si, me gusta mucho Almendra. Me resulta como la Velvet Underground argentina. Sacando Almendra de lado, mucho no he escuchado.
-Tenés que escuchar Pescado Rabioso.
-¿Qué disco decís...?
-Artaud. Se pronuncia "artó" pero de escribe "auuuudd".
-Vamos a fumar a las mesas de afuera.

Me fumé dos cigarrillos, ella uno. Fumaba Marlboro Light. Hablamos. Entre las cosas que teníamos en común se encontraban el rechazo hacia los boliches, el gusto por la fotografía, el chocolate y el café. Me contó que escribía, le dije que yo también, pero que lo que yo hacía lo denominaba "basura" (no a modo descalificativo, no no, por favor) Ella me dijo que escribía poesía. Le dije que se llevaría bien con mi amigo Andrés. Por otro lado, habían varias cosas que nos hacían notar lo diferente que éramos, lo diferente que habíamos sido criados, y el diferente ambiente en el que nos movíamos. En otras palabras: De no se por Valparaíso, jamás hubiese conocido a Sabrina.
"Mi mamá me recomendó, antes de salir, que en Valparaíso fuera a los paseos en lancha del mar. Así que me voy a cambiar (si, de nuevo, las zapatillas le eran incómodas) para ir. Me queres acompañar o te vas...?" Le dije que me tenía que ir a almorzar con mi tía, que la acompañaba al hostel, y de ahí bajaríamos al centro. Ella podía ir al puerto, y yo a la parada de colectivo.
La esperé afuera del hostel una vez mas, con un cigarrillo prendido en la mano y con el libro abierto en la otra. Ahora el libro se dedicaba a un eje mas misterioso, sobre los extraños sucesos que estaba viviendo Nicolasito Almanza. Ha, no lo dije, el personaje del libro se llamaba igual a mi. Ya me imaginaba "Las Aventuras de un Fotógrafo en Valparaíso". Hauugh! Eso me había hecho acordar que la llegada de Sabrina a mi aventura, había interrumpido mis fotografías. Cuando salió le dije que antes de bajar, fuéramos a dar una vuelta. Eso me daría la oportunidad de terminar de sacar fotos en los lugares donde no había llegado. Cuando llegamos al centro, me di cuenta que eran las 4 de la tarde. No se cómo, ni en qué momento, pasó tan rápido el tiempo. Fui a una cabina telefónica y llamé al teléfono del departamento que tenía agendado. Mi tía me atendió desesperada: "¡Nicooooo! ¡Mi vida! ¿Dónde te habías metido? ¡Por Dios! No tenía forma de comunicarme con vos!" Le expliqué la situación, y le dije que no se preocupara que ya iba para allá, que la veía en la playa.
Cuando llegamos al puerto, me estoy a punto de despedir pero ella me dice "vamos..." No sabía que responderle, porque por un lado quería quedarme, pero por otro quería disfrutar mi penúltimo día de playa. "¡Arriba todos! ¡Este es el último bote!" gritó el capitán, o lo que fuese, de la lancha. Me agarró de la mano y me llevó entre la gente. Cuando subo le pregunto al hombre gritón: ¿Cuánto es? - No, esta vuelta es gratis. Ya les explico el motivo. Nos sentamos, y mientras la gente se subía, Sabrina me dijo que ella no pensaba quedarse en Valparaíso. Me dijo que tenía planeado llegar hasta el sur de Chile a dedo. Me dieron ganas de darle un beso, obviamente no lo hice.
Una vez navegando, entre 20 lanchas aproximadamente, todas llenas de gente, e hombre contó que hacía dos días había muerto un compañero de ellos, y esta era su forma de rendirle honores. Cuando terminó de contar esto, las lanchas empezaron a tocar esa bocina de aire que tienen. Los barcos grandes del puerto, y los que estaban en mar adentro hicieron lo mismo. Fue un momento bastante emotivo. Llegamos, después de unos 20 minutos, al puerto de nuevo. Todas las lanchas se pusieron como en una especie de "filita india" y dieron lugar al mas grande de todos: La lancha en donde iba la familia del difunto. Todos tocaban su bocina. Todos aplaudían: Desde los que estaban arriba de los barcos, de las lanchas hasta los que se habían arrimado al puerto para ver qué pasaba. Insisto: Muy emotivo.
Cuando la acompañaba al ascensor que la llevaría cerca de su hostel (son subidas tan pronunciadas, que Valparaíso tiene ascensores públicos de unos 80 años de antigüedad) Sabrina se dignó a hablar:

-¿Vas a volver mañana?
-No, me voy después de almorzar.
-¿Te volves?
-Si. Me encantaría quedarme, pero tengo que trabajar.
-...
-Este es el ascensor. Una vez que estés arriba, doblas a la derecha, ahí te vas a ubicar. Es el mirador donde te saqué la foto.
-Si si.
-Bueno...
-¿Me vas a pasar tu blog? Quiero leerte.
-No. Preferiría que no. Si alguna vez lo lees, será de mera casualidad. Lo mismo que si alguna vez nos llegamos a encontrar.
-Por lo visto no me vas a dejar ni siquiera tu apellido.
-Ni vos el tuyo.
-Entiendo.
-Tiene poesía, ¿no?
-En cierta forma... Pero no deja de ser una estupidez.
-Nos veremos, seguro. Mendoza es muy chico.
-Eso teoría quedará sujeta a futura comprobación. En caso de no encontrarnos jamás, podrás entender que estabas equivocado. Caso contrario, cuando te vea me vas a escribir en mi muñeca la dirección de tu blog.
-Y te vas a encontrar en el... Nos vemos Sabrina, la pasé muy bien con vos.
(este es el momento del beso Nico... vamos... ¡vamos!)
-Chau Nicolás, lo mismo digo...
(beso en la mejilla)

Nunca tuve ese valor que tienen los hombres en las películas para dar un primer-o-último-beso, ya sea mientras hablan, mientras se despiden; al mejor estilo de Perdidos En Tokio. No, a diferencia de BIll Murray, yo termino dando los besos en la mejilla. Soy mas bien Rick Blaine viendo a Ilsa subiendose al avión con Lazlo. Como podrán imaginar, me arrepiento y me maldigo a mi mismo (¡Puaj me!) luego de dar mas de 3 pasos. Pero algunos hombres nacen con el valor de dar los primeros besos, o los últimos, o cortar una relación, o el de comprar un alfajor terrabusi azucarado; y otros nacimos con el valor de gritarle a los vecinos o de animarse a mezclar coca-cola con café (una mezcla espantosa de hecho, no recomendada)
Hasta el día de hoy, sigo sin ver a Sabrina; y lo mas seguro es que no lo vuelva a hacer. Parece que estaba equivocado al final. "Louis, creo que este es el principio de una gran amistad"

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jueves, 29 de enero de 2009

I.III Paula

Ya estaba arriba del colectivo cuando me arrepentí de haber aceptado la propuesta de mi madre. O sea, era la primera vez en mi vida que estaba por hacer estas tres cosas: 1. Viajar a Buenos Aires - 2. Conocer a mi primo - y 3. Dormir fuera de mi casa por mas de 7 días. Yo creo que ningún muchacho de (casi) 17 años alcanza ese nivel de madurez absoluto con el cual el temor desaparece. En realidad creo que ninguna persona lo llega a alcanzar. Ninguna persona llega a desprenderse del temor (por mas mínimo que sea) de alejarse de algún lugar. Y ahora que lo pienso, tal vez no se deba a un tema de madurez. Bueno, ya dejé en claro que estaba asustado, y que cualquier estupidez sería valida para ponerme los pelos de punta; y hablo de ¿Y si mi tía no estaba en la terminal como habíamos quedado? ¿Y si en vez de las 9 de la noche, fuera a buscarme a las 9 de la mañana del otro día? ¿Dónde dormiría? ¿Y qué si mi primo me caía como el culo? ¿Y si sus amigas fueran todas feas? ¿Y si me robaban? Buenos Aires es peligroso, me tengo que cuidar permanentemente. ¿Y si me raptan? En los noticieros vi como se manejaban los criminales para obtener dinero fácil ¿Y si mi tía cocinaba mal? ¿Qué haría si me hiciera todos los días arroz blanco? ¿Y si mis tíos se odiaban y mi llegada servía como motivo de separación? ¡Mi familia me odiaría! ¿Y si odiaban a mis padres? ¿Y si me odiaban a mi? ¿Y si yo los odiaba a ellos sin saberlo? Claramente tenía miedo.

Llegué a las 9 de la noche y ahí estaba mi tía Analía, flaca y cuidada como la última vez que la vi. "¡Nico! ¡Mi amor, que grande estás! ¿Se te hizo largo el viaje? Y si, casi un día entero en el colectivo... ¡debes estar cansadisimo! ¿Esos son tus únicos bolsos? Tenemos que apurarnos porque hoy vienen todos a cenar a casa, porque venís a visitarnos ¿viste? Tengo que preparar todo ¿Te gusta la humita? Es mi especialidad, dale vamos. Pasame el bolso negro que lo meto acá..." Tengo que decir que todo eso lo dijo en menos de 7 segundos, mientras me agarraba el cachete derecho como si fuera el nuevo-bebé de la familia (Digo "nuevo bebé" porque siempre que una familia trae un recién nacido a casa, pasa a ser como la nueva atracción del parque de diversiones. Una especie de Trencito del Terror Reload, o Montaña Rusa Doble Tirabuzón) y sin darme espacio para responder alguna de sus tediosas preguntas me agarró del brazo y me metió al auto. Mujer loca.

"Subí, el primer cuarto a la derecha es el de Dani, deja los bolsos ahí y recostate si querés. Yo te despierto cuando el llegue de inglés" Seguí instrucciones al pié de la letra. Soñé que estaba en Mendoza.
Nico, despertate mi cielo (era mas cariñosa que mi madre) El es Daniel, tenía muchas ganas de conocerte. ¡Mamá! ¡Callate! Dijo con la boca entrecerrada, rojo y furioso por la vergüenza que le estaba haciendo pasar. Bueno, los dejo solos, bajen en 20 minutos que ya casi esta la comida y ya llega la tía Bety con las chicas.

Ni pensar en hielos rotos, charla fría:

- Y... ¿es la primera vez que venís a Capital?
- Si
- ¿Y qué te gusta hacer?
- No se, de todo
- Ha... ¿Te gusta el fútbol?
- Si, mas o menos. ¿Esta es tu pieza?
- Si, ahora está así porque la tuve que pintar, pero en realidad está llena de pósters que tengo que volver a colgar
- ¿Pósters de qué?
- De música. O sea, de bandas de música. ¿Qué escuchas vos?
- De todo. Me gustan los Clash y los Ramones. También la música británica como Blur y Oasis. ¿Los conoces?
- Si, me encanta Blur. ¿Conoces The Verbe?
- No, no.
- Tenes que escuchar, seguro conoces una canción que es re conocida, dice así PAM, PAM PAM, PAM PAM PAAAAM, PAM PAM PAAAAM, PAM PAM PAAAAM...
- Si, si, la tengo.
- Bueno, esa es malísima, es como la mas conocida, tenes que escuchar el disco entero.
- También escucho los Guns, y Led Zeppelin y Los Beatles, y los Stones.
- ¡Led Zeppelin es lo mas!
- ¡De una! Yo espero poder tocar la guitarra como Jimmy Page alguna vez.
- ¿Hace mucho que tocas la guitarra?
- No, me la compraron hace dos semanas para mi cumpleaños, pero como regalo adelantado, yo cumplo en Enero, pero siempre pido mi regalo en Diciembre porque en Enero nadie tiene plata y esta todo cerrado, por lo menos en Mendoza es así.
- Yo toco la batería desde chico, y algún día voy a tocar como John Boham, y vamos a poder armar una banda cover de Led Zeppelin. Tenés 17, ¿no?
-Si, bah, los cumplo dentro de poco. ¿Vos?
-También, o sea, este año cumplo 18. Te llevo 8 meses.


Charla tibia interrumpida por el clásico grito de la madre reina de mesa, ese que dice "¡Chicooos, a comeeeeeeeeerrr!" Bajemos, porque sino se pone insoportable, me dijo Daniel mientras se levantaba del puf rojo en donde se había sentado.
Bajamos las escaleras y saludé uno por uno a todos los que estaban sentados en la mesa, mientras mi tía gritaba "¡Es el hijo de la Vivi! ¿Vieron que grande está?" Todos los adultos me saludaban con una sonrisa, como que si estuvieran orgullosos de mi. Uno por uno, dije: Tío Daniel, papá de primo Daniel (la ORIGINALIDAD no se aprecia mucho en mi familia. Mi papá también se llama Nicolás) era calvo y medio gordo. Apretaba la mano muy fuerte y hablaba bajo. Tenía el tic nervioso de pestañar 2 o 3 veces seguidas cada vez que alguien decía su nombre, o el de su hijo, que para el caso era lo mismo. Seguía mi tía Bety, que no era tan tía. De baja estatura y mucho maquillaje. Voz aguda y finita, que perforaba los oídos como el sintetizador de la canción The Final Countdown de Europe. Su esposo, Raul creo. Sin mucha información. Debe haber sido un tipo aburrido, porque sino me acordaría algo sobre el. Ok, y acá viene la parte interesante: Paula. Paula era la hija de Bety. Bety era hermana de Daniel Padre. Daniel Padre era el esposo de tía Analía, por ende, cuñado (no hermano) de mi mamá. Paula era hermosa, y no era prima mía.
Me gusta tu prima, le dije a Daniel cuando me acompañó al fondo de la casa para mostrarme a dónde quedaba el baño. ¿Qué? Que me gusta tu prima, creo que estoy enamorado. ¡Jaja! ¿Cómo podes haberte enamorado sin siquiera haberla conocido? ¿Qué tiene? Es amor a primera vista. Si, si, dale, anda al baño que tengo hambre.
Terminamos de comer y Daniel le preguntó a Paula ¿Vamos afuera a charlar? Si dale, vamos; le respondió ella. Se levantaron, Daniel me miró y me dijo ¿Venís o qué? Salimos, caminamos 2 cuadras y nos sentamos en un cordón. Daniel sacó de su bolsillo un paquete de Marlboro`s, me ofreció uno y le dije sorprendido "NO FUMO", luego señaló con el paquete abierto a Paula, que delicadamente (Dios, la amaba) sacó uno. Daniel la imitó y sacó del otro bolsillo una cajita de fosforos. Prendió dos al mismo tiempo, encendió su cigarrillo y le pasó los fosforos prendidos a Paula. Ella exhaló el humo con tal placer, que cualquiera podría haberse imaginado que estaba comiendo Oreos Bañadas Blancas en vez de estar fumando un cigarrillo. Nos quedamos ahí los tres, sentados y hablando sobre música. Paula sabía qué era el Album Blanco, y que el punk estaba compuesto (generalmente) de 3 notas tónicas. Tocaba la guitarra...
A ver, cómo explicar esto: Mi ideal de mujer tiene que ser, entre otras cosas, "amante" (siempre odié esa palabra) de la música. De ahí en mas a tocar un instrumento, puede llegar a opacar los otros requisitos. Y ni hablar si canta. Ok: Paula cantaba. Paula era hermosa, fumaba, tocaba la guitarra y cantaba (y no era mi prima) Buenos Aires era increíble.
Daniel y Paula iban juntos a la escuela. Mas que primos parecían hermanos. Vivían a una cuadra de distancia, por lo que se puede decir que se criaron juntos. Era Jueves, y les quedaban un día de escuela. Esa noche Daniel me propuso lo mas Sex Pistols que podría haber hecho el Diciembre de ese año: Había conseguido un uniforme de un compañero (que por alguna razón tenía uno de mas) para mi. La idea era que fuera un alumno de su colegio por un día. Corrección: Por EL ÚLTIMO día de clases, que es totalmente diferentes al resto del ciclo electivo. Además, Daniel egresaba de la secundaria. Mas que claro.
El plan era perfecto, y lo tenía planeado desde hacía bastante tiempo. Su padre se levantaba a las 6:30 de la mañana para irse a la oficina que quedaba bastante lejos. En cuanto a la tía Analía, no sería un problema: A las 7:30 abandonaba la casa para no volver hasta las 13. El horario del colegio era de 8 a 12:30, pero al tratarse de los últimos días, había un horario-tolerancia un poco mas extenso. Eso nos permitía esperar a que se fueran mis tíos para poder levantarme de la cama y poder volver del colegio antes de que llegaran y me descubrieran con el uniforme puesto.
¡Dios, que nervioso estaba esa mañana! Daniel, mientras prendía su primer cigarrillo del día, me contaba que la primera hora iba a ser complicada, porque nos tocaba con la peor profesora de toda la secundaria. Se la hizo llevar a casi todos la vieja culiada, me dijo. Pasamos a buscar a Paula, que salió con una chocolatada Cindor de caja chica sostenida con los dientes mientras cerraba la puerta con llave. Jaja, que gracioso te ves, me dijo; después me dio un rápido beso en la mejilla, y repitió acción con Daniel. Empezamos a caminar y nos reímos pensando en qué hacer en el caso de que nos descubrieran. Optamos, por decisión unánime, que la mejor opción sería CORRER. Como alguna vez Jenny le dijo a Forest, Paula me lo diría a mi desde la ventana del curso que daba a la calle: "¡Corre Nico, corre!"
Entré con la cabeza baja, tratando de no llamar la atención. Iba entre Daniel y Paula. Dani, mejor me vuelvo al carajo. No, dale, no seas cagón, ya estas adentro no pasa nada; me dijo agarrando mi brazo. Fuimos directo al curso. Llegábamos después del himno, por lo que el curso ya estaba completo. No habían profesores, solo alumnos, así que Daniel (con una habilidad sorprendente para hablar a multitudes) captó la atención de todos y a modo de vendedor ambulante de colectivo, dijo: "Buenos días estimados compañeros, estimadas compañeras... Si ustedes pensaban que se iban a tener que tragar el último día de secundaria aguantando y hablando con los mismos pelotudos que hace 5 años conocen... ¡entonces les traigo la solución! He aquí, el grosso... el maestro... el único... ¡NICOLÁS BARRIAGA! ¡Directamente traído de Mendoza! ¡Con la ya reconocida sangre que nos caracteriza a todos los Barriagas! Enjoy...!" Mientras todos se reían (porque el no era Barriaga) Daniel aprovechó y de un empujón me largó cual medio kilo de entraña asada a los barrabravas de Boca.
De manera inmediata, todos se me acercaron. Me puse colorado, y el corazón me latía de un modo espantoso. Pero esa sensación con los años iba desapareciendo (¡jamás del todo!) y esta vez no duró mucho. Preguntas que se tapaban con otras, las tape yo con un grito: "¡Buenos días compañeros! Dejenme presentarme, mi nombre es Nicolás Barriaga, me gusta mucho la música y los Simpsons. Vengo de Mendoza Capital, y me pareció injusto que yo empezara las vacaciones una semana antes que ustedes, así que con un poco de empatía resolví acompañarlos en esta breve actividad escolar..." Sonreí, no reí, aunque todos empezaran a hacerlo.
En todo ese despliegue de festejos-a-Nico (admito, era la primera vez que convocaba la risa de tanta gente) entró una señora de, aproximadamente, un metro y medio; con lentes oscuros y los ceños fruncidos. Daba miedo. Todos se callaron y uno de los chicos me tiró hacia un banco que daba a la pared. Acto seguido, se sentó al lado mío. Había perdido de vista a mi primo y a mi potencial novia. Mi compañero de banco me dijo en voz baja "quedate en el molde". El de atrás me pedía que levantara la mano para ir al baño."No jodas Echebú, que la vieja se va a dar cuenta". Los de atrás se reían, mi compañero no. Yo menos que menos.
Bueno chicos, esta es mi última clase con ustedes, y quisiera saber que opinan sobre lo que vivimos a lo largo del año, dijo la profesora con una voz irritable. Que es una vieja de mierda, dijo mi compañero en voz baja. Yo me reí lo mas despacio que pude. Quiero que antes del recreo me anoten en un papel lo que piensan, siendo sinceros. Debajo del mismo me escriben nombre y apellido, ¿entendido? En el segundo modulo los voy a leer en voz alta para compartir opiniones. Me llamo Martín, vos sos Nicolás, ¿no? Me preguntó en voz baja. Si, sos amigo de Daniel. No, Daniel es amigo mío. Me volví a reír. El que tenes puesto es mi uniforme. Gracias entonces. Luego la señora se puso a hablar de que en la Facultad no la íbamos a pasar tan bien como la veníamos pasando hasta el momento, y que nos esperaba lo peor. Realmente una pesada. Habló, habló y habló, hasta que nos dijo que era momento de reflexionar sobre el papel. Este fue el comienzo de mi popularidad en el barrio. Corté un pedazo de papel, y escribí las sabias palabras de mi compañero de banco Martín: "QUERIDA SEÑORITA, YO PIENSO QUE USTED ES UNA VIEJA DE MIERDA. ATTE: EL INTRUSO" Le di mi papel doblado a la compañera que se encargó de recolectarlos y listo, ya lo había hecho. No había vuelta atrás. A simple vista las hojas de Rivadavia dobladas a la mitad parecían todas iguales, pero la mía era diferente. Estaba asustado. Timbre: ¡Recreo!
La profesora fue la primera en salir, por lo que nos dio la oportunidad de quedarnos todos en el curso. Mejor dicho, les dio la oportunidad a "mis" compañeros para arrimarse a hablar conmigo, con "el nuevo". Las chicas eran, en promedio, bastantes lindas. Aproveché para hablar con todas ellas. Supuse que Paula me miraba, y eso me terminó de dar valentía para lo que pensaba hacer luego del recreo. Cuando sonó el timbre, me paré en un banco y dije en voz alta: "Amigos, para que vean que soy un buen compañero, en los próximos diez minutos me voy a encargar de hacer justicia por todos ustedes" Nadie entendió, y creo que escuché un que otro "Que nabo" "Que gil" que venían de la mesa de adelante de la primera fila. Me dio vergüenza y me bajé justo cuando llegaba la profesora. Bueno alumnos, vamos a leer lo que escribieron. "Muy bien dada la materia, profe - Ana María Brastó" "Media dificil en el año, que no lo sea así en Diciembre profe. Yo a usted la quiero una banda - Gonzalo Echebú" Todos se rieron. Cada vez me ponía mas nervioso, necesitaba que llegara el mío. Para pasar el rato y los nervios, agarré una hoja a rallas y empecé a recortarla con la mano en pequeños pedacitos. "A mi la química no me copa tanto, pero que se yo - Gabriela Santos" "Ayude en Diciembre profe, usted a mi me quiere - Gastón Romera" y así siguió hasta que llegó el mío (pretendo volver a escribirlo) Ese que decía "QUERIDA SEÑORITA, YO PIENSO QUE USTED ES UNA VIEJA DE MIERDA. ATTE: EL INTRUSO" Risa multitudinal. Entre esas, la mía. Cuando levanto la vista para ver la reacción de la profesora, escucho el primer grito (que no calmó todas las risas) "¿!¿QUIÉN HA SIDO EL INSOLENTE?!?! ¡¡¡SILENCIO!!!" Furiosa daba bastante mas miedo que seria. Se sacó los anteojos oscuros solamente para revelar esa maligna mirada. Segundo grito (y este si llegó a calmar la risa en su totalidad) "¡¡¡RESPONDANME QUIÉN HA SIDO EL INSOLENTE, QUE DE ACÁ NO SALE NADIE SI NO HAY CULPABLE!!!" Los de la primer fila ya me estaban mirando. Me quedaba poco tiempo, así que agarré el puñado de papel que yo mismo había picado por los nervios, y fui caminando hacia la profesora. Silencio en la sala. Me paré en frente de ella, mirandola desde arriba claro, y me gritó en la cara "¡¿Y USTED QUIÉN CARAJO ES?!" Miré por última vez al curso, volví mi mirada hacia ella. Silencio. Cuando estaba a punto de gritarme de nuevo, agarré mi puñado de papel y lo arrojé hacia arriba, después grité: "¡YO SOY EL INTRUSO, VIEJA!" La señora, asustada, empezó a gritar. Salí corriendo esquivando al preceptor que no entendía que sucedía. Escuché el coro, que eran las risas. Corrí sin parar. Crucé por la plaza, di vuelta en la iglesia y seguí derecho hasta llegar al kiosco. Por acá era. Ahí esta, por acá pasamos esta mañana. Corrí hasta pasar por la bicicletería que ahora estaba abierta. Llegué en unos 10 minutos a la casa de mi tía, solo para darme cuenta que no tenía llave. Me senté en el cordón y esperé durante 3 horas reloj.
Pensé que me había zarpado, no tenía que haberlo hecho. ¿Y si descubrían que yo era primo de Daniel? Se la iban a agarrar con el. Dios. Que estupidez lo que hice. Pero por otro lado, ese acto de rebeldía innecesaria cambiaría por completo mi forma de ser de ahí en adelante. No digo que me hice punk, sino que esa mañana me comparé con el "Nico de 15 años" y saqué la conclusión de que ese Nico había quedado atrás. El de ahora era mas espontáneo, mas dado, mas suelto, mas impulsivo. El de ahora era un idiota, sin duda alguna; pero un idiota que caía bien.
"¡TE ZARPASTE!" me despertó el grito de Daniel. Me había quedado dormido en el cordón con la cabeza apoyada sobre mis brazos, que a su vez, se apoyaban sobre mis rodillas. Levanté la cabeza, lo miré y esperé que me dijera algo. "¡LO QUE NOS REÍMOS CHABÓN! ¡TE ZARPASTE!" Huuuffffff, que tranquilizador fue escuchar decir eso. ¿Pero no hubo bardo? Mirá si el director se da cuenta que soy tu primo. ¿Qué tiene gil? -me preguntó. ¡Hoy fue el último día de la escuela, y yo a esa materia no me la llevo. No pienso ver nunca mas a la vieja Contreras. Además el director no la banca, así que ni le da bola en los reclamos. Me tranquilicé mas aún. "Te zarpaste, pero admito que fue muy gracioso." Di vuelta la cabeza, era Paula con un cigarrillo en la mano. Me miraba con una sonrisa. Por Dios, que linda era. ¿Me convidas? le pregunté estirando la mano hacia ella. ¿Seguro? me respondió preguntando. Apoyé la colilla mojada sobre mis labios, sin soltarlo con la mano. Cerré la boca dejando al objeto cilíndrico apretado entre labio inferior y labio superior. Aspiré. Aspiré todo lo que pude. Sentí que mi pecho iba a reventar, y sin saber en qué momento (cuestiones de milésimas) me vi obligado a expulsar el aire por el mismo lugar por donde entró. El cigarrillo cayó torpemente en mis pantalones (o los pantalones del amigo de mi primo) mientras yo tosía. Los ojos me lloraban mientra escuchaba como reía Daniel. Ay! de mi. Me quemaba, los ojos me lloraban y el pulmón me explotaba. Paula comenzó a darme unas palmadas en la espalda. El cigarrillo lo sacudió con un ágil movimiento de muñeca. Pasaron dos minutos y la mano seguía acariciandome la espalda. Ya esta bien, le traté de decir, pero la voz me salía entre cortada, como si tuviera eso que le dicen "nudo en la garganta", previo al llanto. Pero esto era diferente. Ya, ya esta bien Paula, pude decirle. Levanté la cabeza para verla. La tenía muy cerca. Nos miramos a los ojos, hasta que ella se rió (sospeché que fue una maniobra evasiva para escapar de la situación) y dijo "No tenes que aspirar tan fuerte la primera vez, bobo." Hey, tórtolos, entremos a casa que tengo calor. ¡Daniel saboteando!
Esta noche esta la fiesta de egresados, vos vas a ir con mis viejos y mis tíos y te vas a sentar con ellos. Te comes el garrón, pero después la vas a pasar muy bien, ya te ganaste el respeto de casi todo el curso, me dijo Daniel después de almorzar. Esa tarde lo acompañé a ver camisas. Pasamos por la casa del Echebú, que ahí están los vagos y vamos, ¿si? Si, le dije. Me senté en el cordón mientras mi primo tocaba el timbre. Salieron gritando 3 chicos. "¡Noooo! ¡Mira a quien trajiste!" Me levanté y con una sonrisa les tendí la mano.
-Buenas... yo soy Gonza.
-Pero le decimos Echebú. El es Gastón y yo Martín, ya nos presentamos esta mañana.
-Mucho gusto- Les di la mano a todos.
-Lo que hiciste hoy, pasó a la historia chabón- dijo Echebú.
-Te zarpaste, de una. ¿De dónde eras? - Preguntó Gastón.
-De Mendoza.
-No, pero muy bueno lo de hoy. Esta noche festejamos tu acto justiciero con muchos tragos.

Nos sentamos un rato y todos prendieron un cigarrillo. Martín me pasó la caja para que sacara uno y Daniel dijo "No, ni le des, al mediodía casi se me muere" Contradiciendo lo que mi primo acababa de decir, saqué uno. Lo prendí y esta vez aspiré un poco menos. Tosí un poco, pero hice un esfuerzo para seguir aspirando. La quinta pitada ya era bastante mas placentera que la primera. Terminamos nuestros respectivos cigarrillos y fuimos a tomarnos el colectivo que nos iba a llevar a la tienda de ropa. Una vez ahí, compraríamos la camisa de Daniel, tomaríamos una cerveza en un kiosco que quedaba frente a una plaza y nos volveríamos a "nuestras" respectivas casas a bañarnos y cambiarnos. Entre todas esas actividades, yo hablaría mucho con Martín, un chico alto, de ojos verdes y pelo negro. Tal vez el mas maduro de los cuatro, y por lo que pude ver, líder natural del grupete junto a mi primo (porque a esa edad siempre hay uno o dos líderes, quieran o no) En cuanto a Echebú, me daría la impresión de ser el bufón del grupo, el que siempre decía chistes (malos en su mayoría) y hacía reír a los demás. Ya en su aspecto se le notaba que era del tipo cómico. Un metro sesenta, pelo negro y ojos marrones. Cara de viejo. En cuanto a Gastón, no me relacionaría mucho, por lo menos en esa tarde, sino recién un año después. Pero ese sería mi quinto viaje a Buenos Aires, y ya sería otra historia. Sigamos con esta:
Sentado en la mesa con mis tíos y con los padres de Paula me sentía no muy bien. Decir ABURRIDO sería poco. Así que no pienso escribir sobre ello. Tampoco escribiré sobre cuando vi a Paula entrar en el salón después de ser nombrada. Además no me quiero poner cursi, ni recurrir a clichés tales como "parecía que caminaba en cámara lenta" o "el vestido estaba hecho para ella, y ella para el vestido" o, el peor de todos, "era la mas bella de la noche". Así que saltaremos toda la parte previa y el durante de la cena (comí un horrible pollo relleno que parecía lo hubiese hecho mi hermana con lo que había en la heladera)
He, Justiciero, vamos afuera a pedirnos un fernet, me dijo Echebú que fue el primero en levantarse de la mesa donde todos los egresados habían cenado. Ella es Tatiana, ella Gabriela y ella María. Son amigas nuestras y de Paula, me comentó cuando estábamos en la barra. Las saludé a todas, y me dijeron que lo que había hecho ese día en la mañana había sido genial. Esto se repitió toda la noche, y para los 30 chicos que egresaban esa noche, yo no era Nico, tampoco Barriaga ni mucho menos "El primo de Daniel". Esa noche me llamaba "Justiciero". Un nombre poco humilde, bastante heroico, y ahora que lo pienso, un poco ridículo. Me puse a hablar con una chica que se llamaba María (pero no la amiga de mis amigos, esta era otra María) y noté que Paula me miraba mientras simulaba escuchar a sus amigas. Sentí que tenía que ir a hablarle, le pedí disculpas a esta tal María y fui caminando hacia donde estaba la bellísima y perfecta y única de Paula. ¿Vamos un rato afuera? le pregunté. Me agarró de la mano y me llevó para la puerta. Nos sentamos en el cordón y se prendió un cigarrillo. Le dio cuatro pitadas y me lo pasó. Esta vez no tosí. De hecho, esta vez lo disfruté.
-¿Qué hablabas con la Brastó?
-¿Con quién?
-Con la tarada de María Brastó.
-Ha, nada. Qué se yo.
-Es una tarada. No se que hacías hablando con ella.
-Estas celosa.
-¡¿Qué?!
-Que estas celosa. Fácil.
-Bueno, tampoco te hagas la gran idea solo porque le gritaste a una profesora y ahora fumas.
-Estas ofendida.
-Pffff...
-Si estas ofendida, es porque tengo razón: Estas celosa.
-¿Para eso querías venir afuera? ¿Para hablar estupideces? ¿Por qué estaría celosa yo? A ver, decime.

La miré, me reí, di una pitada mas al cigarillo (esta vez mas larga) y le di un beso. Un beso que habrá durado no se, mucho. El resto de la noche nos quedamos los dos abrazados y sentados en el cordón. Si no fue ese el día que mas tiempo pasé sentado en cordones de vereda, pasa raspando.

Pasé el resto de los días (que eran pocos) con Paula. A veces estabamos con Danie, Martín Echebú y Gastón, pero la mayoría del tiempo solos. Echebú me decía que era un "trifón" entre otros términos que aprendí en ese viaje.
Seguí relacionandome con todos por chat. Y como ya dije, ese año volví a ir por lo menos unas 6 veces a Buenos Aires , y seguí estando con Paula hasta mi 5to regreso. El 6to fue un fiasco. Luego de eso, no volví a ir hasta un año y medio después. A Paula la vi hace 3 meses. Iba caminando sola con su guitarra y un cigarrillo en la mano.
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viernes, 16 de enero de 2009

I.II Lucía

No creo equivocarme al decir que los 14 fueron una de las peores épocas de mi vida. No es que tuve una infancia dura ni nada por el estilo, pero es esa etapa en la que uno empieza a desarrollarse como hombre, y se siente torpe ante cualquier movimiento que realice, por mas estúpido que sea. Por dar un ejemplo, tomarme el colectivo a la vuelta del colegio era un infierno. Llevaba en una mano la mochila (con ruedas), en la otra unas carpetas que no habían entrado en ella, y en el espacio que deja el brazo entre la mano y la axila, llevaba la campera con la que me había abrigado a las 6 de la mañana, pero que terminaba siendo totalmente obsoleta a las 12:45 un día de Septiembre. En fin, levantaba la mano como podía, haciendo señas para que parara el colectivo, y casi siempre lo hacía unos metros mas adelante, lo que me obligaba a correr antes de que se fuera. Subir las escaleras y tratar de agarrar las monedas en del bolsillo (teniendo las manos ocupada, como ya nombré) era la peor parte. Siempre se caía algo, y casi nunca encontraba asiento disponible, por ende, en cada esquina que el colectivo frenaba bruscamente (como les encanta frenar) lo que se caía, era yo.



Pero en fin, ese maldito año concluyó en Diciembre, y mi mamá me dio la noticia: "Nos vamos de vacaciones a Monte Hermoso el 29, decile a tu papá que no organice nada porque este año les toca conmigo"
El año anterior, no habíamos podido ir a ningún lugar por el problema que mi mamá adelantaba: Ambos habían organizado sin previo aviso, y al momento de elegir con quién íbamos a viajar, decidieron que lo justo sería que no fuéramos a ninguno de los dos posibles destinos. Pequeñas y comunes idioteces que suelen cometer los recién-divorciados.
Pero este año mi papá lo entendió. Así que el 29 a la mañana el auto ya estaba en viaje, cargado con bolsos, revistas, mi hermanita, mi mamá y su nuevo novio (y el único que he conocido hasta el día de hoy). Y claro, yo, que iba completamente desconectado del viaje: Tenía revistas, un tetris de mano de esos que vendían en calle Catamarca por $20, un libro de Elsa Bornemann, y un nuevo Discman que había recibido como regalo de cumpleaños adelantado (cumplo en Enero). Escuchaba Andrés Calamaro, Nirvana, Blur, Oasis, y El Otro Yo. (Ok, y Mambrú)
Realmente no me acuerdo cuanto tardamos en llegar, pero si recuerdo que fue un viaje por demás tedioso. Para colmo, Luis odiaba parar, ya que "mínima parada a la estación de servicio, nos demorará una hora Nico". Luis era el novio de mi mamá. Un hombre alto, de ojos verdes y grandes dientes. Parecía siempre decidido al momento de actuar, y parecía saber de todo. Y me explayo "en todo": Idiomas, Geografía, Literatura, Matemáticas, Cine, entre muchas cosas mas. El Fútbol le era completamente indiferente, y creo que por eso me cayó bien de entrada... Nunca había conocido algún hombre tan valiente como para decir que el Fútbol le chupaba un huevo.
Me despierto con la mano de mi mamá sacandome el auricular de la oreja derecha, diciendome de manera muy suave "Nicoooo, despertate que llegamos dale..." Abrí los ojos, me los froté como haría cualquier persona del mundo al ver la incandilante luz del sol, y alcancé a leer un cartel que decía "BIENVENIDO A COMPLEJO TURISTICO AMERICANO". Que nombre de mierda, pensé yo.
Olvidé decir que Luis era un aficionado a la montaña, y a todo eso. Por ende, al lado de todas las cabañas con todo tipo de comodidades, armamos las carpas. "Las carpas son para machos, las cabañas para viejos" me dijo al ver mi cara de chico de favela. Una vez armada las carpas (una para mi hermana y para mi, y otra para Luis y mamá) fuimos a recorrer el complejo de nombre estúpido.
Mi hermana me agarró del hombro y me dijo, ¡nico, nico! ¡vamos para la pile, mira allá! no dije nada y me di vuelta. Si mi verano se iba a basar en dormir en carpa, pileta y la compañía de mi hermana... pues prefería ir a dormir a la carpa, con permiso.
"¡Que buena malla!" sentí una voz por detrás de mi hombro. Yo soy Pablo, ¿dónde compraste esa malla? ¿cómo te llamas? ¿hace mucho que estás acá? me aturdió un gordo grandote, de un metro ochenta aproximadamente, morocho y con cara de bonachón. No, acabo de llegar, y me parece una mierda. Si, a mi también, pero solamente fui a la pileta, mi papá me dijo que por allá atrás está la playa. Lo acompañé, y le conté quien era, y en dónde me había comprado la malla. El parecía ponerle especial atención a todas mis palabras, y siempre con cara de sorprendido. Hacía muchas preguntas. Al principio pensé que me estaba tomando el pelo, pero no tuvieron que pasar 5 minutos para darme cuenta de que, simplemente, el era así.
La playa me gustó menos que la pileta: Estaba toda llena de piedras y la arena era sucia (o sea, con ramas y hojas) y seguía pensando en que la mejor opción era ir y acostarme en la carpa. Che Pablo, me voy a acostar, sigo pensando que esto es una mierda. No para, me dijo como asustado de quedar solo, vamos a la pileta dale. La cara de bueno (y su gran cuerpo) me impedía decirle que no jodiera, así que le dije "Bueno, vamos..."
Me senté en la reposera, a la sombra, y me arrepentía de haber ido. Dios, que mal humor con el que lidiaba. Necesitaba un libro, o música. ¡Metete Nico, veni! El gordo pesadeaba constantemente. Yo me hacía el dormido. En eso, me cae una pelota (de esas que pica) en la cara. "¡Perdoname loco!" escuché mientras me tapaba el ojo. Todo bien, dije. Me llamo Martín, pero el que tiró la pelota es el idiota aquel; señaló a un chico flaco y alto. Incluso mas flaco que yo, de lentes. No se qué haría con lentes en la pileta, pero por un momento pensé que tendría problemas mentales. No dije nada, y Martín siguió hablando: "Venite así jugamos a la pelota en el agua, nos haría falta uno mas" Le dije que yo estaba con el gordo que salpicaba a las señoras cada vez que se tiraba de bombita, que ahí íbamos.
Nunca fui bueno para los deportes, pero por alguna extraña razón, ese día les gané a los dueños de la pelota (digo "les gané", porque Pablo no se movía ni porque se jugara una Cindor) Creo que por eso les caí tan bien, a los 3. Quedamos en encontrarnos después de cenar en la plaza.
Me voy con unos amigos, le dije a mi mamá. ¿Viste que te ibas a hacer amigos? ¿Qué te dije yo?
Pasé por Pablo que estaba a dos carpas de la mía, y nos encontramos con los otros dos en los columpios. El flaco se llamaba Joaquín, y era la persona mas rara que había conocido hasta ese entonces. Se vestía con pantalones cortos, que terminaban considerablemente arriba de las rodillas. Tenía un corte tasa, y los lentes no se los sacaba jamás. Hablaba con una voz muy grave, que parecía de adulto, y usaba palabras tales como "choclero" "merlillero" y "sucucho". Martín, por otro lado, era bastante mas bajo, ni flaco ni gordo, ojos verdes y pelo negro. Hablaba mucho. Tenían la misma edad que yo. Gordo, ayudame a subir al árbol, le dijo Martín. No me digas gordo, decime Pablo. Dale gordo, no te hagas el idiota y ayudame. Me volves a decir gordo, y te cago a piñas. Bueno, no te enojes... ¡GORDO! Creo que verlo a Pablo corretear a Martín fue lo único divertido de esa noche.
Al otro día, mi mamá me despierta diciendome "Nico, hay un amiguito tuyo que te ha venido a buscar, despertate" Era Pablo, y no entendía qué hacía despierto tan temprano. Vamos a la pile, dale. Rascandome los ojos, le dije: Espera que coma algo y que me lave la cara. Me esperó y nos fuimos directamente al agua. Habrá pasado una hora para que llegaran los otros dos muchachos. "Nico, mira esa mina, esta re fuerte" Alta, de pelo rubio y ojos celestes. Quien la acompañaba debía ser su hermana mas chica, sin duda alguna, y su madre. Se sentaron las 3, en dos reposeras. La madre se puso a leer y a tomar mates, mientras que sus hijas se metieron al agua. Acerquemonos un poco a ver si le podemos hablar, dijo Martín. Le hice caso y para allá fuimos.
Tenemos una pelota, y nos faltan dos, ¿quieren jugar con nosotros? (cuando dijo eso, no pude evitar pensar que era el filo de Martín para conseguir amigos) Si, claro; contestó la mas grande. Bueno, vos sos con el y vos conmigo. Martín me había mandado, amablemente, a la mas grande a mi. Jugamos sin hablar, hasta que aparecieron Pablo y Joaquín. ¿Podemos jugar? No jodan, dice Martín, ya somos 4. La chica que estaba conmigo dijo que ella ya se había cansado, que podía meterse uno. Sobre la misma, yo repetí. Salimos los dos a la orilla de la pileta mientras Pablo y Martín se peleaban, en vez de jugar. Yo soy Nico, ¿vos? - Lucía, ¿sos chileno? - No, mendocino (años después, esa confusión me hubiese molestado) Tengo 14 años - Yo 13, y Mica 12. Somos de Comodoro Rivadavia. Y así hablamos por un rato bien largo. No recuerdo mas que eso, lo que si me acuerdo es que cuando las chicas se fueron, Martín me decía "¡Bueeenaaa chamuyerooo!" Era la primera vez que hablaba así con una chica, así que no me molestaba en lo mas mínimo que me dijeran "chamuyero".
Esa noche nos juntamos con las chicas en el pool, a jugar y a escuchar una banda que se llamaba "EUFORIA" y hacían covers de La Renga. Debe haber sido el primer recital que vi, porque desde ese momento, quise aprender a tocar la guitarra.
La noche anterior habíamos quedado en ir a hacer Sandboard, que era como el Snowboard, pero como bien indica el nombre, en vez de deslizar en nieve, esta vez era en arena. Alquilamos una tabla para los 4 y nos fuimos a las dunas. ¡Que cosa horrible, por Dios! En las dunas no hay telesillas, o pomas. No. En las dunas uno se tira por una bajada que dura, como mucho, 27 segundos, y la cual se termina bajando la mitad de la misma rodando. Al llegar a base, uno agarra la tabla y empieza a caminar hacia arriba, hacia donde están los que también pusieron plata para la tabla, hacía donde estábamos 2 minutos antes, hacia la cima. Con arena en la boca, y el corazón en la garganta, uno pasa la tabla y se sienta con el fin de descansar, mientras el sol pega de lleno en la nuca y no hay otra salida que eliminar toxinas a través de la transpiración, que es mucha. Eso, durante 3 horas (que era lo que duraba el alquiler) Como se desea la pileta en esos momentos.
Otro grupo de chicos, que estaban a 20 metros, se reían cada vez que nos caíamos. Martín estaba de los pelos, y decía "Vamos a cagarlos a trompadas, qué se ríen estos putos" Yo le paraba el carro, porque ellos eran 5, nosotros 4. La cosa se tornó un poco mas violenta, cuando empezaron a gritarnos, a través de un pegajoso cántico, "son de goma, la puta que los parió..." Martín estaba rojo. Se acaba el tiempo de alquiler, volvamos; dijo Joaquín. Dale, le dije yo, agarrando a Martín del codo.
¿Y como la pasaron con la tabla? Preguntó curiosa Lucía cuando nos vio llegar a la pileta. De 10, le dije. Aprendimos a saltar y a hacer piruetas, ya vamos a ir con vos para que nos veas. Mentira, no pensaba volver al infierno arenoso ese. Sentía que había sido la mañana mas calurosa que un chico de 14 años pudiera aguantar. Esa tarde jugamos a la pelota en el agua, y a las cartas en las reposeras. Joaquín había llevado un budín que había hecho su mamá en casa, 4 días atrás. Tenía frutas abrillantadas, por ende nadie quiso. Sigo sin saber quién mierda inventó lo de las frutas abrillantadas, y mucho menos, a quién mierda le gustan las frutas abrillantadas. Sostengo hasta el día de hoy, que deben ser (acompañado de las galletas PEPAS que vienen en el paquete de Diversión) el peor invento que el hombre creó en el ámbito culinario (dulce)
Ahí están los mariquitas, dijo uno de los pibes en voz alta refiriendose claramente a nosotros. Los voy a matar, decía Martín. Tranquilo, le dije, ya va a haber ocasión.
Esa noche salimos los 7 (mi hermana incluida) y fuimos al pool. Las chicas se fueron temprano a dormir (mi hermana incluida) y con los chicos nos fuimos a caminar. Yo no podía dejar de pensar en Lucía, y en lo linda que era, que pim, que pum. En eso, me pasa una piedra por al lado de la cabeza. "¡La puta madre!" grito, me doy vuelta y veo al grupo de imbéciles de las dunas. Esta vez eran mas. La pregunta fue clara: "¿Quieren piña, putos?" En eso, Martín les grita "Vengan, si se la aguantan". 7 chicos de 14 a 16 años corriendo hacia nosotros no era la postal mas agradable de Monte Hermoso. Esperé con el codo hacia atrás, y el puño cerrado, pensando en lo mucho que me iba a doler lo que recibiera. De frente mar, en la cara del que me tocaba a mi. Cayó y no se volvió a levantar. "Wooow, que fácil" pensé, y en eso me cae un escuálido encima, se me cuelga del cuello y empieza a patalear. Yo no llegaba a pegarle, así que me fui corriendo de espaldas hacia el árbol mas cercano hasta chocarlo. Gritó como nena, eso me acuerdo. Joaquín estaba mano a mano con uno, Martín pegando patadas en el piso, y Pablo (haciendo valen su cuerpo) se había cargado a dos, y me ayudó con el de la espalda (que no se había soltado) agarrandolo de los pelos y tirandolo al suelo. Algunos estaban llorando, Martín le había hecho salir sangre de la nariz a su contrincante, y (no se ni como ni en qué momento ocurrió) Joaquín le pegaba patadas a su enemigo que estaba en el piso gritando. Fui, lo frené y nos fuimos (caminando) para la pileta. Al principio nos reíamos, de que "los habíamos matado". Todos les festejábamos a Pablo que se había cargado a 3, y todo eso. Después Joaquín pensó en voz alta que podían tener hermanos mas grandes. Nos preocupamos, pero no tanto. Si tienen hermanos, ¡pues que vengan con hermanos! dijo Martín. Nos fuimos a dormir.
El sol de las 3 de la tarde nos pegaba en la cara, que hacía hermosas sombras sobre las mismas. Creo que caminábamos en cámara lenta con los pelos a viento, y de fondo debe haber sonado Back In Black de Ac/Dc. Eramos temidos. Jodidos. Los mas malos de la quincena. ¡El complejo de nombre idiota era nuestro!
Tomamos un jugo en la barra de la pileta, y nos fuimos a la playa. Sentíamos que la gente nos miraba con admiración, como si todos se hubiesen enterado de la batalla campal de la noche anterior. Joaquín había escuchado, mientras almorzaba, que Lucía (se quedaba en la carpa de al lado) y su hermana iban a alquilar un cuatriciclo para andar por la playa. Tenemos que hacernos los que no sabíamos nada, nos ven, nos llaman, y andamos en cuatri toda la tarde, dijo. Y así fue. Cuando me tocó subirme al cuatriciclo, Lucía me preguntó si podía ir conmigo. ¡Claro! le dije. Fue muy raro. Me sentía como acalorado mientras aceleraba el móvil. No se si era por como calentaba el motor, que pegaba directamente sobre mi flaca y pelada pierna desnuda de pantalón, o si por lo mucho que apretaba Lucía mi estomago con sus brazos cada vez que aceleraba mas de la cuenta. Así por media hora, fácil. Últimos días.
Yo quería quedarme, pero Luis dijo que tenía que volver de urgencia, porque no se qué había pasado en la oficina. ¡Aughh! Esa era la última noche. Envidiaba vilmente a los chicos, que se quedaban 3 días mas. ¿Pero no te quedabas hasta el Martes? me preguntó Martín. Si, pero el novio de mi mamá se tiene que volver porque tuvo un problema en la oficina, no se que mierda. Bueno, esta noche es tu despedida entonces, me dijo. Tenemos que avisarle a Lucía, si o si. No había entendido ese "si o si", pero estaba completamente de acuerdo.
Esa tarde estuvimos en la pileta, en la playa, en las dunas, en la plaza y en la barra. Había que recorrer todo el último día, según Martín. A la noche, la idea era ir a jugar al pool, porque además tocaba una banda cover de Los Rodriguez.
Terminamos de cenar, y nos juntamos (mi hermana incluida) en la entrada del bar. No pudimos jugar porque estaba lleno, pero disfrutamos de la banda. El cantante se parecía mucho a Egon, de los cazafantasmas. Incluso llegaba a tener el mismo pelo. Le faltaba la mochila. Con Lucía nos reíamos de eso.
Después nos fuimos todos a charlar a la pileta. Martín contaba (por decimoctava vez) como le había "roto la cara" a ese chico, días atrás. Después adulaba a Pablo, y ahí todos le gritábamos "¡TITÁN!" y el gordo se ponía rojo. En esos momentos, en donde sus de sorprendido y su inocente sonrisa gobernaban su cara, nadie se podría imaginar que era una maquina de moler idiotas. ¡Ja!
Bueno, nos vamos a dormir. Eso dijo Lucía mientras se paraba. ¡Aughhh! Me gustaba y no había tenido posibilidad de decirle (en realidad la tuve un montón de veces, eso era lo peor) Nos saludaron y se fueron. ¡Anda y decile pelotudo! me dijo Martín en voz baja. Le dije que no jodiera. Que no quería. No me animaba en realidad. Mi hermana se fue a dormir y nos quedamos los 4 sentados al costado de la pileta. Los chicos me trataban de convencer de que fuera. No quería. Les decía que no. No podía dejar de pensar en qué hubiese pasado. Estaba triste. No la iba a ver mas. Supongamos que pasó media hora. Ok. Ahí recién me terminaron de convencer. Les dije que ya no podía que estaban durmiendo. Martín se enojó, se paró y dijo "Gordo, ayudame" Esta vez Pablo no se quejó por su apodo, se paró y entre los dos me agarraron y me llevaron para la carpa. Joaquín se reía y yo los insultaba de una manera desquiciada. Me dejaron al lado de la carpa y salieron corriendo. Yo intenté hacer lo mismo que ellos pero torpemente me tropecé con una estaca de la carpa. Se movió toda...
"¡¿Quién es?!" preguntó susurrando Lucía, que claramente estaba asustada. Me quedé mudo. Se abrió el cierre. Atiné a correr, pero di dos pasos y me volví. No se por qué. Soy yo, le dije. Nico, ¿qué pasó? Podrías haber dicho mi nombre y salía, casi despertás a mi mamá. Perdón, le respondí, es que necesito hablar con vos. Salió, le pedí disculpas por haberla despertado pero me dijo que no dormía, que hablaba con su hermana. ¿De qué hablabas a esta hora? Se quedó callada, y se río (risa incomoda) Le volví a preguntar: Dale, ¿de qué hablabas? - De vos, me dijo. ¿De mi? - Si, de vos. - ¿Qué hablabas de mi? - No se, qué se yo... de que en Comodoro no hay muchos chicos como vos... no se Nico, que se yo. - Mi estúpido sistemita cardiovascular me delataba a ruidos como de costumbre... "¡CLUM CLUM, CLUM CLUM!" - ¿Chicos "así"? le pregunté - ¡Ay si! - me dijo, enojada por la incomodidad. Ok, era mi oportunidad: Torpe y velozmente acerqué mis labios a los de ella, y le di un beso. Era mi primer beso, y francamente no sabía como dar uno. Así que me dejé guiar por lo que había visto en películas de comedia romántica británicas, como en las que suele actuar Hugh Grant. Agarré con un brazo su cintura, y con el otro su nuca. Ella hizo lo mismo. Duró como 2 minutos. Cuando separé su cara de la mía, me dijo "Te voy a extrañar, pedile mi mail a los chicos" y me dio un pre-mini-beso de despedida. Se estaba metiendo a la carpa, cuando se volvió y me dio el último y definitivo beso de despedida (no tan mini). Salí caminando a la calle, y mis amigos empezaron a gritar y a aplaudir. Les pedía que se callaran, que Lucía iba a escuchar, pero no me hicieron caso, así que me alejé lo antes que pude de la escena.
Nos volvimos a la pileta, les conté lo sucedido. Yo estaba muy contento. Se notaba, lógicamente. Anoté en un papel los mails de Martín y de Joaquín (Pablo no tenía) y me despedí de ellos. Nunca mas los volví a ver.
Habré chateado (Messenger 4.1) firmemente con Lucía durante 7 meses. Después la conexión fue mas vaga, y se deterioró al punto de no hablar mas al cabo de un año.
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miércoles, 14 de enero de 2009

I.I. Carolina

Era la segunda vez (y la última, hasta el día de hoy) que había visitado Brasil, pero la primera en tener "contacto" con alguna chica. Y al decir "contacto" entiendase un mínimo acercamiento a alguien del sexo opuesto que no haya sido madre, hermana, tía o prima.
Yo tenía 12 años y mi papá nos había llevado a mi y a mi hermana, de viaje. Mis viejos se habían divorciado hacía poco, y era la primera vez que íbamos a viajar los 3 solos. Cuando fuimos a comprar los pasajes a la agencia de viajes que queda en Peatonal, entre 9 de Julio y España, no podía dejar de sentir en el pecho esa horrible sensación de que me iba aburrir olímpicamente; y que mi única diversión iba ser pelear con mi hermana hasta que mi papá nos retara, solamente para volver a aburrirme.
Sin embargo, al subirme por primera vez en mi vida a un avión, experimenté una especie de temor que divertía. Y sin tener que pelear con mi hermana, me entretuve durante todo el viaje (Mendoza-Chile / Chile-Brasil) mirando la ventanilla y escuchando música en mi walkman. Escuchaba The Offspring y Green Day. Me divertí incluso en las 2 horas de espera en el aeropuerto de Chile leyendo El Condorito De Oro que mi papá me compró para que no rompiera las pelotas como lo hacia de costumbre. ¡Plop!

Cuando llegamos al hotel en Florianopolis, unos botones (como los de las películas) nos recibieron los bolsos y uno de ellos me miró y me dijo: "¡Boa tarde menino!" Pensé en lo poco que me había costado entender lo que me dijo, y supuse que tal vez era una especie de "niño-genio" y que recién, a los 12 años, lo estaba descubriendo. Fantaseé con eso hasta llegar a la habitación. Nos acomodamos y mi papá nos dijo que se iba a "tirar a dormir una siesta", que fuéramos a la pileta. Pero yo quiero ir a la playa, le dije, cuando me despierte, me respondió.
Nos sentamos en las reposeras y mi hermana (en ese entonces, hermanita) me invitó a sumergirme en la pileta, como si fuera de ella. Le dije que no jodiera, que me iba a poner a escuchar música y que si me llegaba a salpicar le iba a dejar el ojo morado. Debo haberme quedado dormido como media hora, porque cuando abrí los ojos, en la pileta (antes desierta) habían como unos 7 niños jugando, entre ellos, mi hermanita; que cuando me vio levantarme me gritó a viva voz "¡Nico! ¡Veni que te presento a mis amigos!" Sentí mucha verguenza, y opté por dar vuelta el cassette, y volver a recostarme. Tenía muchas ganas de ir, pero no me animaba, y estaba rogando que mi hermana volviera a llamarme. Pero no lo hacía. ¡Niña idiota! Me di vuelta y me convencí de que cualquiera que entablara amistad con mi hermanita, debía de ser alguna especie de infradotado o algo por el estílo.
Sentí en la espalda que una mano mojada me palpaba, lleno de furia me di vuelta para gritarle "¡Pendeja de mierda, te dije que no me mojaras!", pero antes de poder hacerlo, vi unos dientes con aparatos que se movían para arriba y para abajo, como queriendo decir algo. ¿Perdón? pregunté al no entender nada, Dije que si vos sos Nico, el hermano de Dani, yo soy Carolina, pero podés decirme Caro... Dale, veni a jugar a la pileta con nosotros. La niña en cuestión, agarró mis dedos con su ya nombrada mano mojada y me llevó hacia el grupo de chicos.
Todos hablaban sentados en el borde de la pileta, y ni bien llegamos, Carolina me dijo el es Mati y su hermano Facu, son de Bahía Blanca, el es Rodrigo y es de Buenos Aires, ella es Clara, mi hermana mas chica, nosotros somos de Cordoba por eso tenemos este acento ¿viste? Y bueno, tu hermana Dani ya nos dijo que eran de Mendoza. Yo sin emitir ningúna palabra me senté. ¿Cuantos años tenes? me preguntó el tal Mati con cara de curioso. 12 le dije timidamente. Yo también pibe. El tiene 11 (dijo señalando a su hermano) y Rodrigo 13. Nosotros estamos acá hace 3 días, así que ya somos amigos. ¡Ella tiene 10, como yo Nico! Me dijo mi hermana abrazando a Clarita. Y yo tengo 13, me dijo Carolina, tocandome la cabeza, y llegamos ayer. En ese momento quedé congelado y sentí que mi corazón latía mucho mas rápido de lo normal. Carolina era alta, flaca, de pelo negro y ojos verdes. Debe haber sido la única chica que vi que los aparatos la hacían, incluso, mas linda de lo que era.
No hablas mucho, ¿verdad? me preguntó Rodrigo, con un tono medio molesto al oído (o por lo menos, a MI oído) Si, pero le cuesta agarrar confianza respondió mi hermana por mi. En cualquier otra situación, le hubiese dado un chirlo en la cabeza, pero esta vez la verguenza me ganaba.
A los 20 minutos ya había podido entablar lo que se conoce como "una conversación" con el grupo de niños. Miraba a todos a los ojos, excepto a Carolina. Ella y Rodrigo eran los mas grandes del grupo, así que hablaban de cosas mas importantes. Yo había pegado buena onda con Matías y su hermano, mientras que Dani jugaba en la pileta con Clarita. Matías tenía una cara realmente de niño-loco, flaco (aunque no tanto como yo) rubio y de grandes ojos verdes/amarillos. Hablaba mucho, y todo lo que decía me causaba gracia; ya sea por LO QUE DECÍA, o por la manera en que lo hacía. Su hermano era mas callado, me hacía acordar a John Connor de Terminator II, porque se le caía un mechón de pelo a la cara. Lo imaginaba diciendo "Hasta la vista, baby" y me reía por adentro. Tenía puesta una a malla a cuadritos, muy cortita y su piel era blanca-blanca, lo cual no era muy coherente teniendo en cuenta que llevaban ahí 3 días.
En el momento mas divertido, apareció mi padre con un bolso en la mano y nos gritó "¡Chicos, vamos!" Yo no quería irme, pero me levanté sin protestar. Carolina me miró y me preguntó ¿A dónde van? No se, a la playa con mi papá. Ha, bueno, nosotras ya vamos, estamos esperando que mis papás se levanten de la siesta. Nos vemos allá, nosotras estamos siempre al lado del cartel rojo de coca-cola.
Cuando llegué a la playa (estaba a una cuadra) no encontraba ningún cartel rojo, o sea, ¿era un cartel clavado en la arena, o colgado de un árbol? Tendría que haberle preguntado, soy un tarado, ¿Ahora qué mierda hago? Me recorrí la playa de punta a punta, protestando en mi mente y maldiciendo ese supuesto cartel rojo. Cuando volvía sentí que gritaban mi nombre. Ahí estaba Matías, Facu, Clarita, Carolina y mi hermana (que sin moverse del lugar donde se había quedado mi papá, fue encontrada por el clan antes que yo) Me senté y Caro me dijo ¡Te estabamos buscando! ¿Dónde te habías metido? No se, me había ido a caminar por ahí, que se yo; le dije haciendome el desinteresado. Jugamos a la casita robada con Matías, Facundo y Carolina. Menos mal que no estaba el pesado ese de Rodrigo, no lo toleraba. Pero como todo lo bueno, dura poco. "¡Caro!" Y la puta madre, ahí venía el pesado a molestar a Carolina, que tan bien la estaba pasando conmigo. Encima, vivo porteño, se sentó entre ella y yo. De haber sido mas grandote, lo hubiese embocado, pero la diferencia de edad me dejaba en desventaja. Rodrigo era alto, de grandes rulos y ojos marrones. Flaco y canchero (insoportablemente canchero) al momento de hablar. Usaba ropa muy grande para lo que era su cuerpo. Si el era talla "M", seguro compraba "L". Caro, ¿vamos a jugar al bolley? le preguntó, Si dale. ¡Encima se hace el deportista, el imbécil! Seguro que ella le dijo que si para no hacerlo sentir mal, pero prefiere estar acá conmigo jugando a la casita robada.
"Chicas, vamos que papá nos espera para salir a comer" gritó la madre de Caro. ¡Como les gustaba a los padres gritar, en vez de acercarse a decir las cosas como la gente! Caro dejó la pelota, y se vino hacia donde estábamos sentados nosotros. Rodrigo la siguió. Esta noche nos vamos a juntamos en el lugar de anoche a jugar al metegól, ¿no? Si, obvio, dijo Mati. Ok, nos vemos a las 11 entonces, es acá a la vuelta... sabés? Nos vemos ahí, me dijo, y me dio un beso en la mejilla. Otra vez ese molesto latido. ¡Clum clum! ¡Clum clum!
Terminamos de comer en el resto del hotel, y Matías (que estaba a dos mesas de la nuestra) se paró y me dijo "Nico, vamos que allá deben estar los chicos" Le pregunté a mi papá si podía ir, y me dijo que solo si llevaba a mi hermanita y que no le sacara el ojo de encima. "Solo si llevas a tu hermanita y no le sacas el ojo de encima" Le pedí plata, agarré a Dani de la mano y me fui con el otro par de hermanos. Era a la vuelta. Llegamos y ahí estaba ella, gritando alegre mientras jugaba al metegól con Clarita. Rodrigo no va a poder venir porque mañana se tiene que levantar temprano para ir al shopping con la familia, dijo cuando nos vio. Y después me preguntó "¿Jugas?" Le dije que si y nos quedamos jugando como 3 fichas seguidas al metegol. No quería que se acabara, por eso cuando estaba a punto se llegar al arco, la tiraba para atrás haciendo de cuenta que era un accidente. Ella se burlaba jocosamente, pensando que no sabía jugar, pero en el barrio yo era conocido como "El Matador". Para el metegól, claro, porque para los deportes verdaderos (especialmente para el fútbol) era de madera.
Volvimos a las 12:30, creo que fue una de las primeras veces que volvía tan tarde a mi casa... bah, "a mi casa"... una forma de decir; a mi habitación.
Linda Carolina, ¿no?, me preguntó mi hermana con cara de viva. Si, que se yo, le respondí haciéndome "el otro".
A la mañana siguiente me desperté de un extraño buen humor, desayunamos y nos fuimos para la playa. Cuando llegué estaba Matías tirandose arena con Facundo. Me saludó, y ahí recordé que Rodrigo estaba en el shopping con su familia, por ende, iba a tener la posibilidad de estar toda la mañana con Carolina, sin interrupciones.
Nos sentamos y le pregunté por las chicas, me dijeron que no las habían visto. Estuve nervioso hasta el momento en que llegaron a la playa. Ella tenía cara de dormida, me saludó y me dijo "Perdón por la cara, no me podía levantar, mi mamá tuvo que tirarme de la cama" nos pusimos a jugar a la casita robada, y como a las 11:30, Matías propone ir a meternos al mar. Aceptamos y nos fuimos corriendo. "Chapoteamos", como decía Facundo, como hasta las 12. Ahí estaban las voces de los padres de nuevo, a gritos, que era la hora de comer.
La tarde preferimos pasarla en la pileta, tomando helados. Rodrigo seguía sin llegar.
A la noche, en el resto del hotel, estábamos todos, y le preguntamos a nuestros padres si podíamos sentarnos todos los niños juntos en una mesa. Nos dijeron que si, y copiando y pegando, ellos juntaron mesas y comieron juntos. Al principio pensé que mi papá podría llegar a aburrirse, pero lo vi muy entretenido hablando con la tía de Matías y Facundo. No sentí celos.
Esa noche estábamos muy cansados para ir a jugar al metegól, así que preferimos quedarnos al costado de la pileta, con los pies en el agua, charlando. Tipo 10:30 aparece por el patio Rodrigo, y Matías le grita. Estuve todo el día en el centro, me compré ropa y me hice un tatuaje miren. Pero es temporal, dura como 15 días. Todos estábamos sorprendidos, incluso yo, aunque disimulé mi sorpresa preguntando "¿No habían otros diseños mas copados? Es que a mi no me gustan los dragones" Mentira, amaba los dragones.
Como al 5to día de la misma rutina, mi papá nos dijo: "Mañana vamos a ir temprano al Shopping, así que a las 11:30 tienen que estar en la cama"
En esa época, todo estaba muy barato en Brasil, así que mi papá me compró 3 cassettes, uno viejo de The Offspring que nunca había escuchado (ni sabía que existía) que se llamaba "Smash", "Dookie" de Green Day, y "Sgt. Pepper..." de Los Beatles; este último lo elegí por descarte (Llevando 2, regalaban uno) y lo vine a escuchar, recién, 2 años después.
Hacía ya 8 días que estábamos en Brasil, y nos quedaban 2. Yo me quería quedar mas tiempo, y le rogaba a mi papá que lo hiciéramos. ¿Pero vos te pensas que yo no tengo que trabajar? me preguntó medio enojado. Me voy a la pile, si me quedan dos días, prefiero disfrutarlo con los chicos, que escuchar a mi papá. "¡Nico!" Haaaaa... hermosa voz. Vamos a la playa dale, rápido. Me agarró la mano, y fuimos caminando rápido hasta el cartel rojo (que por primera vez, pude reconocer) Mi hermana nos seguía atrás, hablando con Clarita. Mañana nos vamos, me dijo. ¡¿Qué?! No podía creerlo. Este es nuestro último día de playa, y esta noche hacemos la despedida en el metegól, vas a ir... ¿no? Si, si, claro. Seguía sin poder creer que fuera mi último día con Carolina. ¡Tenía que hacer algo! Decirle lo mucho que me gustaba, o algo, pero si ella me decía que yo no le gustaba, lo que quedaba del día sería un momento muy incomodo, y ni hablar de ir a su despedida.
Los estuvimos buscando en la pile, ¿Cuánto hace que están acá? Era Matías, que atrás traía a Facundo, y al perrito guardián, o sea, Rodrigo. Menos de 20 minutos, le dijo Caro.
Ese día jugamos a las cartas, nos metimos al mar, no hubo volley (ja!) y comimos unos de esos choclos con manteca que venden en la playa.
"¡Apuráte que nos tenemos que bañar todos nene!" Estaba muy nervioso, y mi hermana no me dejaba tranquilo. Me puse 4 veces shampoo, 2 enjuague y le robé un poco de perfume a mi papá. Una vez en el resto, fui con mi hermanita directo a "La mesa joven" como la llamaba Matías. ¿Vos también te vas mañana? Me preguntó Rodrigo con cara de preocupado. No, me voy pasado. Ha, yo también, me dijo. Nosotros nos vamos mañana a la tarde, así que tenemos la mañana para estar en la pile, me dijo Facundo. Carolina propuso intercambiar correos (no, en esa época no usábamos e-mail) anoté las 3 direcciones en una servilleta, y quedamos en volver a juntarnos al siguiente verano, ya sea en Mendoza, en Bahía Blanca, en Buenos Aires, en Córdoba, o en Brasil.
Esa noche en el metegól, gané 2 veces contra Facundo y Rodrigo (yo era con Matías) y perdí 2. "Empate, loco" dijo Matías. Yo me reí. Hablaba de una manera tan graciosa. Creo que me dejé de reír cuando volví del baño y vi a Rodrigo hablando con Carolina muy de cerca. ¡Se hace el vivo, si la música no esta tan fuerte! Puede hablar a una distancia normal. Cuando me voy a donde esta Matías, Carolina me agarra la mano y me pide que la acompañe un segundo a ver por última vez la playa. Dios, era ese latido, mas violento que nunca. Rodrigo debía estar muriendo de envidia. ¡Ja!
Caminamos la playa hasta el final, sin decir una palabra y de la mano, al punto que nos transpiraba. No quería que la playa terminara nunca. Cuando volvíamos, me dijo que estaría "re-bueno" que nos escribiéramos durante el año, y arreglar para el año que viene en poder juntarnos. Me metí la mano en mi bolsillo, saqué un chocolate a medio derretir que traía de la noche anterior y le dije "¿nos sentamos y lo comemos?" Me dijo que no, que estaba apurada, tenía que buscar a Clarita en el metegól y estar antes de las 12 en la habitación porque se iban muy temprano. ¿A qué mierda quería que la acompañe entonces? pensé. No, bueno, dale, mejor si; me dijo. Nos sentamos, partí el chocolate en dos, y le di la mitad-mas-grande. Lo comimos, me volvió a agarrar la mano y me dijo: "La pasé muy bien con vos Nico, espero volver a verte alguna vez" y me dio un beso en la mejilla. Inexplicablemente, luego del beso, mi corazón volvió a su estado natural. Me sentía cómodo. Seguimos de la mano hasta llegar al metegól. Ella saludó con un abrazo y un beso a todos, lo mismo hizo Clarita. Yo fui el último en ser saludado, y no es por ser charlatán, pero mi abrazo fue considerablemente mas largo que el de los demás, y puedo estar seguro también, de que apretó mas fuerte conmigo que con los otros.
A la mañana siguiente me sentía feliz por lo de la noche anterior, pero vacío al saber que ella se había ido. Pasé por su puerta del 203 (su habitación), por las dudas de que la madre sospechara de lo nuestro, y que, con un poco de empatía, optara por quedarse un día mas para no hacernos sufrir. No escuché ningún ruido, tampoco golpeé, me fui a la pileta. Ahí estaban los chicos. Nos vamos a las 12 loco, me dijo con cara triste Matías. Parecía que todo se derrumbaba, primero Carolina, después los hermanos Facu y Mati, y al otro día yo. Yo hubiese preferido irme esa misma tarde, no podía soportar estar en la playa sin la gente con la que estuve casi 10 días. Me quería ir.
Matías empezó a hablar, que pim, que pum, yo le festejaba todo con una risa mas que natural. No es que no me sintiera mal, sino que era muy cómico escucharlo. Bueno, chicos, estuvo muy bueno ser amigo de ustedes. ¿Se estaba despidiendo? Mas le vale que escriban loco, dijo mientras se paraba. Si, se estaba despidiendo. Nos paramos, nos dimos un abrazo y se fueron a dentro del hotel. Su familia estaba armando los bolsos arriba. Supuse que mi papá estaría despidiendose de la tía. Acto seguido, mi hermanita dijo "Me voy a jugar a la habitación".
Y ahí estaba yo, sentado con Rodrigo. No hablamos. Nos miramos de vez en cuando. Así por 5 minutos, hasta que el rompió el silencio diciendo "Menos mal que te quedas hasta mañana, no se que hubiese hecho si me quedaba solo" La verdad es que yo pensaba lo mismo... Aunque claro, hubiese preferido que fuera Caro la que se quedara, o en todo caso, Matías. Pero era verdad: Menos mal que estaba el. Fuimos a la playa.
Te gustaba Carolina... ¿no? le pregunté. No, ni ahí. Yo tengo novia en Buenos Aires. Ni, nada que ver. - 30 segundos de silencio incómodo - ...además, ella gustaba de vos... ¿De quién te crees que fue la idea de que fueran a la playa? Cuando me dijo eso, me quedé helado. ¡Como no le dije a Caro lo que sentía el día anterior en la playa! Me detuve: Era lamentarse, o alegrarse. Llorar o reír. Opté por lo segundo, me alegré... ¡Yo le había gustado!
Ese día me di cuenta que Rodrigo era "re-copado". ¿Quién iba a pensarlo? Me entró a caer muy bien, justo el último día. Estuvimos hasta las 9:30 en la playa. Ya era de noche, pero la seguía pasando bien. Ya no quería irme. Terminamos jugamos al volley.
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