viernes, 16 de enero de 2009

I.II Lucía

No creo equivocarme al decir que los 14 fueron una de las peores épocas de mi vida. No es que tuve una infancia dura ni nada por el estilo, pero es esa etapa en la que uno empieza a desarrollarse como hombre, y se siente torpe ante cualquier movimiento que realice, por mas estúpido que sea. Por dar un ejemplo, tomarme el colectivo a la vuelta del colegio era un infierno. Llevaba en una mano la mochila (con ruedas), en la otra unas carpetas que no habían entrado en ella, y en el espacio que deja el brazo entre la mano y la axila, llevaba la campera con la que me había abrigado a las 6 de la mañana, pero que terminaba siendo totalmente obsoleta a las 12:45 un día de Septiembre. En fin, levantaba la mano como podía, haciendo señas para que parara el colectivo, y casi siempre lo hacía unos metros mas adelante, lo que me obligaba a correr antes de que se fuera. Subir las escaleras y tratar de agarrar las monedas en del bolsillo (teniendo las manos ocupada, como ya nombré) era la peor parte. Siempre se caía algo, y casi nunca encontraba asiento disponible, por ende, en cada esquina que el colectivo frenaba bruscamente (como les encanta frenar) lo que se caía, era yo.



Pero en fin, ese maldito año concluyó en Diciembre, y mi mamá me dio la noticia: "Nos vamos de vacaciones a Monte Hermoso el 29, decile a tu papá que no organice nada porque este año les toca conmigo"
El año anterior, no habíamos podido ir a ningún lugar por el problema que mi mamá adelantaba: Ambos habían organizado sin previo aviso, y al momento de elegir con quién íbamos a viajar, decidieron que lo justo sería que no fuéramos a ninguno de los dos posibles destinos. Pequeñas y comunes idioteces que suelen cometer los recién-divorciados.
Pero este año mi papá lo entendió. Así que el 29 a la mañana el auto ya estaba en viaje, cargado con bolsos, revistas, mi hermanita, mi mamá y su nuevo novio (y el único que he conocido hasta el día de hoy). Y claro, yo, que iba completamente desconectado del viaje: Tenía revistas, un tetris de mano de esos que vendían en calle Catamarca por $20, un libro de Elsa Bornemann, y un nuevo Discman que había recibido como regalo de cumpleaños adelantado (cumplo en Enero). Escuchaba Andrés Calamaro, Nirvana, Blur, Oasis, y El Otro Yo. (Ok, y Mambrú)
Realmente no me acuerdo cuanto tardamos en llegar, pero si recuerdo que fue un viaje por demás tedioso. Para colmo, Luis odiaba parar, ya que "mínima parada a la estación de servicio, nos demorará una hora Nico". Luis era el novio de mi mamá. Un hombre alto, de ojos verdes y grandes dientes. Parecía siempre decidido al momento de actuar, y parecía saber de todo. Y me explayo "en todo": Idiomas, Geografía, Literatura, Matemáticas, Cine, entre muchas cosas mas. El Fútbol le era completamente indiferente, y creo que por eso me cayó bien de entrada... Nunca había conocido algún hombre tan valiente como para decir que el Fútbol le chupaba un huevo.
Me despierto con la mano de mi mamá sacandome el auricular de la oreja derecha, diciendome de manera muy suave "Nicoooo, despertate que llegamos dale..." Abrí los ojos, me los froté como haría cualquier persona del mundo al ver la incandilante luz del sol, y alcancé a leer un cartel que decía "BIENVENIDO A COMPLEJO TURISTICO AMERICANO". Que nombre de mierda, pensé yo.
Olvidé decir que Luis era un aficionado a la montaña, y a todo eso. Por ende, al lado de todas las cabañas con todo tipo de comodidades, armamos las carpas. "Las carpas son para machos, las cabañas para viejos" me dijo al ver mi cara de chico de favela. Una vez armada las carpas (una para mi hermana y para mi, y otra para Luis y mamá) fuimos a recorrer el complejo de nombre estúpido.
Mi hermana me agarró del hombro y me dijo, ¡nico, nico! ¡vamos para la pile, mira allá! no dije nada y me di vuelta. Si mi verano se iba a basar en dormir en carpa, pileta y la compañía de mi hermana... pues prefería ir a dormir a la carpa, con permiso.
"¡Que buena malla!" sentí una voz por detrás de mi hombro. Yo soy Pablo, ¿dónde compraste esa malla? ¿cómo te llamas? ¿hace mucho que estás acá? me aturdió un gordo grandote, de un metro ochenta aproximadamente, morocho y con cara de bonachón. No, acabo de llegar, y me parece una mierda. Si, a mi también, pero solamente fui a la pileta, mi papá me dijo que por allá atrás está la playa. Lo acompañé, y le conté quien era, y en dónde me había comprado la malla. El parecía ponerle especial atención a todas mis palabras, y siempre con cara de sorprendido. Hacía muchas preguntas. Al principio pensé que me estaba tomando el pelo, pero no tuvieron que pasar 5 minutos para darme cuenta de que, simplemente, el era así.
La playa me gustó menos que la pileta: Estaba toda llena de piedras y la arena era sucia (o sea, con ramas y hojas) y seguía pensando en que la mejor opción era ir y acostarme en la carpa. Che Pablo, me voy a acostar, sigo pensando que esto es una mierda. No para, me dijo como asustado de quedar solo, vamos a la pileta dale. La cara de bueno (y su gran cuerpo) me impedía decirle que no jodiera, así que le dije "Bueno, vamos..."
Me senté en la reposera, a la sombra, y me arrepentía de haber ido. Dios, que mal humor con el que lidiaba. Necesitaba un libro, o música. ¡Metete Nico, veni! El gordo pesadeaba constantemente. Yo me hacía el dormido. En eso, me cae una pelota (de esas que pica) en la cara. "¡Perdoname loco!" escuché mientras me tapaba el ojo. Todo bien, dije. Me llamo Martín, pero el que tiró la pelota es el idiota aquel; señaló a un chico flaco y alto. Incluso mas flaco que yo, de lentes. No se qué haría con lentes en la pileta, pero por un momento pensé que tendría problemas mentales. No dije nada, y Martín siguió hablando: "Venite así jugamos a la pelota en el agua, nos haría falta uno mas" Le dije que yo estaba con el gordo que salpicaba a las señoras cada vez que se tiraba de bombita, que ahí íbamos.
Nunca fui bueno para los deportes, pero por alguna extraña razón, ese día les gané a los dueños de la pelota (digo "les gané", porque Pablo no se movía ni porque se jugara una Cindor) Creo que por eso les caí tan bien, a los 3. Quedamos en encontrarnos después de cenar en la plaza.
Me voy con unos amigos, le dije a mi mamá. ¿Viste que te ibas a hacer amigos? ¿Qué te dije yo?
Pasé por Pablo que estaba a dos carpas de la mía, y nos encontramos con los otros dos en los columpios. El flaco se llamaba Joaquín, y era la persona mas rara que había conocido hasta ese entonces. Se vestía con pantalones cortos, que terminaban considerablemente arriba de las rodillas. Tenía un corte tasa, y los lentes no se los sacaba jamás. Hablaba con una voz muy grave, que parecía de adulto, y usaba palabras tales como "choclero" "merlillero" y "sucucho". Martín, por otro lado, era bastante mas bajo, ni flaco ni gordo, ojos verdes y pelo negro. Hablaba mucho. Tenían la misma edad que yo. Gordo, ayudame a subir al árbol, le dijo Martín. No me digas gordo, decime Pablo. Dale gordo, no te hagas el idiota y ayudame. Me volves a decir gordo, y te cago a piñas. Bueno, no te enojes... ¡GORDO! Creo que verlo a Pablo corretear a Martín fue lo único divertido de esa noche.
Al otro día, mi mamá me despierta diciendome "Nico, hay un amiguito tuyo que te ha venido a buscar, despertate" Era Pablo, y no entendía qué hacía despierto tan temprano. Vamos a la pile, dale. Rascandome los ojos, le dije: Espera que coma algo y que me lave la cara. Me esperó y nos fuimos directamente al agua. Habrá pasado una hora para que llegaran los otros dos muchachos. "Nico, mira esa mina, esta re fuerte" Alta, de pelo rubio y ojos celestes. Quien la acompañaba debía ser su hermana mas chica, sin duda alguna, y su madre. Se sentaron las 3, en dos reposeras. La madre se puso a leer y a tomar mates, mientras que sus hijas se metieron al agua. Acerquemonos un poco a ver si le podemos hablar, dijo Martín. Le hice caso y para allá fuimos.
Tenemos una pelota, y nos faltan dos, ¿quieren jugar con nosotros? (cuando dijo eso, no pude evitar pensar que era el filo de Martín para conseguir amigos) Si, claro; contestó la mas grande. Bueno, vos sos con el y vos conmigo. Martín me había mandado, amablemente, a la mas grande a mi. Jugamos sin hablar, hasta que aparecieron Pablo y Joaquín. ¿Podemos jugar? No jodan, dice Martín, ya somos 4. La chica que estaba conmigo dijo que ella ya se había cansado, que podía meterse uno. Sobre la misma, yo repetí. Salimos los dos a la orilla de la pileta mientras Pablo y Martín se peleaban, en vez de jugar. Yo soy Nico, ¿vos? - Lucía, ¿sos chileno? - No, mendocino (años después, esa confusión me hubiese molestado) Tengo 14 años - Yo 13, y Mica 12. Somos de Comodoro Rivadavia. Y así hablamos por un rato bien largo. No recuerdo mas que eso, lo que si me acuerdo es que cuando las chicas se fueron, Martín me decía "¡Bueeenaaa chamuyerooo!" Era la primera vez que hablaba así con una chica, así que no me molestaba en lo mas mínimo que me dijeran "chamuyero".
Esa noche nos juntamos con las chicas en el pool, a jugar y a escuchar una banda que se llamaba "EUFORIA" y hacían covers de La Renga. Debe haber sido el primer recital que vi, porque desde ese momento, quise aprender a tocar la guitarra.
La noche anterior habíamos quedado en ir a hacer Sandboard, que era como el Snowboard, pero como bien indica el nombre, en vez de deslizar en nieve, esta vez era en arena. Alquilamos una tabla para los 4 y nos fuimos a las dunas. ¡Que cosa horrible, por Dios! En las dunas no hay telesillas, o pomas. No. En las dunas uno se tira por una bajada que dura, como mucho, 27 segundos, y la cual se termina bajando la mitad de la misma rodando. Al llegar a base, uno agarra la tabla y empieza a caminar hacia arriba, hacia donde están los que también pusieron plata para la tabla, hacía donde estábamos 2 minutos antes, hacia la cima. Con arena en la boca, y el corazón en la garganta, uno pasa la tabla y se sienta con el fin de descansar, mientras el sol pega de lleno en la nuca y no hay otra salida que eliminar toxinas a través de la transpiración, que es mucha. Eso, durante 3 horas (que era lo que duraba el alquiler) Como se desea la pileta en esos momentos.
Otro grupo de chicos, que estaban a 20 metros, se reían cada vez que nos caíamos. Martín estaba de los pelos, y decía "Vamos a cagarlos a trompadas, qué se ríen estos putos" Yo le paraba el carro, porque ellos eran 5, nosotros 4. La cosa se tornó un poco mas violenta, cuando empezaron a gritarnos, a través de un pegajoso cántico, "son de goma, la puta que los parió..." Martín estaba rojo. Se acaba el tiempo de alquiler, volvamos; dijo Joaquín. Dale, le dije yo, agarrando a Martín del codo.
¿Y como la pasaron con la tabla? Preguntó curiosa Lucía cuando nos vio llegar a la pileta. De 10, le dije. Aprendimos a saltar y a hacer piruetas, ya vamos a ir con vos para que nos veas. Mentira, no pensaba volver al infierno arenoso ese. Sentía que había sido la mañana mas calurosa que un chico de 14 años pudiera aguantar. Esa tarde jugamos a la pelota en el agua, y a las cartas en las reposeras. Joaquín había llevado un budín que había hecho su mamá en casa, 4 días atrás. Tenía frutas abrillantadas, por ende nadie quiso. Sigo sin saber quién mierda inventó lo de las frutas abrillantadas, y mucho menos, a quién mierda le gustan las frutas abrillantadas. Sostengo hasta el día de hoy, que deben ser (acompañado de las galletas PEPAS que vienen en el paquete de Diversión) el peor invento que el hombre creó en el ámbito culinario (dulce)
Ahí están los mariquitas, dijo uno de los pibes en voz alta refiriendose claramente a nosotros. Los voy a matar, decía Martín. Tranquilo, le dije, ya va a haber ocasión.
Esa noche salimos los 7 (mi hermana incluida) y fuimos al pool. Las chicas se fueron temprano a dormir (mi hermana incluida) y con los chicos nos fuimos a caminar. Yo no podía dejar de pensar en Lucía, y en lo linda que era, que pim, que pum. En eso, me pasa una piedra por al lado de la cabeza. "¡La puta madre!" grito, me doy vuelta y veo al grupo de imbéciles de las dunas. Esta vez eran mas. La pregunta fue clara: "¿Quieren piña, putos?" En eso, Martín les grita "Vengan, si se la aguantan". 7 chicos de 14 a 16 años corriendo hacia nosotros no era la postal mas agradable de Monte Hermoso. Esperé con el codo hacia atrás, y el puño cerrado, pensando en lo mucho que me iba a doler lo que recibiera. De frente mar, en la cara del que me tocaba a mi. Cayó y no se volvió a levantar. "Wooow, que fácil" pensé, y en eso me cae un escuálido encima, se me cuelga del cuello y empieza a patalear. Yo no llegaba a pegarle, así que me fui corriendo de espaldas hacia el árbol mas cercano hasta chocarlo. Gritó como nena, eso me acuerdo. Joaquín estaba mano a mano con uno, Martín pegando patadas en el piso, y Pablo (haciendo valen su cuerpo) se había cargado a dos, y me ayudó con el de la espalda (que no se había soltado) agarrandolo de los pelos y tirandolo al suelo. Algunos estaban llorando, Martín le había hecho salir sangre de la nariz a su contrincante, y (no se ni como ni en qué momento ocurrió) Joaquín le pegaba patadas a su enemigo que estaba en el piso gritando. Fui, lo frené y nos fuimos (caminando) para la pileta. Al principio nos reíamos, de que "los habíamos matado". Todos les festejábamos a Pablo que se había cargado a 3, y todo eso. Después Joaquín pensó en voz alta que podían tener hermanos mas grandes. Nos preocupamos, pero no tanto. Si tienen hermanos, ¡pues que vengan con hermanos! dijo Martín. Nos fuimos a dormir.
El sol de las 3 de la tarde nos pegaba en la cara, que hacía hermosas sombras sobre las mismas. Creo que caminábamos en cámara lenta con los pelos a viento, y de fondo debe haber sonado Back In Black de Ac/Dc. Eramos temidos. Jodidos. Los mas malos de la quincena. ¡El complejo de nombre idiota era nuestro!
Tomamos un jugo en la barra de la pileta, y nos fuimos a la playa. Sentíamos que la gente nos miraba con admiración, como si todos se hubiesen enterado de la batalla campal de la noche anterior. Joaquín había escuchado, mientras almorzaba, que Lucía (se quedaba en la carpa de al lado) y su hermana iban a alquilar un cuatriciclo para andar por la playa. Tenemos que hacernos los que no sabíamos nada, nos ven, nos llaman, y andamos en cuatri toda la tarde, dijo. Y así fue. Cuando me tocó subirme al cuatriciclo, Lucía me preguntó si podía ir conmigo. ¡Claro! le dije. Fue muy raro. Me sentía como acalorado mientras aceleraba el móvil. No se si era por como calentaba el motor, que pegaba directamente sobre mi flaca y pelada pierna desnuda de pantalón, o si por lo mucho que apretaba Lucía mi estomago con sus brazos cada vez que aceleraba mas de la cuenta. Así por media hora, fácil. Últimos días.
Yo quería quedarme, pero Luis dijo que tenía que volver de urgencia, porque no se qué había pasado en la oficina. ¡Aughh! Esa era la última noche. Envidiaba vilmente a los chicos, que se quedaban 3 días mas. ¿Pero no te quedabas hasta el Martes? me preguntó Martín. Si, pero el novio de mi mamá se tiene que volver porque tuvo un problema en la oficina, no se que mierda. Bueno, esta noche es tu despedida entonces, me dijo. Tenemos que avisarle a Lucía, si o si. No había entendido ese "si o si", pero estaba completamente de acuerdo.
Esa tarde estuvimos en la pileta, en la playa, en las dunas, en la plaza y en la barra. Había que recorrer todo el último día, según Martín. A la noche, la idea era ir a jugar al pool, porque además tocaba una banda cover de Los Rodriguez.
Terminamos de cenar, y nos juntamos (mi hermana incluida) en la entrada del bar. No pudimos jugar porque estaba lleno, pero disfrutamos de la banda. El cantante se parecía mucho a Egon, de los cazafantasmas. Incluso llegaba a tener el mismo pelo. Le faltaba la mochila. Con Lucía nos reíamos de eso.
Después nos fuimos todos a charlar a la pileta. Martín contaba (por decimoctava vez) como le había "roto la cara" a ese chico, días atrás. Después adulaba a Pablo, y ahí todos le gritábamos "¡TITÁN!" y el gordo se ponía rojo. En esos momentos, en donde sus de sorprendido y su inocente sonrisa gobernaban su cara, nadie se podría imaginar que era una maquina de moler idiotas. ¡Ja!
Bueno, nos vamos a dormir. Eso dijo Lucía mientras se paraba. ¡Aughhh! Me gustaba y no había tenido posibilidad de decirle (en realidad la tuve un montón de veces, eso era lo peor) Nos saludaron y se fueron. ¡Anda y decile pelotudo! me dijo Martín en voz baja. Le dije que no jodiera. Que no quería. No me animaba en realidad. Mi hermana se fue a dormir y nos quedamos los 4 sentados al costado de la pileta. Los chicos me trataban de convencer de que fuera. No quería. Les decía que no. No podía dejar de pensar en qué hubiese pasado. Estaba triste. No la iba a ver mas. Supongamos que pasó media hora. Ok. Ahí recién me terminaron de convencer. Les dije que ya no podía que estaban durmiendo. Martín se enojó, se paró y dijo "Gordo, ayudame" Esta vez Pablo no se quejó por su apodo, se paró y entre los dos me agarraron y me llevaron para la carpa. Joaquín se reía y yo los insultaba de una manera desquiciada. Me dejaron al lado de la carpa y salieron corriendo. Yo intenté hacer lo mismo que ellos pero torpemente me tropecé con una estaca de la carpa. Se movió toda...
"¡¿Quién es?!" preguntó susurrando Lucía, que claramente estaba asustada. Me quedé mudo. Se abrió el cierre. Atiné a correr, pero di dos pasos y me volví. No se por qué. Soy yo, le dije. Nico, ¿qué pasó? Podrías haber dicho mi nombre y salía, casi despertás a mi mamá. Perdón, le respondí, es que necesito hablar con vos. Salió, le pedí disculpas por haberla despertado pero me dijo que no dormía, que hablaba con su hermana. ¿De qué hablabas a esta hora? Se quedó callada, y se río (risa incomoda) Le volví a preguntar: Dale, ¿de qué hablabas? - De vos, me dijo. ¿De mi? - Si, de vos. - ¿Qué hablabas de mi? - No se, qué se yo... de que en Comodoro no hay muchos chicos como vos... no se Nico, que se yo. - Mi estúpido sistemita cardiovascular me delataba a ruidos como de costumbre... "¡CLUM CLUM, CLUM CLUM!" - ¿Chicos "así"? le pregunté - ¡Ay si! - me dijo, enojada por la incomodidad. Ok, era mi oportunidad: Torpe y velozmente acerqué mis labios a los de ella, y le di un beso. Era mi primer beso, y francamente no sabía como dar uno. Así que me dejé guiar por lo que había visto en películas de comedia romántica británicas, como en las que suele actuar Hugh Grant. Agarré con un brazo su cintura, y con el otro su nuca. Ella hizo lo mismo. Duró como 2 minutos. Cuando separé su cara de la mía, me dijo "Te voy a extrañar, pedile mi mail a los chicos" y me dio un pre-mini-beso de despedida. Se estaba metiendo a la carpa, cuando se volvió y me dio el último y definitivo beso de despedida (no tan mini). Salí caminando a la calle, y mis amigos empezaron a gritar y a aplaudir. Les pedía que se callaran, que Lucía iba a escuchar, pero no me hicieron caso, así que me alejé lo antes que pude de la escena.
Nos volvimos a la pileta, les conté lo sucedido. Yo estaba muy contento. Se notaba, lógicamente. Anoté en un papel los mails de Martín y de Joaquín (Pablo no tenía) y me despedí de ellos. Nunca mas los volví a ver.
Habré chateado (Messenger 4.1) firmemente con Lucía durante 7 meses. Después la conexión fue mas vaga, y se deterioró al punto de no hablar mas al cabo de un año.

1 comentario:

Tomás dijo...

Lo leí. Muy bueno, me gustó mucho.

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